México ha avanzado en cerrar el paso a la corrupción, en elevar los estándares de trasparencia y en romper con los sobornos, sin embargo, algunos especialistas consideraron que aún es necesario que apliquen las mismas exigencias de rendición de cuentas a las compañías de Asia, Medio Oriente y de otras latitudes con las que se firman contratos de compra de medicamentos e insumos.
Para Julia Unger, directora Cluster de Gobernanza GUZ México, aseguró que el país ha avanzado de manera ejemplar en combatir la corrupción, en romper con los conflictos de intereses.
- Te recomendamos Aplicarán toda la fuerza del Estado para abatir corrupción e impunidad, compromete Julio Menchaca Política
Sin embargo, Eduardo Bohórquez, de Transparencia Internacional México, consideró esencial que las compañías no establecidas en México y con las que se negocian contratos también sean sujetas de someterse a la ley de rendición de cuentas.
“El principal reto en este momento en México tiene que ver con cancha pareja”, explicó Bohórquez, en la sesión de la Semana de Innovación de AMIIF.
Se trata, abundó, que la misma exigencia que se impone a la industria farmacéutica legalmente establecida en el país, se extienda a la industria de los países con los que actualmente México hace convenios de compras y firma contratos de comercialización,
El índice de integridad corporativa abundó, reportó que “hay brechas muy grandes en el sector vinculado con la salud. Hay empresas que tienen altos estándares, en términos de sus políticas de integridad, y hay otras que están en el mismo sector que no cumplen y eso significa que no hay cancha pareja” con estos proveedores internacionales.
“Mientras en Europa se rige bajo esquemas cada vez más altos e incorporan dimensiones de derechos humanos, hay otros países que no tienen ningún interés de transparentar sus políticas de integridad, se les llama capitales corrosivos que vienen de países que no tienen mecanismos de gobernabilidad apropiadas y en donde no existen leyes de transparencia ni mecanismo de rendición de cuentas como sucede con los países de la Unión Europea, Canadá y Reino Unido".
México, ahora, “tiene en una cancha dispar en lo global”, dijo tras reconocer que quedarin lejos aquellos tiempos, como sucedía en 1999, cuando “los sobornos eran constante en México por empresas extranjeras, e incluso eran deducibles de impuestos en los países de origen; es decir, vía incentivo fiscal.
“Y también había líneas de crédito de la Banca de Desarrollo que permitían abrir “nuevos negocios”. Si eso suponía tener que sobornar, había que sobornar para abrir mercados. Y eso fue hasta 1999. En ese año México ratifica ante la convención de la OCDE su compromiso contra el cohecho en transacciones comerciales internacionales, e inició, junto con el sector privado global, y de la sociedad civil, construir modelos más íntegros.
“Y a partir de este año comienza una carrera para mejorar los estándares éticos y empiezan las primeras mediciones para evaluar qué está haciendo el sector privado, y cómo lo está haciendo”, abundó.
En México hasta 2015, el Consejo Coordinador Empresarial no aceptaba públicamente que la mitad del problema de la corrupción provenía del sector privado.
“Fue hasta este año que por primera vez la cúpula empresarial reconoció su papel clave para controlar la corrupción en México y que se sumó a los esfuerzos anticorrupción, incluso en las reformas legales y constitucionales que se han dado en este país”
Pero, reiteró, el reto ahora es que esas políticas de integridad, anticorrupción y de trasparencia sean exigibles a la industria extranjera con las que actualmente México está firmando contratos. “Eso es cancha pareja”.
Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) aseguró que la corrupción y falta de integridad se refleja en la falta de calidad de servicios esenciales como son la salud y la educación.
“La calidad de los servicios públicos se ven disminuidas donde hay un ambiente de corrupción”, acotó Jacobo Pastor García Villarreal, de la OCDE.
Estudios recientes, explicó García Villarreal, reportan que el 41 por ciento de la población que habita en los países miembros de la OCDE, no confían en sus instituciones.
Y esta desconfianza, abundó, se refleja, por ejemplo, en la negativa en pagar impuestos y en acatar las disposiciones ante una emergencia sanitarias como sucedió con covid-19.
La corrupción y falta de trasparencia, de integridad, añadió, causa también brechas importantes en el acceso a los servicios de educación y de salud. Se trata de servicios muy sensibles para el bienestar de los ciudadanos.
aag