El espionaje institucionalizado de la DFS en el Movimiento Estudiantil del 2 de octubre del 68

Documentos del Archivo General de la Nación (AGN) dan cuenta de la existencia del organismo que desde las sombras espió a personas, organizaciones y movimientos disidentes, dejando a su paso múltiples violaciones a los derechos humanos en México.

Movilización estudiantil 1968 | Diputados.gob
Anel Tello
Ciudad de México /

El voto a la mujer a nivel municipal, la creación del Instituto Nacional de la Juventud, el de Bellas Artes o la Dirección General de Turismo, formaron parte de las múltiples aportaciones que dejó el sexenio de Miguel Alemán Valdés a México.

Además de convertirse en el primer presidente civil en la historia del país, el militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI) representó ante tribunales el interés sindical de trabajadores mineros, petroleros y ferrocarrileros.

No obstante y pese a su supuesta inclinación en favor de la clase obrera y la sociedad civil, la administración del también llamado Cachorro de la Revolución vio nacer a un organismo que formó parte -o protagonizó- algunos de los episodios más turbios de la segunda mitad del siglo XX en México: la Dirección Federal de Seguridad (DFS).

El oscuro origen de la DFS

Dirección Federal de Seguridad DFS | Gobierno de México

Tan solo un año después de que Miguel Alemán Valdés llegara a la presidencia de México -en 1947-, desde las sombras comenzó a estructurarse un órgano de vigilancia que durante años permaneció fuera de la estructura visible de la Administración Pública Federal.

De acuerdo con información del Gobierno de México, la secrecía y falta de archivos censurados o extinguidos hacen del origen de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) un enigma.

A través de documentos conservados en el Archivo General de la Nación (AGN) se ha podido determinar que el sigiloso organismo inició sus operaciones en marzo de 1947 con un primer núcleo integrado por diez de los mejores oficiales egresados del Colegio Militar, así como con la designación del teniente coronel Marcelino Inurreta de la Fuente como su primer director.

La integración de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), según constatan diversos documentos, también contó con una importante intervención del Presidente de la República, así como del Jefe del estado Mayor Presidencial, el Director Federal de Seguridad y los generales de brigada de cuerpos y regimientos implicados.

"El estrecho vínculo de la institución con la oficina de la presidencia implicó que los primeros hombres que integraron este cuerpo de vigilancia fueran recomendados o autorizados por el Presidente de la República, quien buscó en todo momento personas leales e incondicionales a su figura", se lee en una publicación realizada en el blog del Archivo General de la Nación (AGN) a través del Gobierno de México.

Para formar parte del organismo recién creado los agentes aspirantes debían cumplir con al menos diez principales requisitos, los cuales podían ser pasados por alto únicamente en caso de la existencia de un acuerdo presidencial.

Requisitos para ser agente de la DFS | Gobierno de México / AGN

Poco a poco, la DFS se fue estructurando con valores de identidad y lealtad que sirvieron para desempeñar las tareas ordenadas para salvaguardar los intereses del gobierno y la seguridad del Presidente de la República.

De acuerdo con el artículo El archivo de la Dirección Federal de Seguridad: una fuente para escribir la historia de la segunda mitad del siglo XX mexicano, aquellos agentes que formaron parte de la nómina de la institución estuvieron distribuidos en todo el territorio nacional con la instrucción de vigilar tanto a los amigos como a los enemigos del régimen.

"La DFS fue la principal policía política de los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI)", sostiene el artículo realizado por Mónica López Macedonio de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Unidad Morelia.

Aunque las bases de la DFS lograron generar un sentido de identidad entre sus miembros, la inexperiencia y la falta de conocimientos sobre los servicios de inteligencia y de seguridad nacional figuraron como uno de los problemas recurrentes entre sus primeros agentes.

Por ello, se optó por recurrir a militares estadounidenses y a su aparato de inteligencia para la profesionalización de los integrantes en un plan que contemplaba tres aristas: la cobertura de la institución, el enlace para afinar la seguridad y la elaboración y entrega de informes. Además, se propuso atender los aspectos físico, técnico, legal y político.

Durante los primeros años del organismo también se creó una estructura de espionaje con la adquisición de vehículos, canales de comunicación confidenciales, bases de datos de medios de información, biométricos y la adquisición de armas.

Los expedientes del AGN

En 1976 dejó de servir como penitenciaria. (Cortesía AGN)

El 13 de febrero de 1989, cuatro años después de que la DFS desapareciera, se creó el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) como dependencia de la Secretaría de la Gobernación.

Simultáneamente, la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) anunciaron la gestación de una nueva era para México y el mundo.

Con los cambios en el orden mundial, México dejó en manos del Cisen archivos desclasificados de la DFS los cuales once años más tarde -con la alternancia política que llegó con Vicente Fox- fueron trasladados y depositados en el Archivo General de la Nación (AGN).

Según información difundida en el artículo de la ENES Unidad Morelia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en las 4 mil 223 cajas de archivos documentales se encuentran documentos que dan cuenta de los organismos e instituciones que fueron vigilados, así como de las personas "fichadas" por la DFS.

"Para muchos, el archivo de la DFS sería la fuente sobre la que se documentaron las atrocidades cometidas por los gobiernos priístas en el marco de la Guerra Fría, que a su vez legitimó la Guerra Sucia", expone el artículo firmado por Mónica López Macedonio.

La exploración de los archivos ha permitido documentar las atroces historias de exterminio de las guerrillas mexicanas, así como del movimiento estudiantil de 1968, enfatizando su lugar en el marco de la Guerra Fría.

Y es que, además de los obreros, los campesinos, el sector popular y el magisterio, uno de los sectores sociales estratégicos para la DFS fueron los estudiantes.

De acuerdo con el artículo citado, antes del movimiento estudiantil de 1968 se encuentra como precedente una línea de investigación que apunta a cómo el Estado mexicano construyó su relación con el sector estudiantil y cómo funcionó la relación política en el transcurso de la segunda mitad del siglo XX.

"Los expedientes de la DFS también nos permiten situar a las organizaciones estudiantiles mexicanas en el marco del movimiento estudiantil internacional, que floreció con peculiar entusiasmo durante los años de la Guerra Fría", señala el artículo realizado por Mónica López Macedonio.

La DFS y su participación en el Movimiento Estudiantil de 1968

Masacre 2 de octubre Tlatelolco | Diputados.gob
El 2 de octubre quedó grabado en la memoria colectiva como una de las fechas más sensibles para la sociedad mexicana, sin embargo, a 55 años del hecho solo una cosa es clara: Fue el Estado.

Fotografías de tanques militares en la Plaza de las Tres Culturas hacen innegable la participación del Ejército Mexicano en la también llamada Matanza de Tlatelolco, no obstante, mucho se ha especulado sobre la intervención de la DFS.

Un artículo publicado por el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington contrapone las versiones realizadas por el organismo, dejando expuestas una serie de contradicciones.

Pese a que reportes de prensa de la época apuntan a integrantes de la DFS infiltrados en los movimientos estudiantiles para conocer sus actividades y estrategias de los líderes del Consejo Nacional de Huelga (CNH), la DFS también habría estado relacionada con el inicio de detonaciones de arma de fuego en la Plaza de las Tres Culturas aquella tarde del 2 de octubre de 2018.

"En la primera versión lo que provoca la balacera es la ráfaga de ametralladora que sigue a las luces de bengala. En otra versión más, es un individuo de traje azul, rubio, pelado a la brush quien aparece en el barandal en el que estaban los oradores del CNH en el edificio Chihuahua y desde allí empieza a disparar, lo que desata la balacera", se lee en una parte del artículo del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington.

A la DFS también se le relaciona con la creación del "Batallón Olimpia", una brigada que se identificaba con un guante blanco formada por el Capitán Gutiérrez Barrios.

Dicha comitiva estaba integrada por elementos de la DFS, la Policía Judicial Federal, Policía Judicial del Distrito Federal e Inspección Fiscal Federal, aunque se presume que también había miembros del Ejército Mexicano simulando ser civiles.

"Una tarea encomendada al Batallón Olimpia era la de capturar a los dirigentes del movimiento, por eso fueron congregados en torno al Edificio Chihuahua donde se encontraba reunida una importante cantidad de dirigentes del CNH, pero su otra característica, esencial del Olimpia, era la de actuar con impunidad institucional, confundidos con ciudadanos civiles, sin ser identificados. Podían no solo mezclarse entre la población ahí reunida, sino arremeter contra ella sin que hubiera un crimen de estado que perseguir y sancionar", se lee en una parte del artículo de la Universidad George Washington.

Mientras el Batallón Olimpia e integrantes de la DFS asediaban a líderes de CNH en el Edificio Chihuahua, poco a poco el Ejército Mexicano ingresaba a la plaza de las Tres Culturas no sólo desplazando e intimidando a los manifestantes sino también asesinándolos.

“Es muy importante recordar que aquí, en la plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968 se cometió un grave delito.

Hasta la fecha continúa siendo un misterio cómo fue que inició la intensa balacera en Tlatelolco aquella tarde del 68. Lo único tangible de aquel suceso es la indignación que dejó el actuar de diversas instituciones, incluyendo la DFS, cuyas funciones estuvieron siempre al servicio de intereses políticos y no del pueblo, como se supone debió pasar.

ATJ




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