Unicef enfatiza necesidad de atender salud mental en menores

La Organización Mundial de la Salud estima que 20 por ciento de niños y adolescentes sufren de algún tipo de desorden mental.

María Elena Medina-Mora detalló que la mayoría de los trastornos mentales inician en la infancia y la adolescencia. (rawpixel.com)
Alejandra Zárate
Ciudad de México /

Los problemas de salud mental tienen un impacto importante en la morbilidad de la población a nivel global, apuntó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), pues afecta a 1 de cada 4 personas a lo largo de su vida. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 20 por ciento de niños y adolescentes sufren de algún tipo de desorden mental. 

Durante el foro virtual sobre el impacto de la pandemia de covid 19 en la salud mental y bienestar psicosocial de menores, se enfatizó este rubro como un tema de política pública prioritaria.

María Elena Medina-Mora, directora de la Facultad de Psicología de la UNAM, detalló que la mayoría de los trastornos mentales inician en la infancia y la adolescencia, alrededor de la mitad de las personas que van a desarrollar fobias, dependencias, pánico, ansiedad, manías, depresión y trastornos alimenticios, los adquieren entre los 5 y 25 años de edad; por lo que es fundamental brindar una atención temprana.

“Desde los cinco años empezamos a ver los primeros trastornos, la dependencia a las drogas se da a los 17, por ejemplo. Entonces estamos hablando de un tema que inicia muy temprano”, explicó.

La tendencia a las hospitalizaciones por trastornos mentales y de comportamiento debido al consumo de sustancias también aumentó en los últimos años, 9 por ciento de estos casos son menores de 17 años.

Medina-Mora señaló que la carga de enfermedad, es decir, los días vividos sin salud o muerte prematura, es ocho veces más alta que el presupuesto de salud que se asigna para tratar este problema.

Por su parte, Eduardo Madrigal, director General del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente (INPRFM), expuso que antes de la pandemia, la prevalencia mundial de trastornos mentales en menores  era de 13.4 por ciento, entre ellos, el que más se agravó por la necesidad de encierro, fue el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), cuyos casos son detectados principalmente por los profesores, diagnóstico que se dificulta ante la educación a distancia.

La falta de retroalimentación de la escuela, de estructura académica y de rutina en el clima actual, hacen del tratamiento para el TDAH un desafío. La educación en casa aumenta las demandas sobre el funcionamiento ejecutivo (atención, planeación, organización, toma de decisiones, entre otros), especialmente alterado en los menores con este trastorno.

“Las clases en el nivel familiar introdujeron prácticas pedagógicas emergentes, como la educación en línea, con el desafío que implica esta modalidad, tanto para los alumnos como profesores nos tomó por sorpresa, nunca habíamos tenido clases por internet y seguramente las fallas metodológicas también son importantes”, insistió.

Un problema adicional, añadió Madrigal, es el requisito de una infraestructura digital eficiente y un conjunto de habilidades digitales tanto para estudiantes como para profesores y padres de familia. Además, reveló que los cuidadores de infantes con TDAH tienen una percepción negativa de la modalidad educativa a distancia, pues consideran que el apoyo para sus hijos por parte de las escuelas es insuficiente y los problemas se agravaron en los casos de menores con necesidades de educación especial.

En su intervención, Armida Granados, jefa de la división de Enseñanza y Capacitación del Hospital Psiquiátrico Infantil Juan N. Navarro, dijo que las afectaciones en la salud también dependen de la etapa de aprendizaje en la que se encuentra el infante y sus características. En ese sentido, la desviación del desarrollo típico es frecuente, sobre todo en niños que ya tienen alguna alteración previa, sobre todo en estos casos, brota la necesidad de atención psiquiátrica a menores, no solo de primera vez, sino también darle seguimiento.

Dora Giusti, jefa de protección Unicef México, puntualizó que “la pandemia ha tenido y tendrá consecuencias en la vida de los infantes a corto y mediano plazo, el confinamiento el cierre de las escuelas, cambios de rutina, aumento de estrés, tensiones en los hogares, no poder ver a los seres queridos, no realizar actividad física, entre otros, son factores de riesgo para la salud mental”,

Añadió que los estudios realizados en la fase de la pandemia, demuestran que niños y adolescentes, se sienten asustados, solos, irritados, ansiosos y preocupados por su futuro. Una encuesta en América Latina arrojó que una cuarta parte de los jóvenes ha sufrido cuadros de ansiedad, mientras que el 15 por ciento sufre depresión.

“Niños y niñas perdieron a sus cuidadores en la pandemia o temen perderlos, la mayoría vivió la amenaza del contagio directa o indirectamente, para algunos el hogar se volvió un espacio que ya no es seguro, a nivel mundial la violencia doméstica aumentó y el reporte al 911 de las violencias domésticas en México, se elevó un 45 por ciento comparado con el periodo pre-pandemia”, aseveró Dora Giusti.

A nombre de Unicef, Dora Giusti agradeció a la Universidad Nacional Autónoma de México,a la Universidad Iberoamericana y Colegio de México por su colaboración en las acciones para atender la situación mental de las infancias en México y destacó la importancia de ver la pandemia como una oportunidad para poner el dedo en el renglón y enfatizar la salud mental, para incorporarse a la normalidad con servicios fortalecidos.

JLMR

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