Del placer al dolor: la ruta de la ingesta excesiva de alcohol

De acuerdo con el Centro de Integración Juvenil (CIJ), el inicio del consumo del alcohol en los jóvenes de México inicia entre los 10 y 14 años de edad.

Médicos sugieren que cuando se toma alcohol, se debe combinar con otras bebidas hidratantes y alimentos. | Especial
Luis Carlos Valdés
Torreón, Coahuila /

De acuerdo con el Centro de Integración Juvenil (CIJ), el inicio del consumo del alcohol en los jóvenes de México inicia entre los 10 y 14 años de edad. 

Cecilia Martínez, directora del CIJ en Torreón, refiere que se tienen pacientes que iniciaron su ingesta a partir de los 13 años, siendo el alcohol y el tabaco las primeras drogas que dan paso al consumo de sustancias con mayor toxicidad y adicción. Todo comienza con un sorbo de alcohol, ese que primero genera placer y relajación, pero que en dosis altas, puede llevar a la congestión alcohólica e incluso accidentes viales y hasta la muerte. 

“Estos chicos de 13 años, que están teniendo acceso al consumo de drogas legales, en un año o menos, tendrán consumo de drogas ilegales. Si bien no es determinante pero sí es un factor de riesgo que aumenta en la probabilidad”, comentó Martínez.

¿Qué provoca el inicio de las adicciones, particularmente el alcohol?

De acuerdo con Cecilia Martínez una de las más comunes es la disponibilidad, si los alumnos de secundaria tienen fácil acceso al alcohol y tabaco, que son las drogas de entrada, y la disponibilidad está en casa, para encontrar alcohol, tabaco y ahora los vapeadores”. 

Pero otro factor de riesgo, dijo, es que haya consumo en la propia familia, padres con poco control de impulsos, que estén en la búsqueda de emociones fuertes; y también hay una situación de personalidad, emocional, de toma de decisiones que también influye para que den sus primeros pasos en el camino del alto consumo de alcohol. Se trata de chicos descuidados, son hijos de familias separadas o que viven entornos de violencia; pero paradójicamente, de acuerdo a la directora del Centro de Integración Juvenil, también se atienden a hijos que viven en familias estructuradas con padres presentes, pero también que ven la necesidad de empezar a experimentar el alcohol, el tabaco y otras drogas. 

“Nosotros hemos visto y es frecuente que muchos de los chicos de secundaria están asumiendo responsabilidades mayores a su edad. Les toca cuidar a sus hermanos, ir por ellos, asumen habilidades como parentales, con una sobre-exigencia, esto en un extremo. Otro extremo es que se tienen chicos con familias permisivas, es decir, que no les ponen límites, no tienen obligaciones, con padres que son incapaces de imponer autoridad y disciplina. No respetan reglas ni límites".

Secuelas post-pandemia

Cecilia Martínez refirió, además de las secuelas de la pospandemia como ansiedad, depresión, desmotivación, apatía, características que ya se tenían previamente, que después de la pandemia surgen como detonante, que provoca su adicción al alcohol, tabaco y otras drogas.

Recordó que como sobrevivientes de la pandemia, muchos desarrollaron síntomas durante el encierro, pero ya que se regresó a la presencialidad, han tenido conductas de poca tolerancia a la frustración, poca capacidad de resolver problemas; el estar en las escuelas, cumplir con horarios y convivir les ha generado cuestiones de ansiedad delicada. 

“Siempre ha sido complejo atender el tema de la salud mental. Ahora creo que la población y los profesionales tenemos claro que se trata de un trabajo en equipo y multidisciplinario. Antes había problemas que desde la psicoterapia podrían tratarse, mejorar, curarse y controlarse, pero ahora se requiere de otras intervenciones como la farmacología, alguna otra actividad de reinserción social, más la psicoterapia y otras técnicas de control y de manejo de ansiedad. Ahora la intervención tiene que ser más integral, más completa, trabajarse en equipo”. 

Estimó que de cada 10 sobrevivientes de la pandemia, seis retomaron su vida sin problema. Pero dos de cada diez tendrían secuelas de seis meses a un año después de la pandemia retomaría su vida normal. Y se preveía que dos de cada diez iban a desarrollar un trastorno, es decir, algo ya instalado que requiere tratamientos más a largo plazo. 

“La pandemia fue un detonante de situaciones que anteceden a esto y que el encierro vino a desarrollar ciertos trastornos. Todos salimos raspados, pero algunos más que otros están desarrollando trastornos ya sea por adicción a sustancias y por afectaciones a la salud mental”, lamentó la directora del CIJ en Torreón.

Factores de riesgo

Por su parte, el doctor Rafael Arguello, director del Instituto de Ciencia y Medicina Genómica en Torreón, refiere que existen factores de riesgo como Sociales Cultural-Ambiental y Genéticos. 

“Por un lado hay genes que tienen que ver con el aspecto metabólicos, pero hay otros genes que tienen que ver con el aspecto del metabolismo mental, genes más de tipo mental que tienen que ver con la euforia o depresión, siendo más susceptibles al predisposición al alcoholismo”. 

Desde la perspectiva genética hay rasgos que tienen que ver con la forma de pensar, en donde tiene más influencia el factor cultural, en donde a pesar y tener susceptibilidad genética, el entorno de crianza fue muy estricto y rígido donde el alcohol no es aceptado.

El alcohol en el cuerpo humano

Históricamente, el consumo del alcohol está asociado a la evolución de antiguas civilizaciones en el mundo, en donde se consideraba un manjar de los dioses. 

José Alberto Calderón Godínez, médico general en el Centro de Integración Juvenil, con maestría en Investigación y Terapia Familiar y de Pareja, pone en contexto, que ya sea que se trate de fermentados como la cerveza o destilados como el tequila, vodka, whisky, entre otros, el alcohol es una droga depresora del sistema nervioso, que disminuye las capacidades de atención, reacción y de respuesta, donde la primera consecuencia ocurre en el cerebro: la desinhibición. 

“Por eso muchos lo utilizan en las fiestas ya que genera la sensación de placer inmediata. Por cultura en México si no hay alcohol en una fiesta no es fiesta, hay hasta en los bautizos. Y dentro de los primeros minutos lo que ocurre es la desinhibición, dependiendo de la cantidad de alcohol ingerido. En cantidades normales, el cuerpo tiene la capacidad de metabolizar el alcohol. El hígado lo metaboliza en agua y carbohidratos, pero tiene un tope y límite”. 

Un tarro de cerveza que tiene hasta 4% de alcohol, puede ser metabolizado por el hígado por hora con alimentos. Pero otras bebidas como el tequila, vodka, whisky, que llegan hasta el 40% de alcohol, tiene que ser un caballito por hora para que pueda ser metabolizado por el cuerpo. 

“Sin embargo, en lo general el consumo habitual de los mexicanos es mucho mayor, sobrepasando el límite del hígado para metabolizar, y transforma el alcohol en acetaldehído, lo que genera irritación en el estómago, náuseas, mareo y aletargamiento”. 

En la ruta del alcohol, el placer entra al cuerpo por medio de un sorbo. Calderón Godínez detalla cómo todo comienza dando el primer trago. 

“Primero entra por la boca, pasa por el esófago llegando al estómago; ahí se empieza a absorber en la primera porción del intestino delgado llamado duodeno, que está pegado al estómago. Ahí se absorbe y se empieza a hacer el proceso de traspaso hacia el hígado para hacer la metabolización, pasando al sistema sanguíneo, llevándolo directamente al sistema nervioso”. 

Justo en el duodeno se absorbe el Complejo B, la Tiamina principalmente, que es uno de los alimentos naturales que tienen las neuronas: 

“Por eso el consumo crónico del alcohol disminuye la absorción de Tiamina, lo que deriva en los grandes consumidores que presenten problemas neurológicos severos, como el Síndrome de Korsakoff, que es parecido a la esquizofrenia, por el daño que genera en las neuronas, mostrando alteraciones en su comportamiento, agresividad, alucinaciones, aún ya sin consumir alcohol. La pérdida de la alerta en la persona que ingiere alcohol, puede ser casi inmediata. El mareo se genera por el proceso del acetaldehído, que genera una irritación de las neuronas, apretando el cerebelo ubicado debajo del cerebro, y que se encarga del equilibrio y la coordinación". 

Al ser el alcohol una droga depresora, en un principio baja la presión arterial, el ritmo respiratorio y cardíaco y disminuye la capacidad del sistema nervioso a la respuesta. Por un lado el estómago y el intestino delgado paralizan su función, ya que no hay tránsito intestinal que elimine las sustancias que luego el riñón absorbe la parte de la sangre para estar orinando por su potencial diurético, el individuo comienza a adormilarse perdiendo la conciencia.

"Las personas cuando están borrachas y se quedan dormidos llegan a roncar, se da porque hasta los músculos del paladar están muy relajados”.

El estado de intoxicación por alcohol, o congestión alcohólica, puede causar la muerte ya que no hay respuesta del sistema respiratorio, puede llegar a la muerte al broncoaspirar por tener reflujo o vómito y en lugar de sacarlo al exterior, se conducen hacia los pulmones.

Del fondo…fondo… fondo!!!..a la congestión alcohólica

Muchas han sido las campañas que promueven la conducción responsable, el uso de transporte alternativo, con el fin de proteger la vida del conductor que ha ingerido bebidas embriagantes, como las implementadas por la Asociación de Bares, Cantinas, Cervecerías, y Comerciantes de Alimentos. 

Pero ¿por qué aún y con la borrachera, se insiste en tomar el volante para conducir corriendo el riesgo de sufrir un accidente vial? 

El experto médico José Alberto Calderón Godínez señala que con un consumo constante en la primera hora, la ruta lo puede llevar de la desinhibición hasta una congestión alcohólica. 

En la cantina durante la plática cae la primera botella de cerveza ante un mal movimiento, levantarse para ir al sanitario ya representa un reto de equilibrio mayor, en la desinhibición todos somos amigos; la confusión te lleva incluso a no revisar la cuenta, que se paga sin reclamo alguno, y sacas las llaves del vehículo para retirarse del lugar. 

“Si puedo manejar, no estén chingando”, sin hacer caso a las advertencias. 

“Las personas no deben manejar si toman, porque su respuesta no es igual, ya que hay mucha confusión. Hay quien dice que borracho maneja más alerta, pero esto es falso; si hay mayor desinhibición, pero no es que esté más alerta o genere mejor respuesta; por ello los alcoholímetros disminuyeron el rango a simplemente el aliento alcohólico”. 

Además dijo que la respuesta es distinta en hombres que en mujeres, por la composición corporal, ellos metabolizan mejor el alcohol, a diferencia de la mujer que corre más riesgo. 

¿Por qué nos gusta tomar? El médico señala que al igual que otras drogas, hay una parte en el cerebro que es el sistema límbico, en el hipotálamo, donde se concentran las emociones, hay un circuito de recompensa. 

“Tú me das algo que me genera placer (alcohol), y por eso la ingesta es constante. El alcohol da una sensación de placer, de alegría al principio; la libertad de emociones contenida se expresa, hay valentía. Pero ese recuerdo y sensación por la liberación de dopamina, genera el que se busque el recuerdo por el placer de ese momento, no por la cruda, pero sí por la sensación placentera". 

“Vamos del placer de buscar alcohol, es tener el ánimo de convivir, aunque hay quienes se ponen en un nivel violento o agresivo”.

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