La obesidad es uno de los grandes problemas de salud pública que encara la humanidad, al haber alcanzado en este siglo dimensiones epidémicas. En busca de la manera más exitosa de enfrentarla, la ciencia ha escudriñado varias fórmulas, desde el uso de anfetaminas a nuevos fármacos para regular el aumento excesivo de peso.
“La gente lucha por comer menos y bajar de peso… y aun así vamos perdiendo la pelea ¿por qué? Porque no había una forma para tratar la obesidad como una enfermedad crónica”, asegura el doctor Bruno Geloneze, especialista en Endocrinología y Metabolismo y uno de los investigadores latinos más reconocidos en el tema, quien charló con MILENIO Jalisco sobre el panorama del tratamiento farmacológico de la obesidad, en el marco de una gira de conferencias médicas que esta semana ofreció en Ciudad de México, Guadalajara y Puebla.
De inicio destaca en México “los índices alarmantes de esta enfermedad en todas las edades, en especial en los niños”, y el aumento de comorbilidades, como diabetes e hipertensión, entre otros factores de riesgo que restan años de vida.
El médico expone que la mayoría de los tratamientos para tratar la obesidad, desde el siglo pasado hasta hace poco eran los derivados de anfetaminas… que si bien inhiben el apetito su debilidad radica en los efectos secundarios: desde riesgos cardiovasculares y alteraciones psicológicas hasta problemas de adicción.
Desde fines de los años ochenta y hasta bien entado este siglo, las anfetaminas se colocaron a la cabeza entre las drogas que causaban más adicción a las mujeres, al ser empleadas para tratar desde narcolepsia y depresión hasta alcoholismo y obesidad. “(Es) una medicación que tiene efectos psiquiátricos… Las anfetaminas son neurotransmisores que cambian la forma de comer, pero modifican el estado emocional y producen nerviosismo y otros síntomas… Además no evitan volver a ganar peso”, al dejar su consumo.
Por tanto, la propuesta del doctor Geloneze, fundador del Laboratorio de Investigación en Metabolismo y Diabetes (LIMED) de la Universidad de Campinas, en Sao Paulo, Brasil, parte de que los médicos comprendan la importancia de abordar la obesidad como una enfermedad crónica la cual, por tanto, debe tratarse a largo plazo. “Inclusive por toda la vida y hoy se tiene la oportunidad con un medicamento de última generación”.
El coordinador científico del LIMED explica que a diferencia de las anfetaminas, esta nueva fórmula es un análogo de una hormona de la familia de las incretinas, que es un regulador fisiológico del apetito y la ingesta de alimentos (GLP-1 por sus siglas en inglés), la cual se produce en el tubo digestivo generalmente después de comer, con el objetivo de enviar la señal de saciedad. Dicha sustancia sintetizada tiene un efecto prolongado que actúa a lo largo del día. “Al final la gente siente menos hambre y cuando empieza a comer, come menos”, resume.
Esa sustancia actúa directamente a nivel cerebral, en el hipotálamo, sin efectos psiquiátricos. Esto permite su uso seguro por largo tiempo, para evitar la propensión a ganar peso de nueva cuenta cuando se deja un programa de dieta. “Se puede usar uno, dos, tres, cinco años de acuerdo a la necesidad del paciente. Es un error pensar que la persona no va a tener tendencia subir de peso, al contrario. Por ello el medicamento previene el regane de peso”, sostiene Geloneze.
Este uso a largo plazo, no genera dependencia y, asevera, puede usarse con seguridad. En México, fue aprobada por la Comisión Federal para la Protección contra riesgos Sanitarios (Cofepris) el 24 de septiembre de 2015 como adyuvante para el control de peso, en combinación con dieta y ejercicio.
La GLP-1 está indicada para personas con obesidad; mayores de 18 años de edad, y debe ser prescrita por un médico. El entrevistado resalta que estudios mundiales demuestran que su uso disminuyó no solo kilos sino riesgos cardiovasculares.
“Existe creciente acumulo de evidencias clínicas de los beneficios para las personas obesas”. Un ejemplo es la reducción del 13% en infarto agudo al miocardio entre los pacientes con alto riesgo cardiovascular, otra buena razón para integrar este medicamento al tratamiento integral de la obesidad.
Claves
¿Qués es la obesidad?
La acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud.
Tiene un origen multifactorial en el que se involucran la susceptibilidad genética y los estilos de vida e influyen la globalización, la cultura, la condición económica, la educación, la urbanización, así como el entorno social y familiar.
Comienza con el desequilibrio energético entre las calorías consumidas y las gastadas.
En el mundo
De acuerdo con la OMS, en el año 2016 más de 1,900 millones de adultos de 18 o más años vivían con sobrepeso y de ellos más de 650 millones eran obesos.
Cada año mueren cerca de 2.8 millones de personas por causa de la obesidad o sobrepeso.
En México
De acuerdo con la Encuesta de Salud y Nutrición de Medio Camino 2016, siete de cada diez adultos mayores de 20 años padece exceso de peso.
32.4% de los adultos padecen obesidad. Se proyecta que esta cifra aumente a 39% para 2030.
Tratamiento
Requiere la intervención de varios profesionales (médico, nutriólogo, psicólogo) para tratar en conjunto todos los aspectos relacionados.
El objetivo no debe ser sólo la reducción exitosa del peso y la grasa corporal, sino en la modificación del estilo de vida para que la pérdida de peso se mantenga a lo largo de los años y prevenir complicaciones por enfermedades relacionadas con la obesidad.
La terapia farmacológica debe ser un componente más del tratamiento dietético y de actividad física
La hormona GLP-1 (por sus siglas en inglés) inhibe el apetito y estimula la liberación de insulina por el páncreas, mejorando y manteniendo la función de las células beta, disminuye los niveles de glucosa en sangre, favoreciendo también la pérdida de peso.
Fuente: Bruno Geloneze, especialista en Endocrinología y Metabolismo, coordinador científico en el Laboratorio de Investigación en Metabolismo y Diabetes (LIMED) de la Universidad de Campinas, en Sao Paulo, Brasil.
SRN