En su primera infancia los niños en muchos de los casos no realizan contacto visual. Los padres se angustian pues parece que no escuchan, en tanto concentran toda su atención en estímulos focalizados como el ver las aspas de un ventilador de pared, o en hacer girar las ruedas de un chochecito.
El desarrollo del lenguaje se compromete a llegar al año y medio de vida y con ello también la socialización, lo que plantea que existe algo diferente en el niño.
Sea visto por los padres, que quizá en primera instancia se nieguen a reconocer esta diferencia, por las niñeras o ya tardíamente por maestros dentro del preescolar.
Sobre la Condición de Espectro Autista, la psicóloga clínica Diana Álvarez, establece que se trata de un trastorno generalizado que se observa a temprana edad, más en niños que en niñas, motivo por el cual las asociaciones que impulsan la visualización e inclusión utilizan el color azul para sus causas, aunque ahora se cuestiona la prevalencia en niños y se descubren e investigan los perfiles de las niñas.
“El autismo es un trastorno generalizado del desarrollo donde los primeros signos o síntomas se ven antes de los 18 meses o a los 18 meses y duran estas características toda la vida, son signos que los papás o los cuidadores o los maestros comienzan a ver como lo es la falta de contacto visual, la apariencia de como si estuviera sordo, como si no escuchara, pero a ciertos estímulos sí les presta atención”.
La psicóloga es clara. El niño se concentra entonces en los estímulos que le resultan más significativos. Acompañado de la falta del desarrollo del lenguaje, pues los niños se limitan a señalar objetos, los papás comienzan a notar las diferencias que alejan al menor de lo que se identifica como normalidad.
“Se da la falta del desarrollo del lenguaje o comunicación social. Por ejemplo un niño a los 24 meses ya debe tener en su vocabulario más de 25 palabras, a los tres años ya tiene que hacer oraciones de tres palabras. Otra de las características es la hiper o la hiposensibilidad a ciertas texturas, a ciertos sonidos, a luces que prenden y apagan, abrir o cerrar puertas pero de forma muy repetitiva y constante”.
Diana Álvarez menciona que los niños son perseverativos en ciertas conductas o actividades, con tendencia a la repetición, haciendo juegos considerados no funcionales o imaginativos.
“Tienen gran habilidad para hacer ciertas cosas, por ejemplo girar objetos o balancearse de una forma determinada, todas estas características no corresponden al desarrollo típico de un niño”, apuntó.
Más niños que niñas
La literatura científica se construye en el día a día y aún no existe un referente específico del por qué son más los niños que las niñas dentro del mundo autista.
Sin embargo la psicóloga apuntó que esta prevalencia se basa en la desinformación.
“Las características en niñas son diferentes a las de los niños, es un tema que se ha dejado muy al olvido porque las características en niñas, si bien tienen o cumplen con ciertas peculiaridades parecidas a los de los niños, pasan desapercibidas y el diagnóstico en ellas ya se hace mucho más grandes o ya mayores".
“Los diagnósticos se realizan entre los seis o siete años de edad, o ya en edad adulta las mujeres son diagnosticadas con trastornos psiquiátricos, por ejemplo ansiedad o depresión, pero no siempre es así”.
En suma, dijo que se tiene que realizar más investigación en la parte profesional en cuanto a las características o la sintomatología del autismo en niñas porque a la fecha se ha descubierto que los perfiles tienen peculiaridades.
“Por ejemplo los autistas grado uno y grado dos, que son los leve moderado, o lo que anteriormente se denominaba Síndrome de Asperger, no tienen dificultad en la articulación del lenguaje o en un lenguaje funcional como tal, entonces las características de las niñas van desde problemas de interacción social, que solamente tienen ciertas amiguitas y que tienen obsesión o fascinación por juguetes.
“En las niñas se presentan problemas o dificultades en la regulación de las emociones desde chiquitas y luego van cursando con características de depresión y ansiedad ya más adultas. Y las características que son como las más normales en los niños que son la hiper o hipoactividad sensorial, dificultad en el aprendizaje, en tanto que se ven problemas muy importantes en la regulación de las emociones para las niñas”.
El Autismo y sus grados
A partir del año 2015 con la emisión del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales DSM-5, los especialistas cambian la forma del diagnóstico.
Diana Álvarez apuntó que anteriormente se clasificaba al Autismo en cinco grados y ahora se hace en tres.
“Son grado tres, grado dos y grado uno y se va a determinar por el grado de ayuda que el niño necesita para la comunicación social y para las conductas repetitivas y estereotipadas donde el grado tres es uno severo y necesita ayuda muy notable. El grado dos necesita ayuda notable y el grado uno necesita ayuda, para las dos vertientes, para la comunicación, el lenguaje y para las conductas repetitivas y estereotipadas”.
A dónde ir para buscar un diagnóstico
A la especialista se le pregunta a dónde pueden acudir una mamá o un papá que esté interesado en un diagnóstico, pensando que cuando el niño no presenta la funcionalidad que se espera, las maestras de preescolar piden una evaluación clínica sugiriendo tres o cuatro sitios donde curiosamente no se realiza este trabajo.
“De forma privada hay varios especialistas que se dedican al área de detección y evaluación del diagnóstico del Trastorno del Espectro Autista. De forma pública se encuentra el Centro de Investigación y Atención al Autismo a cargo de la doctora Elizabeth Gutiérrez, el CRIT, Centro de Rehabilitación Integral de Torreón y las instituciones de salud como el IMSS el ISSSTE, donde pueden hacer la detección o el diagnóstico.
“En la Fundación Otológica está todo un equipo interdisciplinario, está el médico de comunicación, el otorrinolaringólogo, el área de psicología, de terapia de lenguaje y neuropsicología”.
Cabe mencionar que dentro de las instituciones públicas, debido a la saturación que se vive en cuanto a la atención de la derechohabiencia, los diagnósticos son tardíos pues el niño o la niña debe pasar a consulta con el médico familiar, quien podrá pedir exámenes generales de sangre y orina, después pasarlo con el médico pediatra, quien realizará una valoración para enviarlo con el neurólogo pediatra o con un psiquiatra para infantes.
“Es mucho más tardado porque la lista de espera es enorme, en tanto que de forma particular existen especialistas desde el paidopsiquiatra el neuropediatría y el neuropsicólogo o la persona que esté capacitada en la evaluación y en el diagnóstico de trastornos del neurodesarrollo”.
Si bien los padres o las madres se encuentran tocando puertas hasta que llegan al sitio correcto, deberán cruzar por un proceso para poder apoyar a los niños.
La psicóloga apunta que el tratamiento, de acuerdo a las buenas prácticas y los lineamientos impuestos por la Secretaría de Salud, que se sujetan a normativas internacionales, se estipula debe ser integral.
Es decir, la persona, de acuerdo a su grado y a la evaluación puede necesitar desde terapia física, terapia ocupacional, terapia de lenguaje y comunicación, terapia psicológica, pedagogía y nutrición.
“Todas estas vertientes en cuanto al tratamiento para los niños o el paciente, pero de forma paralela se debe ofrecer un tratamiento para los papás o para los cuidadores primarios, que es terapia individual o familiar para el manejo del diagnóstico, el proceso de duelo, aceptación y todo lo que conlleva, porque si un papá no está listo o consciente de las dificultades que su hijo presenta no lo va a poder ayudar”.
En suma, apuntó la psicóloga, que hay una mala concepción de que el Trastorno del Espectro del Autismo tiene un pronóstico severo y la realidad no es esa.
Ahora se intenta concientizar a la población que el Autismo no es sinónimo de discapacidad, pues las personas con el trastorno tienen habilidades que son en extremo funcionales, pero se debe tener un buen diagnóstico, una buena evaluación, un buen tratamiento.
“Se requiere la socialización del tema, y la concientización, la sensibilización y la inclusión de los niños. Nos asustamos cuando escuchamos Trastorno del Espectro Autista pero no nos damos la oportunidad de conocer a nuestro hijo, a nuestro alumno, a nuestro paciente y lo catalogamos y lo etiquetamos y la realidad no es esa. Son individuos, son personas y como tal hay que empezar a tratarlos, unas personas”.