La cooperación entre China y África puede describirse de muchas maneras. Basada en la sinceridad, busca resultados reales, promueve la amistad y procede de la buena fe. Si hubiera que elegir un color para representar esta cooperación, podría ser el verde.
En la primera Conferencia Ministerial del Foro de Cooperación China-África (FOCAC por sus siglas en inglés), celebrada en el año 2000, ministros de China y África resaltaron la necesidad de reforzar la cooperación en el desarrollo de la energía renovable, la cual ha sido desde entonces una parte importante de la cooperación entre ambas regiones, y aparece en 10 planes de cooperación, ocho grandes iniciativas y nueve programas en el marco del FOCAC.
Situada en el noreste de Kenia, la central solar de Garissa es la primera gran central solar que aprovecha los vastos recursos solares del país y la mayor central solar conectada a la red de África Oriental y Central.
Diseñada y construida por una empresa china en colaboración con la Autoridad de Energía Rural de Kenia, la planta suministra la mitad de la energía solar generada en el país, con la que abastece a 70,000 hogares y compensa unas 43,000 toneladas de emisiones de carbono al año.
La planta ha recibido elogios del expresidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, por situar a su país en el camino para alcanzar la suficiencia energética renovable y añadirla al rico perfil de Kenia como centro de la transición energética renovable de África.
En Uganda, la central hidroeléctrica de Karuma, construida en China, es la mayor instalación de generación de energía del país. Puede eliminar 3.48 millones de toneladas de emisiones de carbono al año, por no hablar de los más de 200 millones de dólares de ingresos que genera para el gobierno, lo que supone cerca del 0.5 % del PIB actual del país.
Junto con la central hidroeléctrica de Isimba, también construida por una empresa china, ha duplicado la capacidad hidroeléctrica total instalada en Uganda (de 764 megawatts a 1.552 megawatts) con lo que ha contribuido a hacer realidad el objetivo del país de garantizar el acceso a una energía segura, asequible y sustentable para todos.
En Sudáfrica, el parque eólico De Aar, desarrollado por una empresa china, tiene una capacidad instalada de 244.5 megawatts. Desde que comenzó a funcionar en 2017, el proyecto ha suministrado 760 millones de kilowatts-hora de electricidad limpia al año, los cuales satisfacen la demanda de 300 000 hogares, a la vez que eliminan 619 900 toneladas de emisiones de carbono cada año.
Estos proyectos son sólo algunas de las más de 100 iniciativas de energía renovable que China y África han llevado a cabo en el marco del FOCAC, muchas de las cuales se han convertido en proyectos emblemáticos que impulsan el desarrollo socioeconómico y la industrialización de África.
Esta cooperación también ha apoyado el impulso de la transición renovable en África. Según el informe de la Brookings Institution llamado Foresight Africa (Prospectiva de África), en 2030, el continente tendrá 17 ciudades con más de cinco millones de habitantes y 90 ciudades con al menos un millón de habitantes. El Banco Africano de Desarrollo predice que África puede más que duplicar su PIB industrial (de 751 000 millones de dólares a 1.72 billones de dólares) en la próxima década.
Aun así, África es el continente más vulnerable a los efectos adversos del cambio climático, que pueden amenazar con anular sus logros en materia de desarrollo y hacer que el continente se hunda en niveles aún más altos de pobreza extrema.
Por lo tanto, es importante que África construya instalaciones ecológicas de generación de electricidad más sólidas y resistentes para satisfacer la creciente demanda de electricidad derivada de la rápida urbanización e industrialización y reducir las presiones medioambientales. Y, como demuestran las numerosas centrales solares, eólicas, hidroeléctricas y térmicas que funcionan en toda África, su asociación con China es decisiva en este proceso.
La cooperación entre China y África en materia de energía renovable también contribuye a mejorar el bienestar de la población local. Además de los proyectos a gran escala que suministran energía a ciudades y regiones, se han puesto en marcha pequeños pero hermosos programas para satisfacer la demanda de electricidad de las comunidades rurales.
En septiembre de 2023, China prometió en la primera Cumbre Climática de África que lanzaría un programa en la franja del Sahel y adelantaría 100 millones de yuanes (alrededor de 14.1 millones de dólares) para proyectos solares en regiones a las que no llegan las redes eléctricas principales, lo que ayudará a al menos 50 000 familias.
Al margen de la 28.ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28), celebrada el año pasado, China anunció el lanzamiento del Programa China-África de Aceleración de la Innovación Energética, en virtud del cual China colaborará con África para explorar y aplicar tecnologías y soluciones innovadoras de menor escala que se adapten mejor a las necesidades diversificadas de los países africanos en su transición energética.
Los hechos hablan más que las palabras. Este doble enfoque, que combina proyectos energéticos de gran escala con programas más pequeños pero hermosos y centrados en las personas, ha ayudado a alumbrar numerosos hogares africanos, así como el camino de África hacia el desarrollo sostenible. En términos reales y concretos, China ha demostrado ser un socio confiable en un futuro más verde y grande para el continente.
Nota del editor: Yi Xin es un observador de asuntos internacionales radicado en Beijing.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las posiciones de la agencia de noticias Xinhua.