Con 30 años cumplidos como profesional de la salud, el pediatra Ricardo Acosta Rodríguez concede una entrevista para MILENIO. Con la solidez que da la experiencia, valora el humanismo de su profesión, acepta la alta responsabilidad que implica el cuidado de sus pacientes en la misma magnitud que celebra el privilegio de ejercer la medicina.
Estudió Medicina en la Universidad La Salle en la Ciudad de México, posteriormente cursó Pediatría y subespecialidad de Neonatología en el Instituto Nacional de Pediatría. Es uno de los médicos laguneros más seguido en redes sociales, su impacto digital creció en época de pandemia cuando compartió los avances científicos del combate contra el virus, respondió dudas y posteó que sobre ese y otros temas que contribuyen a mejorar el cuidado de la salud.
¿Qué significa ser médico después de 30 años?
Es una respuesta que podría ponerle dos palabras: responsabilidad y privilegio. El tener en las manos y la mente la vida, en este caso, de niños, de recién nacidos, e ir viendo en sus diferentes etapas su desarrollo, sus enfermedades, y después su época escolar.
Ahora con tantas cosas que se ven a través de redes sociales, de angustia, de pandemia, debemos vigilar la salud no solo física, sino emocional de los niños y de los papás, es realmente una tarea difícil.
De verdad que hay días que me levanto y me digo ¿cómo escogiste esto? Tienes en tus manos cosas sumamente importantes. Esta misión que tenemos implica dedicarnos en cuerpo y alma, día y noche a los chiquitines, tenemos que estudiar, ser consientes de que tendremos momentos en que todo salga bien, pero también de repente nos vamos a enfrentar a casos difíciles que hay que echarle todas las ganas y armar un equipo para que salgan perfectamente bien.
Y por otro lado, es un privilegio. Es una profesión en donde uno todos los días ve caras de agradecimiento cuando los niños -que afortunadamente 99.9 por ciento de las veces- están bien. La satisfacción de que las cosas salgan como uno quiere, sacar adelante a un paciente grave, e ir viendo cómo un bebé que nace se va desarrollando hasta convertirse en un adulto.
Imagínense ser parte de las familias, porque finalmente uno es parte no solo del aspecto médico que para eso estamos, sino también de tratar la salud biológica, psicológica… de ir haciendo que los chavos crezcan y estén bien. Los muchachos grandes que están en el Tec de Monterrey que de repente llegan y dicen: oye tío estoy saliendo con una chica cómo le hago para cuidarme, entonces tener que darles como segundos papás todas las orientaciones.
Es un gran honor y una manera muy satisfactoria, espiritualmente de pasar esta vida.
Ahora con la pandemia en mis redes sociales tener el privilegio de ir diciéndole a la gente cómo iban las cosas de una manera, espero haya sido así, de lo más científica y certera. Comentar qué sí servía, qué no y cómo se tenía que estar en la casa . Esto para mí fue una gran satisfacción porque en ese sentido ayudamos a mucha gente a bajarle el estrés, y a que se hicieran las cosas de la forma más correcta posible.
¿Cómo decidió ser médico?
En mi casa mi papá tuvo farmacias, mi abuelo estuvo a un año de ser médico y se tuvo que salir de la carrera para mantener a su familia, como que estaba destinado para mí ser doctor, no recuerdo querer hacer otra cosa que no fuera medicina desde pequeño, es algo que siempre me ha gustado e interesado.
¿Cómo encuentra a las nuevas generaciones de médicos?
Las nuevas generaciones de médicos se dividen en dos vertientes, tristemente la menor de ellas son personas sumamente preparadas, pero que por razones del cambio social, de las relaciones humanas se está perdiendo mucho el contacto personal, ahora se usa mucho el WhatsApp, las redes, y lo que siempre les digo a mis pacientes es que la medicina es una profesión de mirar a la cara, ver cómo se siente el paciente, ver la cara de angustia o no de niños y papás.
En ocasiones uno tiene el diagnóstico nada más con ver al pequeño. Y eso no se puede a través del WhatsApp. Por unos lados, bien técnicos y bien preparados, pero por otro lado se está perdiendo esa capacidad de relación humana.
Tristemente también está la vertiente de los que estudian profesiones en donde se gana mucho y son de otro tipo, me refiero a cirugías para bajar de peso, mientras que actualmente tenemos el problema de que no hay pediatras nuevos o hay muy pocos, no al ritmo que necesita la población.
Algunos de los nuevos médicos se dedican a especialidades desde luego muy redituables y que dan satisfacción de otro tipo.
¿Qué consejos les daría a los médicos que están egresando?
Lo primero que les diría es que cuando uno sale de la carrera no sabe nada y hay que seguir estudiando. Segundo, hay que ver al paciente en persona, estar con él y preocuparse porque no es nada mas curar una gripe, sino ver a toda la familia y, en tercero diría que la medicina da para vivir y no tiene uno porque lucrar. Da un lugar muy especial en la sociedad, somos personas que la gente hace sentir valiosas, pero no por lo que es económicamente, sino por lo que se hace a lo largo de su carrera.
Después de la pandemia, todas las semanas recibo dos o tres muchachos con depresión. Esta es una profesión de cariño, de compromiso, de estar presente y mi consejo es que la disfruten en lo más importante: la satisfacción de hacer las cosas bien.
Como médico ¿cómo lo cambió la pandemia?
Lo digo por mí y por los médicos que están a mi alrededor, la pandemia fue un parteaguas. Desde antes, la medicina era difícil pero de repente enfrentarse a algo desconocido, que era mortal y los médicos estábamos al frente de todo esto. Uno reflexionaba si le va a entrar o no, si va a consultar o no, qué sucede, qué viene.
Al momento de la pandemia al estar encerrado atendiendo partos con 10 cosas encima, sudando con los ojos empeñados por el calor, luego salir y ver en la esquina de la casa a gente en fiesta, era muy triste. Uno sabía que en dos semanas, esas personas que estaban en las bodas iban a estar hablando para buscar un cuarto de hospital y ser atendidos.
Fue muy triste porque hubo compañeros médicos que se fueron al estar al pie del cañón, se sale de la pandemia -que no hemos salido pero ya están más tranquilas las cosas- con una visión muy diferente. Tenemos que ser más humildes, entender que las cosas no son como uno piensa, contar con vacunas a los ocho meses de la pandemia fue algo que nunca se había visto.
Por un lado muy orgulloso de cómo estuvieron las cosas y por otro lado, discretamente decepcionado por la sociedad, la gente que no cree en las vacunas, que seguía haciendo cosas que no debía, sin embargo creo que al final nos cambió para bien, porque valoramos mucho más la vida y la salud.
¿Por qué es importante seguir estudiando y preparándose tras 30 años de trayectoria?
Todos los días hay que seguir preparándose, asistiendo a congresos, estudiando, leyendo revistas, cuando hay casos difíciles consultando con quienes conozcan del tema. La medicina en el mundo moderno no es de un solo doctor que saca un caso adelante, sino de un grupo de médicos, cada uno de ellos con una habilidad específica que entre todos ayudamos para que las cosas estén bien.
Si tenemos un niño con derrame cerebral en terapia, hay un neurólogo pediatra, cirujano, intensivista, pediatra, infectólogo, entonces hoy los médicos no somos los héroes solitarios, somos un grupo que ayudamos a que todo esté perfectamente bien.
La medicina es conjunto, es sentarnos una noche y platicar sobre lo que presenta el paciente y qué podemos hacer, a veces tenemos diferencias de opinión pero de todo eso sale una directriz, y es muy importante contar con ese grupo.
Orgullosamente tengo un maravillo equipo a mi lado, todos hacemos cosas que unos años atrás era impensable y un hospital que nos permite hacerlo.
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Hoy hay mucho interés de estudiar medicina pero pocos lugares para hacerlo, ¿qué opina de esto?
Hay personas estudiando medicina, tristemente para oftalmología, cirugía bariátrica, cirugía plástica, la cantidad de médicos internistas y pediatras ha disminuido. Sin embargo es muy interesante y me da mucho gusto, que cuando menos en pediatría, son más mujeres que hombres quienes estudian esta carrera. Las mujeres pediatras son realmente obsesivas, puntillosas, no se les va una.
¿Qué le ha regalado la medicina?
Una familia maravillosa, el levantarme todos los días y el saber que puedo hacer algo por mi sociedad, el sentirme satisfecho con estos 30 años, una posición económica buena, no tengo dinero como para irme un año a recorrer el mundo pero sí una sensación muy plena desde el punto de vista del alma, de lo espiritual, de saber que uno ha hecho cosas buenas por mucha gente.
Antes de concluir, el médico aclara que no está pensando en retirarse, sino en seguir para colaborar y educar a médicos nuevos. Sentencia que no se imagina algo más en donde hubiera podido sentirse mejor. "Recibir a los bebés de los bebés que recibí, es maravilloso, soy pediatra abuelo", concluye orgulloso.