Al menos, 75 por ciento de los trabajadores viven con estrés, problema que incrementa entre las personas que están ocupadas en el sector informal donde se carece de prestaciones, descansos y seguridad social. En medio de la pandemia, crecieron en 500 por ciento las llamadas alteraciones laborales, es decir, los problemas relacionados con síndrome de desgaste, ansiedad, depresión y trastornos alimenticios.
Gabriela Roldán Hernández, investigadora del área de administración del capital humano de la Universidad Iberoamericana Puebla, explicó que 60 por ciento de las personas reciben alguna remuneración por su trabajo; sin embargo, más de la mitad de la fuerza laboral se encuentran en el sector informal.
Son los hombres de entre 18 y 30 años son quienes presentan mayores niveles de estrés en el trabajo y las principales causas se relacionan con presión por parte de superiores, falta de estabilidad y asuntos financieros.
Dentro de las alteraciones más comunes en el trabajo en tiempos de la pandemia de la covid-19 incluyen el síndrome de desgaste laboral, conocido como burnout; ansiedad; perturbación en el sueño; depresión, y trastornos alimenticios.
“Las incidencias del burnout, la ansiedad, la perturbación del sueño, la depresión y los transtornos alimenticios se quintuplicaron en medio de la COVID. No hemos dado espacios de duelo. Eso impacta en la conducta y el desempeño laboral”, apuntó.
Actualmente, 50 por ciento del mercado laboral era informal; mientras que, en el estado de Puebla, el problema es mayor porque 66 por ciento de quienes están ocupados lo hacen sin seguridad social ni prestaciones.
“Somos el país que más horas laborales tiene en América Latina. Además, vivimos en condiciones de discriminación. Seis de cada diez personas tienen algún tipo de trabajo remunerado. Sin embargo, más de la mitad de la fuerza laboral se encuentra en el sector informal”, detalló.
El cuidado de la salud mental en el trabajo requiere de una revisión exhaustiva de los riesgos psicosociales a los que pueden estar sujetos los trabajadores; sin embargo, en el empleo informal es complicado que se pueda garantizar el derecho.
“No solo hablemos de que la persona se enferma porque no se adapta. También hay veces en las que las condiciones del trabajo generan apatía”, explicó la especialista de la institución que forma parte del Sistema Universitario Jesuita.
La definición de trabajo decente fue incluida en la Constitución Política de México; además, la NOM-035 establece criterios para el diseño de una cultura organizacional libre de violencias, lineamientos que solo se pueden aplicar en el trabajo formal.
“Actualmente, los entornos laborales deficientes dan cabida a cargas excesivas y control insuficiente de trabajo, inseguridad laboral, y riesgos para la salud mental. Vivimos en una cultura organizacional que premia el presentismo”, lamentó la especialista.
Por su parte, Ivonne Tapia Villagómez, investigadora de la Ibero Puebla, resaltó que, en la actualidad, proteger la salud mental de los trabajadores tiene múltiples beneficios para los empleadores, como retención del talento, disminución del ausentismo y aumento de la productividad.
AFM