Enormes columnas de ceniza, domos de lava y potentes exhalaciones: el Popocatépetl ha hecho de octubre un mes de alta actividad volcánica. En solo dos semanas se registraron más de 3 mil minutos de tremor, se activó la segunda fase de alerta amarilla y se han captado un sin fin de impactantes coronas de humo.
El Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) prevé que 'Don Goyo' continúe formando plumas de vapor, lluvias de ceniza y borbotones de material incandescente. Aunque para algunos esto podría ser señal de alarma, lo cierto es que este es solo un episodio más en la vida de uno de los volcanes más activos del mundo.
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Al tratarse de un estratovolcán, se deben tomar siempre las precauciones necesarias, ya que estos se caracterizan por tener erupciones periódicas capaces de afectar a las personas que viven cerca de ellos.
Por ahora y mientras no llegue a tener un comportamiento similar como el que se registró a finales del 2000 y principios del 2001, no hay de qué preocuparse, como asegura el geólogo Alejandro S. Méndez.
La noche de los 41 mil evacuados
El 15 de diciembre cerca de 41 mil personas abandonaron sus hogares. De noche, y con algunas de sus pertenencias a cuestas, comenzaron una evacuación ordenada por el entonces coordinador general de Protección Civil, Oscar Navarro Gárate, quién había tomado la decisión de establecer un radio de seguridad de 13 kilómetros ante la creciente posibilidad de que se diera una erupción.
Los albergues fueron habilitados para las once comunidades que fueron evacuadas y se repartieron cubrebocas con el fin de que los habitantes de la región evitaran inhalar las cenizas que caían del cielo. Aunque las autoridades negaron que se había alcanzado el semáforo en rojo, las medidas preventivas obedecieron a dicha fase.
Las poblaciones más vulnerables, como las de Santiago Xalitzintla y San Pedro Benito Juárez, Puebla, no pudieron volver hasta después de 10 días. Y es que, durante esa semana ‘Don Goyo’ se había convertido en una bomba de tiempo, la lava fresca que se acumulaba parecía una sopa a punto de desbordarse.
El 18 de diciembre, después de tres días de relativa calma, comenzó una nueva etapa eruptiva. A partir de ese día y hasta el 19 comenzó a brotar el material incandescente. Las erupciones fueron de relativa baja explosividad, pero tuvieron una larga duración, lo que les dio un lugar en el ranking de las más fuertes registradas en medio siglo.
En tres ocasiones el Popocatépetl escupió grandes cantidades de fragmentos incandescentes que cayeron a sus costados, iluminando su cráter. Tras cinco días de calma, se dio una explosión que destruyó el doceavo domo y catapultó fragmentos indecentes a 2.5 kilómetros del volcán. Desde la lejanía, la enorme corona de ceniza de 5 kilómetros se erguía.
Un nuevo año y una decisión que pudo haber sido prematura
Ya entrado el 2001, y sin novedades en el volcán, la población que seguía en evacuación por fin pudo regresar a su hogar. Sin embargo, solo nueve días después, “quedó claro que esa decisión pudo haber sido prematura”, como explica el
A las 14:58 horas del 22 de enero una sacudida de 2.8 de magnitud anunció que el volcán solo se había tomado un descanso momentáneo. Tras el sismo volcanotectónico, exhaló vapor de agua que alcanzó 1 kilómetro de altura.
Una hora después, su furia se desató : una mezcla de material volcánico y gases (conocida como flujos piroclásticos) descendió a gran velocidad por varias de las cañadas del volcán.
El glaciar del Popocatépetl sucumbió al calor liberado por el flujo (que puede llegar a tener hasta 700°C de temperatura) y cerca de 1 millón de metros cúbicos de hielo fueron arrastrados formando una especie de lodo al mezclarse con la ceniza. El material avanzó con fuerza, deteniéndose a apenas 1 kilómetro de la población de Santiago Xalitzintla.
A las 16:40 h la columna eruptiva tenía una altura de 8 km sobre el nivel del cráter. De acuerdo con el Cenapred, la erupción de aquel día tuvo un Índice de Explosividad Volcánica (VEI) de 3 a 4, es decir, arrojó 10 más de diez mil millones de metros cúbicos de material.
El 29 y 30 de enero el volcán presentó otras exhalaciones explosivas, que lanzaron pequeños fragmentos sobre la ladera orienetal del volcán.
“Estas exhalaciones y explosiones no removieron más del 10-20% del volumen del doceavo domo, por lo que el antiguo cráter quedó prácticamente relleno hasta el borde, aunque con un cráter interno de unos 320 m de diámetro”, señala el documento Historia de la actividad del volcán Popocatépetl.
El día en que se activó el semáforo en rojo
Aunque no se equipara con lo ocurrido en el 2000 y 2001, esta poderosa montaña humeante provocó que en junio de 1997 el semáforo de alerta volcánica se pusiera por varias horas en color rojo, es decir, en máximo nivel de alertamiento.
Y es que junio fue el mes en el Popocatépetl experimentó una de las más poderosas erupciones de las que se tienen registro desde su ‘despertar’ en 1994. Previo a que ocurriera, se presentaron sismos volcanotectónicos de entre 2 y 2.7 de magnitud y se generó una enorme pluma que alcanzó en pocos minutos los 8 km.
A su vez, se reportó la caída de ceniza en muchos poblados alrededor del volcán incluyendo la Ciudad de México.
“La intensidad de la erupción alcanzó el índice de explosividad (VEI) de 2 a 3 y condujo, por recomendación del Comité Científico Asesor, a que el color del semáforo de alerta volcánica se pusiera por varias horas en color rojo”, señala el Cenapred.
A diferencia de lo que ocurrió en los 2000, en dicha activación no se implementaron labores de evacuación.
Cuando aún no había semáforo
El Popocatépetl es más viejo que cualquier ciudad que haya visto nacer el territorio que hoy conforma México: tiene cerca de 730 mil años, se cree que surgió a partir de los vestigios de volcanes antiguos.
Es de esperarse que no se conozcan todos los detalles de su largo pasado, por lo que puede que hayan ocurrido erupciones más grandes de las que se tiene conocimiento. Por ahora, y gracias a un estudio reciente, se sabe que la última gran erupción fue hace 14 mil 500 años.
Esta se caracterizó por ser pliniana (también conocida como vesubiana, en referencia a la gran erupción del Vesubio, en Italia) una de las más explosivas y con la capacidad de provocar altas columnas de lava (superiores a los 20 kilómetros). Dado su alcance pueden afectar áreas ubicadas a cientos y miles de kilómetros del volcán.
LHM