Especialistas en salud materna coincidieron en la necesidad de trabajar en ejes como la reorganización de los servicios de salud, a través de filtros, la vinculación del primer nivel de atención, con los servicios de salud comunitario y promotores locales, además de una coordinación constante con las unidades de mayor resolución, a fin de disminuir los índices de mortalidad materna.
Durante los trabajos del ejercicio virtual “Seminario Salud y Mortalidad Materna en México en el marco de la covid-19: una aproximación desde los derechos humanos”, el secretario ejecutivo del Comité Promotor por una Maternidad Segura en México, David Meléndez, refirió que hasta el corte del 2 de agosto se presentaba un aumento en la razón de mortalidad materna en el país, al pasar de 19 por ciento a 25 por ciento, con 97 muertes maternas por covid-19 y 33 defunciones clasificadas como sospechosas, en tanto, la tasa de letalidad se ha reducido, pues pasó de tres a 2.7 por ciento, pero la razón de mortalidad materna por covid-19 incrementó, pasó de 7.3 a 8.1 por cada 100 mil nacidos vivos estimados.
“Estas últimas cifras son de las más altas reportadas a nivel mundial, junto con otros países como Brasil y algunos otros latinoamericanos. Un dato que llama la atención es que hace dos semanas teníamos un incremento de la mortalidad materna prácticamente por las defunciones a expensas de la mortalidad materna por covid, es decir, el resto de las causas se mantenían sin mayores incrementos”.
En el último reporte emitido por las autoridades del sector salud, puntualizó, se observa un incremento también por las causas regulares como la hemorragia obstétrica y los trastornos hipertensivos del embarazo.
El riesgo del incremento en la razón de mortalidad materna, precisó, ya era advertido en diversos estudios; sin embargo, en estos no se contemplaba que fuera a expensas del covid-19 sino por las causas ya conocidas de la mortalidad materna, por lo que urgió a mejorar la actuación y el desempeño del sistema de salud.
Para reducir este indicador, apuntó, es necesario trabajar en al menos tres ejes principales: la rectoría de los servicios de salud, el financiamiento y la formación de recursos humanos.
En este marco, la asesora en Familia y Promoción de la Salud y Curso de Vida de la Organización Panamericana de la Salud, Elitte Valladares, reiteró que los servicios de salud materna y neonatal deben considerarse como servicios esenciales y mantenerse durante la pandemia, además de los servicios de planificación familiar y salud sexual y reproductiva.
También recomendó una reorganización de los servicios de salud, a través de filtros y la vinculación con los servicios de salud de primer nivel, con los comunitarios, los promotores locales, y una articulación con unidades de mayor resolución.
Reiteró que hasta el momento no hay evidencia suficiente para señalar que las embarazadas tengan mayor riesgo, que la población general de contraer covid-19 o que se manifieste de una forma más grave en este sector que en otros.
Del mismo modo, coincidieron los y las participantes que se deben considerar las condiciones socioeconómicas y étnicas que puedan traducirse en mayores desigualdades y riesgos diferenciales para que la mujer y el recién nacido puedan enfermarse, complicarse o morir y con ello, tratar de reducir este indicador que es medido por diversos organismos nacionales e internacionales.
KVS