Los científicos que se abrieron paso entre el desastre para ir tras las huellas de ‘Otis’

De acuerdo con la ingeniera Miram Zarza y el físico Valente Gutiérrez, los datos obtenidos por el Servicio Mareográfico Nacional pueden ayudar a fortalecer la prevención en un futuro

La experiencia de cientificos que rescataron datos del huracán Otis
Lizeth Hernández
Ciudad de México /

Valente Gutiérez y Miriam Zarza, investigadores del Servicio Mareográfico Nacional, se convirtieron en detectives al ir tras las huellas que dejó el huracán Otis', monstruo de aire caliente y húmedo que dejó en ruinas a una ciudad

Fue en la devastación misma en la que encontraron información clave del ciclón, misma que hoy permite analizar qué fue lo que pasó aquella madrugada del 25 de octubre, cuando el viento arrastró a Acapulco.

Y es que, para los científicos, los datos son vitales: con ellos no solo se aproximan a esclarecer las preguntas sin respuesta, sino también a acercarse a escenarios futuros.

Siguiendo las huellas

Debido al impacto ocasionado por el huracán categoría 5, los investigadores pensaron que los datos ya se habían perdido, que, como los árboles, yates y lanchas, había sido arrastrada, puesto que poco después de que tocó tierra, se cortó la señal de internet y vía satelital de las estaciones mareográficas con las que se hacía el monitoreo en la zona.

Pasaron más de 24 horas sin novedad, sin embargo, las sospechas de que los instrumentos receptores habían sido arrancados y elevados por los aires se diluyeron rápidamente.

“Después de dos días empezaron a transmitir señal y eso es lo que nos motivó a ir al sitio para rescatar esta información”, explicaron en una entrevista para MILENIO.

Fue así que iniciaron su viaje rumbo a la joya del Pacífico. La ingeniera Miriam y el físico Valente salieron de Ciudad de México de madrugada.

Apenas durmieron, pero valió la pena pues levantaron nuevamente la transmisión de las estaciones, juntaron un acervo fotográfico de las afectaciones en Acapulco y además, recabaron información que podría ayudar en un futuro para la prevención de estos desastres naturales.

Las historias más allá de los números

Valente y Miriam salieron tres días después del impacto, no sabían qué esperar del trayecto, sin embargo, lograron llegar en cinco horas al puerto guerrerense.

Una vez en el lugar procedieron con su labor para rescatar las estaciones mareográficas así como los datos recabados por ellas. Para su sorpresa, todas seguían de pie: soportaron el embate de ráfagas de viento casi tan veloces como los autos de la Fórmula 1. 

“Lo que hicimos fue conectarnos al equipo vía cable porque ya no se habían podido rescatar los datos ni de manera satelital, forzosamente teníamos que acceder al conector de datos”, comenta Valente, quien trabaja como técnico académico en el Servicio Mareográfico Nacional.

Con los números ahí contenidos pudieron reconstruir la escena: a qué hora cambió la presión atmosférica, los minutos clave de su llegada e incluso la humedad que se experimentó en la zona ante la presencia de ‘Otis’.

Uno de los datos más importantes y precisos que obtuvieron fue el de la velocidad de ráfaga: a las 00:40 del 25 de octubre el ciclón alcanzó el nivel máximo de 329.76 km/h, número muy cercano al de un automóvil Fórmula 1.

“Es algo monstruoso, capaz de llevarse todo lo que vimos: estructuras, árboles, ventanas de edificios”, reitera el investigador.

Además, en la reconstrucción de los hechos, tanto Valente, como la ingeniera se acercaron a los pobladores para dar con el paso del huracán, a trevés de los testimonios entretejieron la fórmula que derivó en tragedia.

Algunas personas les contaron cómo vieron laderas venirse abajo, sobre viviendas en donde se encontraban familias completas; escucharon historias de pescadores que salieron a rescatar sus botes o sus lanchas y ya nos regresaron más.

Junto con lo narrado, notaron algunas coincidencias, entre ellas que los habitantes describieron al huracán como un evento ‘seco’ a diferencia de otros ciclones tropicales.

“Nos comentaban los lugareños que este huracán fue muy seco (así le llamaron). Desgraciadamente no tenemos un pluviómetro para monitorear la cantidad de lluvia, sin embargo, todo apunta a que la gran afectación fue debido a los vientos y no a la lluvia, como en el caso del huracán Paulina en 1997”, explica el experto.

Con los testimonios también detectaron que no se dio una marea de tormenta alta, es probable que de haberse presentado los estragos ocasionados por ‘Otis’ hubieran aumentado su potencia. Por otro lado, lo que sí notaron los habitantes de la zona fue un fuerte oleaje durante el paso del huracán.

“Encontramos una lancha bastante grande, las olas la sacaron del mar. También una embarcación bastante grande, los lugareños nos explicaron que pesaba como 20 toneladas y quedó en el malecón. Además, en el club de yates estuvo muy feo, quedaron unos arriba de otros”, comentan los investigadores.

Radiografía de 'Otis', el huracán ‘monstruo’ que se formó en cuestión de horas

La importancia de los datos

Como tal, los pronósticos no erraron en sus cálculos, pero sí dieron menos tiempo de respuesta para que se resguardaran la gente, según explica la ingeniera Zarza.

“Al principio la gente pensaba que ’Otis’ iba a tocar como tormenta tropical o huracán categoría 1; casi seis horas después les aumentan la categoría a huracán cuatro y en prácticamente una hora les dicen: ‘pues se encierran en su casa y es categoría 5 como va a impactar’, entonces los modelos fallaron en la labor de prevención”, reflexiona la también auxiliar de servicios Geofísicos de la UNAM.

En este sentido, los dos integrantes del Servicio Mareográfico Nacional explican que los modelos que se realizan para anticipar el comportamiento de los ciclones tiene el principal objetivo de prevenir, sin embargo, en ésta ocasión hubo una falla 'bastante grande.

Cementerio de yates |Servicio Mareográfico Nacional UNAM

De acuerdo con Gutiérrez Quijada, en un modelo tradicional se espera un error de alrededor de 8 nudos; en el caso del huracán ‘Otis’ la falla de los modelos fue de alrededor de 80, es decir, un margen 10 veces más grande, por lo que “fallaron por demasiado”.

“Lo importante de los datos es para calibrar los modelos, o sea, se van a correr varios modelos hasta que realmente estén muy cercanos del dato real (...) por eso sirven los instrumentos, para decir, ‘Vamos a adaptar modelos hasta que realmente se acerquen a la realidad”, reflexionan.

Bajo este sentido, el experto en física aseguró que las autoridades deben invertir más en la ciencia para generar modelos más precisos, y así lograr que estos se calibren de tal forma que se obtengan evaluaciones más certeras en el futuro, sobretodo tomando en cuenta que la intensidad de los ciclones podría aumentar debido al calentamiento global.

​LHM



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