La medición del hielo en Groenlandia o en la Antártida es un ejercicio relativamente preciso en 2019, gracias a un arsenal de satélites, de estaciones meteorológicas y de modelos climáticos sofisticados.
Los científicos incluso pudieron hacerlo bastante bien en las décadas de 1990 y 2000, pero las estimaciones de décadas anteriores no habían sido confiables, ya que los satélites y otras tecnologías de medición estaban menos avanzadas.
En un estudio publicado en la Academia Estadunidense de las Ciencias (PNAS), los investigadores recalcularon el deshielo desde 1972, cuando los primeros satélites Landsat, que fotografiaban regularmente Groenlandia, fueron puestos en órbita.
"Cuando uno mira hacia atrás durante varias décadas, es mejor sentarse antes de ver los resultados, porque da un poco de miedo ver lo rápido que cambia", dijo el glaciólogo francés Eric Rignot, de la Universidad de California, en Irvine, coautor del estudio con colegas de California, Grenoble, Utrecht y de Copenague.
"Es algo que también afecta las cuatro esquinas de Groenlandia, no solo las partes más cálidas del sur".
Seis veces más derretido
Los glaciólogos tienen a su disposición tres métodos para medir el derretimiento de los glaciares.
Los satélites simplemente miden la altitud —y sus variaciones— usando un láser: si un glaciar se derrite, el satélite ve como disminuye su altura.
Una segunda técnica aplicada desde 2002 gracias a los satélites de la NASA , consiste en medir las variaciones de gravedad terrestre: como las montañas casi no se mueven son los movimientos y las transformaciones del agua las que los explican.
Finalmente, los científicos han desarrollado los llamados modelos de balance de masas: comparan lo que se acumula en Groenlandia (lluvia, nieve) con lo que sale (ríos de hielo), y así calculan lo que queda.
Estos modelos, confirmados con mediciones en tierra, se han vuelto muy confiables desde mediados de la década del 2000, dice Eric Rignot, con un margen de error de cinco por ciento al siete por ciento, comparado con el de cien por ciento de hace unas décadas.
El equipo utilizó estos modelos para "retroceder en el tiempo" y reconstruir en detalle dónde estaba el hielo de Groenlandia en las décadas de 1970 y 1980.
Los pocos datos disponibles para este período (fotos satelitales de resolución media, fotos aéreas, núcleos de nieve y otras observaciones de terreno) permitieron afinar el modelo.
"Hemos añadido un pequeño trozo de historia que no existía", añade Eric Rignot.
El resultado es que en la década de 1970, Groenlandia ganó un promedio de 47 gigatoneladas de hielo por año (Gt/año), antes de perder un volumen equivalente en la década de 1980.
El deshielo continuó a este ritmo en la década de 1990, antes de una fuerte aceleración a partir de la década de 2000 (187 Gt/año) y especialmente a partir de 2010 (286 Gt/año).
El hielo se está derritiendo seis veces más rápido hoy que en la década de 1980, según los investigadores. Según se informa, los glaciares de Groenlandia por sí solos han contribuido a un aumento de 13.7 milímetros del nivel del mar desde 1972.
"Es un trabajo excelente por un grupo de investigadores bien establecido que utiliza los nuevos métodos para extraer más información de los datos disponibles", comentó Colin Summerhayes, de Scott Polar Research Institute en Cambridge.
Como un trabajo similar del mismo equipo para la Antártida, el nuevo estudio ofrece un contexto más prolongado del rápido deshielo observado en Groenlandia los últimos años.
"El deshielo glaciar observado desde hace ocho años es equivalente al de cuatro décadas anteriores", resume Amber Leeson, de la Universidad de Lancaster.
RL