Leydy Aracely Pech Martín es una apicultora maya que fue capaz de organizar a su comunidad para frenar la siembra de soya transgénica en la Península de Yucatán, luego de que la muerte masiva de abejas en las comunidades mayas de la zona de Hopelchén en Campeche, la alertaron sobre el daño ambiental provocado por la siembra de soya transgénica de Monsanto.
En 2015, las comunidades mayas lograron que la Suprema Corte de Justicia de la Nación suspendiera los permisos entregados a Monsanto, hasta que se realice la consulta a la que las comunidades indígenas tienen derecho; sin embargo, Leydy Pech sostiene que la degradación ambiental continúa en la península, no solo por la siembra de soya transgénica, sino ahora también por cultivos de maíz modificado genéticamente.
Tras 10 años de lucha, a finales del pasado mes de noviembre de 2020, Pech Martín fue reconocida con el Premio Goldman, el galardón ambiental más importante del mundo, considerado el Nobel de Medio Ambiente, un hecho que califica como histórico, que reconoce el valor y trabajo de las mujeres mayas, una cultura que sigue viva, y que exige frenar en su territorio la agricultura industrial que deforesta la selva, contamina cenotes con el uso de plaguicidas y afecta a la salud humana.
“Las abejitas forman parte de esta defensa, son elementos importantes que visibilizaron, que nos permitieron mirar lo que está sucediendo, el grado de afectación que tenemos en el medio ambiente”.
En entrevista con MILENIO, Lady Pech relató el proceso de lucha que llevó a la Fundación Goldman a reconocer su labor en colectivo con otras mujeres mayas.
¿Qué significó este premio?
Es un premio colectivo, la suma de esfuerzos de muchas personas de las comunidades que estamos en defensa del territorio. Es histórico para nosotros, para el pueblo maya, para las mujeres, reconocer y valorar la lucha de nosotras. Este premio nos da la oportunidad de visibilizar la importancia del trabajo que tienen los pueblos indígenas en su territorio, pero también, la oportunidad de valorar el trabajo y participación de las mujeres.
¿Cómo una mujer, logra que los hombres y la comunidad entera se sumen a la lucha contra Monsanto?
Los primeros afectados son las abejas, porque necesitan de esos hábitats, de la selva y estas especies de plantas que ya no están porque se ha deforestado, por este monocultivo como es la soya, el sorgo. Lo que se está cuestionando es este modelo de agricultura, un modelo de desarrollo que se está implementando en todas las regiones, no solamente en la península de Yucatán, sino a nivel nacional, grandes proyectos que están afectando los medios de vida de los pueblos indígenas.
En nuestra lucha, las abejas forman parte porque la deforestación, el uso de plaguicidas y la contaminación del agua, son los impactos y resultados de este modelo de la agricultura, que ha cambiado la forma de vida de la gente y está afectando de manera significativa los medios de vida que tenemos las comunidades indígenas.
¿En qué momento deciden ustedes que deben actuar en contra de estos permisos de siembra de transgénicos en su comunidad?
Cuando nos enteramos del permiso que se le otorgó a la empresa Monsanto para la siembra de 257 mil hectáreas de soya transgénica para siete estados de la República, dentro de esos la Península de Yucatán, eso nos preocupó mucho y fue lo que nos llevó a organizarnos de manera rápida como comunidades.
Para nosotros la apicultura es una actividad económica que nos permite el sostén de las familias, y miramos que estas deforestaciones que se están haciendo para poner soya, ese incremento de uso de plaguicidas que nos está matando a las abejas, eso nos llevó a organizarnos, a interponer dos amparos, desde 2012 hasta el 2015 tuvimos este proceso legal, ya en juzgados legales, hasta llegar a la Suprema Corte nos dio la razón de que se violó nuestro derecho a la consulta.
En ese primer momento, se ordena que no se puede seguir sembrando soya hasta que no se haga la consulta, es algo histórico para nosotros fue un buen momento porque se nos dio la razón, porque logramos demostrar las afectaciones de este modelo de agricultura.
¿Qué les pasó a las abejas… desaparecieron, murieron? ¿cuáles fueron las afectaciones?
Hubo reportes de muertes masivas de abejas por parte de los apicultores de las comunidades, debido a las fumigaciones aéreas con productos altamente tóxicos, hay químicos que matan a las abejas como los neonicotinoides.
Eso fue lo que nos preocupó y pudimos palpar el impacto está afectando a la apicultura, pero todos estos residuos tóxicos de plaguicidas que se están usando, también se están filtrando en el agua, ya que en la península de Yucatán no tenemos ríos, tenemos cenotes donde se filtra el agua.
¿De qué manera la agricultura industrial contaminó el agua?
Esos espacios no son aptos para la agricultura a gran escala, no tienen vocación. Estos campos agrícolas se empezaron a inundar y perforaron pozos de absorción para ir drenando el agua, lo que sucedió es que los residuos de pesticidas se van directo a los mantos freáticos, el agua se empezó a contaminar. Se hicieron análisis del agua y se pudo encontrar residuos de plaguicidas, entre ellos el glifosato. También se hicieron análisis de orina en las personas que estamos cercanos a esos campos de cultivo, a jornaleros y también salieron positivos a glifosato. Estas aplicaciones están afectando la salud de las personas, ya sea porque estamos expuestos de manera permanente a las fumigaciones y porque lo estamos consumiendo.
El Dato.¿Quién es Leydy Pech?
Leydy Pech forma parte del colectivo Muuch Kambal y el Colectivo de comunidades Mayas de los Chenes, desde 2012 presentaron diversos juicios de amparo para denunciar que los permisos otorgados a Monsanto vulneraron sus derechos como pueblos indígenas. En 2015, la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación reconoció la violación al derecho que las comunidades indígenas tienen a la consulta y suspendieron los permisos otorgados a Monsanto hasta que se haga la respectiva consulta, pero la degradación ambiental continúa en la península, lamentó Pech.
La lucha no ha sido en vano, las comunidades estamos conscientes de lo que estamos viviendo. Hoy en día, con esta sentencia que nos dio la Suprema Corte con dos suspensiones de permisos que otorgó Senasica en el 2017 y este último en agosto de 2020, no han sido suficientes, porque no se ha podido traducir en una realidad. La consulta indígena está parada, después de 6 sesiones no pasamos de la fase de acuerdos previos, y no se reconoce el derecho a la autonomía y libre determinación de los pueblos indígenas, las consultas no son vinculantes, las decisiones que se tomen no van a ser obligatorias.
A nosotras las comunidades no nos toca resolver el problema, eso hay que entenderlo, a nosotros nos toca visibilizar, denunciar y pedir que se resuelvan no son problemas aislados, sino que tiene que ver con el gobierno municipal estatal, federal, es allá donde hace falta este vínculo entre ellos, ponerse de acuerdo.
Se sigue sembrando soya, fumigando con avionetas, se sospecha que hay maíz ahora en nuestra región y territorio, es algo que sí requiere ya de una atención urgente especial a la situación que estamos viviendo en Hopelchén, expresó.
bgpa