La Luna registra en promedio casi ocho eventos de impacto por hora de meteoroides en el conjunto de su superficie, según una extrapolación de datos del proyecto NELIOTA de la ESA.
El sistema NELIOTA es el primero en usar un telescopio de 1.2 metros para monitorear destellos fugaces procedentes de la Luna y como tal, es capaz de detectar destellos de dos magnitudes más débiles que otros programas de monitoreo lunar, que generalmente usan telescopios de 0.5 metros o más pequeños.
En febrero de 2017, una campaña de 22 meses comenzó a observar los destellos lunares con el telescopio Kryoneri de 1.2 metros, en Atenas, el telescopio más grande en la Tierra para monitorear la Luna.
Los destellos de luz causados por los impactos lunares son mucho más débiles que la luz del Sol reflejada en la Luna. Por esta razón, sólo podemos observar estos impactos en el 'lado oscuro' de la Luna, entre la Luna Nueva y el Cuarto Creciente, y entre el Cuarto Menguante y la Luna Nueva. La Luna también debe estar por encima del horizonte, y las observaciones requieren una cámara de fotograma rápido, como la sCMOS de Andor Zyla utilizada en el proyecto NELIOTA.
Hasta la fecha, en las 90 horas de tiempo de observación posibles que permitieron estos factores, se han observado 55 eventos de impacto lunar. Extrapolando de estos datos, los científicos estiman que hay, en promedio, casi ocho destellos por hora en toda la superficie de la Luna. Con la extensión de esta campaña de observación a 2021, más datos deberían mejorar las estadísticas de impacto.
Otra característica única del proyecto NELIOTA es su capacidad para monitorear la Luna en dos "bandas fotométricas", que recientemente permitieron a la primera investigación para determinar la temperatura de los destellos lunares, que van desde los mil 300 hasta los 2 mil 800 grados Celsius.
Los destellos de impacto se conocen como fenómenos lunares transitorios, porque aunque son comunes, son ocurrencias fugaces, que duran sólo fracciones de segundo. Esto los hace difíciles de estudiar, y debido a que los objetos que los causan son demasiado pequeños para ver, es imposible predecirlos.
RL