A un año de la pandemia de covid-19, la palabra resiliencia suena como un concepto ligado a la capacidad de adaptación de quien ha sufrido, pero se trata de un proceso para reconstruirnos, para enfrentar la adversidad sin que ello signifique felicidad, pero sí sobreponerse de manera individual o colectiva ante las diferentes situaciones traumáticas vividas, señaló la doctora Karla Salazar Serna, científica social, colaboradora de la Coordinación de Humanidades de la UNAM.
“Es un proceso que conlleva a factores personales y sociales, que se interrelacionan entre sí y permiten a un individuo, un grupo o comunidad que tras un trauma o adversidad puedan sobrellevarla y después sobreponerse hasta lograr una transformación que permita el inicio de nuevos proyectos de vida”, indicó.
En entrevista con MILENIO, Salazar Serna consideró que la vida después de la pandemia de covid-19 no volverá a ser la misma, por lo que ahora tenemos una enorme oportunidad para reconstruirnos, dejando de lado la cultura del sufrimiento, y procurando propiciar la resiliencia, desde un escenario de esperanza realista, más que de agobio, crisis, tensión o negatividad.
“La vida después de que se abran las puertas, cuando se acaben los semáforos en rojo o naranja, no va a ser fácil, no vamos a poder socializar de la misma manera, nos van a faltar personas, nos van a faltar amigos, familiares, nos van a faltar espacios para relacionarnos. Desde diferentes ámbitos, hoy tenemos que trabajar en favor de la resiliencia individual grupal y comunitaria para que sea una resiliencia social, incluso se habla de una resiliencia política”.
Dejó claro que el hecho de que una persona o grupo busque su resiliencia, no exime a los gobiernos a trabajar en pro de ella, y a los diferentes ámbitos para generarla. Señaló que su trabajo se ha enfocado en el acompañamiento a familiares de víctimas de desaparecidos, y otras violaciones graves de derechos humanos, quienes, –considera– llevan la resiliencia como un proceso para sobrellevar el dolor por la pérdida de sus seres queridos y luego sobreponerse, y de quienes la sociedad entera puede aprender cómo llevar ese proceso en el contexto de la pandemia.
“No darle más problemas al problema, es decir, analizar con claridad los problemas que hoy tenemos por la pandemia en su justa dimensión, el victimizarnos no nos va a ayudar a sobreponernos, hay que reconocer que hacemos con la adversidad, sobre que hace la adversidad con nosotros, que no dicte nuestro camino”.
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Reconocer nuestros conocimientos y saberes
En ese sentido, dijo que uno de los pilares de la resiliencia es la introspección, la capacidad de mirarnos honestamente y reconocer nuestras limitaciones y alcances.
“El dolor en estos tiempos es inevitable, pero el sufrimiento es opcional, hay que hacer una introspección para reconocer qué saberes tenemos como individuos nos puede ayudar a crear nuevos proyectos de vida”.
Describió que los otros pilares de la resiliencia son el ser flexibles, para aceptar que el mundo está cambiando de manera abrupta y nos coloca ante nuevos retos; así como ser creativos para ordenar el desastre en el que nos encontramos y transformarlo en algo útil.
“Hacer un reconocimiento de lo que sí tengo control ahora y de lo que no tengo control, reconocer nuestros conocimientos y nuestros saberes nos van a ayudar a la reconstrucción. Ante la adversidad, se vale sentirse triste, deprimidos, enojados, se vale tener sentimientos que muchas veces hemos negado, pero lo que no se vale es darles más espacio del que les corresponde.
“Tenemos que vivir procesos de duelo ante las pérdidas, y estos procesos son complejos, pero una vez que lo reconozcamos podemos llegar a un proceso de resiliencia, que tampoco es un estado, es como una montaña rusa”.
Dijo que para ser resilientes no se requiere de un trabajo de sesiones terapéuticas, sino que “para que la sociedad se sobreponga a la adversidad, lo que se requiere es una actitud resiliente, en la que todos, absolutamente todos podemos incidir”.
No obstante reconoció que desde la universidad, los investigadores y académicos tienen la obligación de generar los factores que permitan establecer espacios con la población y trabajar en favor de la resiliencia, un concepto definido por Boris Cyrulnik, un neurólogo y psiquiatra francés, considerado el padre de la resiliencia, quién incluso experimentó ese proceso en su vida personal, como sobreviviente del holocausto, dijo Karla Salazar.
Durante la última semana de febrero, la experta organizará en coordinación con la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, un foro internacional sobre las problemáticas que se han agudizado en el contexto de la pandemia de covid-19, en donde los expertos discutirán alternativas para generar procesos de resiliencia.
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