Entre 2010 y 2020 se elevó en 139 por ciento el número de muertes causadas por diabetes en las comunidades con un alto porcentaje de población indígena, de acuerdo con el reporte de El Poder del Consumidor, tras hacer “un firme llamado a reforzar la eficiencia en la atención de los servicios de salud, así como a eliminar las barreras de acceso”.
Las zonas rurales con mayor población indígena presentan una mayor prevalencia de síndrome metabólico (58 por ciento), en comparación con la cifra nacional (56 por ciento). Asimismo, los estados de Oaxaca, Chiapas y Guerrero mostraron mayor vulnerabilidad ante la presencia de enfermedades crónicas.
“Entre 1984 y 2016 aumentó el conteo de calorías por el consumo de productos ultraprocesados en la región sur de México y en el nivel socioeconómico bajo. De igual manera, la región sur y el índice de bienestar bajo se han asociado con un mayor consumo de bebidas endulzadas”.
El nivel socioeconómico y educativo bajo se asocia con el desconocimiento de padecer diabetes, así como con una mayor prevalencia de hipertensión y menor control de la misma.
Su impacto se incrementa en los grupos sin acceso a los servicios públicos de salud (en la actualidad cerca de 54 por ciento de la población); quienes carecen de la posibilidad de prevenir y atender oportunamente la diabetes y otras enfermedades asociadas.
La alta incidencia de enfermedades crónicas en México se ha convertido en uno de los mayores retos para el sistema de salud. En 2019 se registraron alrededor de 597 mil 648 muertes por dichas enfermedades y, en la actualidad, cerca de la mitad de la población adulta mexicana tiene hipertensión, un 14 por ciento diabetes, 15 por ciento enfermedad renal y 56 por ciento síndrome metabólico; que se refiere a un conjunto de factores de riesgo cardiometabólicos en los que se incluye la obesidad abdominal, glucosa, colesterol y triglicéridos elevados en sangre, así como presión arterial alta.
“Cerca del 54 por ciento de la población mexicana tiene un nivel de escolaridad básico o menor y el 56 por ciento se ubica en niveles socioeconómicos bajos y muy bajos. El nivel socioeconómico y educativo bajo se asocia con el desconocimiento de padecer diabetes, así como con una mayor prevalencia de hipertensión y menor control de la misma”.
En conferencia de prensa, el Poder del Consumidor, junto al Centro de Capacitación en Ecología y Salud para Campesinos y Defensoría del Derecho a La Salud (CCESC-DDS), presentó datos relacionados con las diferentes desigualdades y su impacto en las enfermedades crónicas que enfrentan ciertos grupos de la población mexicana.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENSANUT) 2021, cerca del 54 por ciento de la población no cuenta con alguna derechohabiencia. Esto implica, por un lado, que no se atiendan oportunamente las enfermedades crónicas y, por el otro, un mayor gasto de bolsillo para las familias.
Cerca del 55 por ciento de la población mexicana tiene algún tipo de inseguridad alimentaria, esta es mucho más severa entre quienes tienen menor nivel educativo e índice de bienestar. Este último nivel de inseguridad se ha asociado con sobrepeso y obesidad.
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La prevalencia de diabetes y de enfermedad renal es mayor entre las mujeres, 53 porciento y 20.8 por ciento respectivamente, que entre hombres (47 por ciento y 8.5 por ciento). Sin embargo, se ha identificado que los hombres con diabetes mueren a una edad más temprana.
Al respecto, Jorge Vargas, investigador de Salud Alimentaria de El Poder de Consumidor, comentó: “comúnmente se hace referencia que las enfermedades crónicas, al igual que el acceso a productos ultraprocesados, se presentan en mayor medida entre la población con mayores recursos, o un nivel socio económico alto, así como en las áreas urbanas, sin embargo, en los estratos más bajos encontramos que un gran porcentaje de la población ha desarrollado estas enfermedades, también han aumentado el consumo de ultraprocesados".
“Notarlo nos permite demostrar que existe una mayor desventaja en esta población, ya que podrían empobrecerse aún más y, a su vez, aumentar las probabilidades de padecer complicaciones; lo que los hace mucho más vulnerables”, dijo.
“La desigualdad social también determina efectos diferenciales del alto consumo de bebidas ultraprocesadas. La distorsión del presupuesto familiar para la adquisición de alimentos es proporcionalmente mayor y su efecto conlleva frecuentemente el desplazamiento del consumo de alimentos saludables", agregó.
Explicó que, ante la publicidad de productos producidos para la alimentación complementaria y la falta de información suficiente por parte del Sector Salud, se induce a las madres a creer equivocadamente que estos productos son adecuados para la alimentación infantil, tal es el caso de los jugos procesados.
Las imágenes de frutas y las leyendas sobre vitaminas inducen a las madres a administrar estos productos a sus bebés, mientras que los mensajes y las acciones del sector salud para promover la lactancia materna exclusiva y sus ventajas se concentran en la población de mayores ingresos.
Por ello, no existen acciones sistémicas para desalentar el consumo de bebidas ultraprocesadas en menores de dos años para sectores populares y en particular, para poblaciones hablantes de lenguas originales, señaló Marco Arana, director de CCESC-DDS.
Reconocer las desigualdades económicas y sociales, permite orientar las intervenciones, vigilar la equidad y, a su vez, avanzar en la comprensión de la salud, agregó.
“Resulta necesario implementar acciones que contemplen las condiciones sociales que actualmente están comprometidas: el nivel educativo y socioeconómico, el origen indígena, y los altos números de muerte por enfermedades crónicas. Los estados de Oaxaca, Chiapas y Guerrero son las circunscripciones en las que se encontró una relación más estrecha entre las condiciones de vulnerabilidad y la presencia de enfermedades crónicas”.
Por ello, comentaron, “hacemos un firme llamado a reforzar la eficiencia en la atención de los servicios de salud, así como a eliminar las barreras de acceso. Un número importante de la población mexicana se encuentra desprotegida y esto se traduce en la falta de prevención, diagnóstico y tratamiento de complicaciones por enfermedades crónicas, así como, en el empobrecimiento de las familias más desfavorecidas.
“Asimismo, es fundamental que se proteja a las poblaciones vulneradas frente a los ambientes obesogénicos, a través de la implementación de todas las políticas recomendadas para bajar el consumo de productos ultraprocesados y bebidas endulzadas, de esta manera se contribuiría a la prevención de diferentes enfermedades crónicas como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares”, indicó.
La publicación Desigualdades en las enfermedades en México puede ser consultada aquí.
DM