Ana Blandiana (Timișoara, 1942) encarna a la intelectual, activista y conciencia política y social por excelencia de Rumania, a tal grado que críticos literarios como Alex Ștefănescu han llamado a la flamante premio Princesa de Asturias en Letras 2024 “una inesperada Juana de Arco” dentro de su país.
La poeta, narradora, ensayista y opositora a las dictaduras de Gheorghe Gheorghiu-Dej (1944-1965) y de Nicolae Ceaușescu (1967-1989) es prueba viviente del renacimiento y vitalidad de las letras y cultura rumanas, con Norman Manea (1936) y Mircea Cărtărescu (1956), que, como dice la catedrática y traductora Viorica Pâtea, “antes de ser un nombre conocido, Ana Blandiana fue un nombre prohibido”.
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De hecho, Ana Blandiana es el seudónimo con el que se comprometió a escribir Otilia Valeria Coman.
“El lugar que Blandiana ocupa en la cultura rumana es comparable al de Ana Ajmátova o de Václav Havel en la literatura rusa o checa. Encarna el arquetipo del escritor cuya obra y vida asumen el destino colectivo. Al igual que ellos, es un símbolo de una conciencia que no se deja doblegar por el poder totalitario”, afirma Pâtea en uno de los ensayos que ha escrito sobre la escritora.
La especialista de la Universidad de Salamanca, en el prólogo de Un ángel manchado de hollín (Galaxia de Gutemberg, 2021), que reúne tres libros capitales de Blandiana (Estrella predadora, 1985; La arquitectura de las olas, 1990, y El reloj sin horas, 2016) y poemas de la revista Amfiteatru (1984), destaca que Ana “está envuelta en un aura de heroísmo, tanto por su valiente resistencia a la dictadura como por su abnegación a la hora de reconstruir la sociedad civil después de la caída del comunismo”.
El jurado del Princesa de Asturias, reunido en Oviedo, presidido por Santiago Muñoz Machado y con Juan Villoro y la columnista de Milenio Irene Vallejo entre sus miembros, justo valoró que Blandiana “es heredera de las más brillantes tradiciones literarias, al tiempo que una creadora radicalmente singular. Su escritura, que aúna transparencia y complejidad, plantea preguntas fundamentales sobre la existencia del ser humano, en soledad y sociedad, ante la naturaleza y la historia. Ha mostrado con su poesía indómita una capacidad extraordinaria de resistencia frente a la censura”, según el acta emitida.
El camino a la polis
Desde Bucarest, Blandiana agradeció el premio subrayando lo que considera el papel de los poetas.
“Me resulta difícil expresar mi emoción y gratitud por el gran honor que representa para mí la concesión del premio Princesa de Asturias, sobre todo porque –como siempre cuando recibo un premio– no puedo evitar recordar el pensamiento de Platón que recomendaba la coronación de los poetas con laureles y su expulsión de la ciudad. ¡¡¡Pero, ¿y si para mí la poesía es realmente un camino hacia la polis, una forma de quedarse, una forma de acompañar el sufrimiento de los demás?!!! Gracias por el eco que su prestigioso premio dará a mis ideas y mis poemas y que lo amplificará en la conciencia de los lectores españoles de todo el mundo”, expresó la galardonada en un breve mensaje.
En un diálogo con Maríaluz Albuja y César Eduardo Carrión que publicó la revista digital Elipsis, la intelectual y activista hace gala de su humor negro y carácter cuando los escritores ecuatorianos le preguntan si su poesía pudo tomar otro rumbo de no haber vivido en el totalitarismo comunista rumano.
“Yo también me lo he preguntado a veces, y cuando lo hacía descubría con cierta perplejidad que me faltaba imaginación para imaginar mi evolución en un mundo en el que no me viera obligada a oponerme. No me refiero al realismo socialista, que fue rechazado por mi generación, se había vuelto ridículo y había perdido el poder represivo que funcionaba de forma espectacular en las primeras décadas de la posguerra.
"Me refiero al acoso de la censura en medio de la cual crecí y me formé, que obviamente me influyó. Sin embargo, paradójicamente, esta influencia no disminuyó mi espíritu creativo, ni la fuerza vital liberada en la escritura, sino que podría decir que lo potenció, en el sentido de que la represión desencadenó mi obstinación y me obligó a no rendirme”, les contesta Blandiana.
Cuando vino a México
La autora de libros de relatos como Las cuatro estaciones (1977) y Proyectos del pasado (1982), ambos traducidos al español por Viorica Pâtea (2011, 2008) vino a México para la Feria del Libro de Guadalajara 2017; participó un 28 de noviembre en el salón de la poesía con Cărtărescu, los españoles Olvido García Valdés, Antonio Rivero Taravillo y Luis Antonio de Villena,con los mexicanos Myriam Moscona, Renato Tinajero, Jorge Ortega, Luis Armenta Malpica, Briseida Cuevas, entre otros.
Sin embargo, como Cărtărescu, Blandiana era la gran desconocida en ese salón literario de Guadalajara, a pesar de que desde principios de siglo existen ya traducciones de sus poemarios y libros de cuentos.
Ion Vîlcu, quien se estrenaba ese año como embajador de Rumania en México después de encabezar su legación en Madrid, donde impulsó el Instituto Rumano de Cultura, meses antes había anticipado a este reportero su propósito de traer al país a Baldiana y Cărtărescu, que consideraba tesoros nacionales.
Apenas un año antes, otro rumano, Norman Manea, había sido acreedor al Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, que en 2022 ganó Cărtărescu. Blandiana, que representa la generación intermedia entre ambos escritores rumanos, ahora recibe un reconocimiento a su obra y compromiso en España.
La obra poética de Blandiana se ha traducido desde el siglo pasado al español en antologías como la legendaria de Editura Minerva de 1977, del hispanista Darie Novăceanu, que se ha venido reeditando desde su primera entrega en Bucarest y que incluía cuatro poemas de Blandiana, entonces de 35 años.
Su obra
Hace más de una década, Vaso Roto había lanzado en la capital española Miniaturas de tiempos venideros. Poesía rumana contemporánea (2013), en edición también bilingüe de Catalina Iliescu Gheorghiu, con otro espléndido prólogo del crítico literario Petru Poantă (quien falleció meses después de la aparición del libro) y con apoyo del Instituto Cultural Rumano en la época en que Ion Vîlcu encabezaba la embajada en Madrid.
Poemas de Blandiana compartían edición con los de Cărtărescu, Ileana Mălăncioiu, Ion Pop, Adrian Popescu, Denisa Comănescu, Marta Petreu o Stoian G. Bogdan, entre la veintena de poetas antologados. La editorial regiomontana incluyó a Blandiana en otra antología, solo de mujeres: Sombras, incendios y desvanes. Diecisiete poetas rumanas, 1961-1980.
Pero, desde principios de este siglo, la poesía de Blandiana se ha traducido en ediciones de Galaxia de Gutemberg (Un arcángel manchado de hollín) o de Visor (Primera persona del plural-El talón vulnerable). Y varios títulos suyos de relato fantástico han sido publicados por la española Periférica.
En su vasta obra, la Princesa de Asturias de las Letras 2024 es la memoria poética y política de su país.
Por eso resulta curioso que en Las cuatro estaciones, su primer libro de cuentos, en el relato que abre el volumen, “La capilla de las mariposas (El invierno)”, quien lo protagoniza advierte al lector : “Me ha faltado siempre eso que se suele llamar memoria, la capacidad de registrarlo todo sin distinción”.
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Intelectuales imprescindibles
Como Cărtărescu, Blandiana continúa la riquísima tradición lírica rumana, que ha tenido en su historia a Lucian Blaga, Tudor Arghezi, Marin Sorescu, Dumitru Popescu, George Bacovia o Mihai Eminescu. Pero, también de la lista negra de intelectuales proscritos de su época, como Milan Kundera o Havel.
El reconocimiento también llega en quizás la mejor época de la historia para la cinematografía rumana.
Como Cărtărescu , Blandiana también aparece en las listas de posibles candidatos al Nobel, premio que se ha negado a los imprescindibles intelectuales rumanos y que han escrito en esa lengua romance, aunque algunos trascendieron en alemán, como Paul Celan, o francés, como Tristan Tzara o Emil Cioran, sin hablar del desdén a otros, como el filósofo e historiador de las religiones Mircea Eliade.
Y nada sorprende en el compromiso con la libertad que ha tenido Blandiana en más de seis décadas de actividad literaria y política, que ostenta el récord —según cuenta Viorica Pâtea— de tres prohibiciones en dos dictaduras (con Gheorghe Gheorghiu-Dej y con Ceaușescu), que la consideraron de entrada “hija de un enemigo del pueblo”, al ser su padre, un sacerdote ortodoxo, un preso político.
Blandiana, tan cercana al humor negro de Kafka y de Edgar Allan Poe en su prosa, recibe irónicamente el premio más importante que otorga la monarquía española, cuando se opuso a las dictaduras rumanas.
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