Según los investigadores del INAH, el Códice Maya de México, antes conocido como Códice Grolier, que data del Postclásico temprano —año mil de nuestra era—, es el manuscrito americano legible más antiguo conocido hasta ahora.
Para analizar la autenticidad del calendario adivinatorio de Venus, Sofía Martínez del Campo y Baltazar Brito conformaron un equipo multidisciplinario integrado por historiadores, arqueólogos, antropólogos físicos, conservadores, arqueobotánicos, biólogos, epigrafistas, físicos, geólogos y entomólogos forenses.
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En la apertura del simposio El Códice Maya de México, en el Museo Nacional de Antropología, Sofía confesó que al principio tuvieron prejuicios y dudas sobre el documento:
“Guardábamos cierto escepticismo con respecto a su autenticidad, pero en el momento que el personal del laboratorio de conservación de la bóveda y del museo retiraron los acrílicos y comenzamos a involucrarnos con el manuscrito, crecía en nosotros el asombro. Realmente fue una experiencia estar ante el manuscrito legible más antiguo de América”.
“Aporta una nueva lectura del contenido iconográfico ritual, fechas en las que se pudo haber utilizado el documento, y confirma que el estilo del códice es original, no apócrifo. Es un manuscrito único de su época, que establece un precedente para el estudio del Posclásico temprano, que ha sido poco estudiado hasta nuestros días”.
El Códice Maya de México, es un bien arqueológico, indicó Baltazar Brito. Los resultados —dijo— son contundentes y estarán en la mesa para la discusión académica. "Este [códice] confirma todo lo que se había dicho respecto a los movimientos de Venus”.
Es un documento atípico: no se conoce otro con estas características. Tal vez por eso costó mucho trabajo saber más de él, desde que fue extraído ilegalmente de México y de su contexto arqueológico.
Una historia de tropiezos
En los sesenta, el códice fue adquirido por el coleccionista Josúe Sáenz. En su momento, el arqueólogo José Luis Franco negó la autenticidad de este códice.
Martínez del Campo indicó que el 1971 Michael Coe lo presentó en la exposición Ancient Maya Calligraphy en el club Grolier de Nueva York, de donde tomo su primer nombre.
En 1973, Coe publicó The Maya Scribe and his World, donde describió por primera vez el contenido del calendario. Luego se realizó la primera datación por radiocarbono, que fechó el manuscrito en el Posclásico de 1230.
Para 1974, Josúe Sáenz entregó el códice al Museo Nacional de Antropología para que se dictaminara su autenticidad. Después de varios tropiezos en los procesos de estudio, en 2015 Coe y sus colaboradores reafirmaron su autenticidad.
Entre 2017 a 2018, el INAH realizó por primera vez un proyecto integral de investigación sobre el documento.
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