Negocié con ‘La Quina’ para filmar ‘Morir en el golfo’: Alejandro Pelayo

Entrevista | Lado B

Hijo del actor y conductor Luis Manuel Pelayo, autor de cuatro películas que reflejan diversas aristas del poder en México, como ‘La víspera’ y ‘Días difíciles’, el titular de la Cineteca Nacional se formó como director con Dimitrio Sarrás.

El cineasta Alejandro Pelayo dice con orgullo que tuvo la fortuna de dirigir a su padre en "Días difíciles". (Javier Ríos)
Ciudad de México /

A sus 74 años, Alejandro Pelayo Rangel (Ciudad de México, 1945) dirige la Cineteca Nacional después de una larga trayectoria como cineasta y funcionario público. Su trabajo lo ha llevado a ser titular del Instituto Mexicano De Cinematografía y agregado cultural en Los Ángeles, California. Su gestión ha dado como resultado una sólida base de asistentes para la institución con cerca de un millón 300 mil asistentes anuales.

Cuatro películas conforman su carrera cinematográfica: La víspera (1982), Días difíciles (1988), Morir en el golfo (1989) y Miroslava (1992). A la par ha desempeñado una labor académica que se ha fortalecido con su formación en derecho, cine y administración en instituciones nacionales e internacionales como la UNAM, el Itesm y la London Corson Printing.

¿Cuál es su película favorita?

Te podría decir unas 50…¡híjole…quizá por su complejidad, digamos que la película que más me ha impactado puede ser Fresas silvestres de Ingmar Bergman.

¿Cómo fueron los años de estudio con Dimitrio Sarrás? En un principio hubo una confusión entre las clases de actuación y los intereses que usted tenía como director…

Don Dimitrio Sarrás hizo el equivalente al Actors Studio de Nueva York en México. Él fue discípulo de Lee Strasberg. Dimitrio tenía un estilo un poco agresivo porque quería quedarse con la gente que realmente tuviera ganas de aprender. Al principio me decía que yo estaba compitiendo con mi papá (Luis Manuel Pelayo). Hasta que un día le dije que quería aprender a dirigir actores. A partir de ahí cambió su actitud.

¿Qué le gusta del teatro?

Lo que admiro en primer lugar es la estructura dramática. También la dirección, cómo el director va ocupando esa estructura y va dirigiendo a los actores para hacer una presentación teatral. Es más, cuando yo me fui a estudiar a Londres no sabía si quería dedicarme al teatro o al cine; siempre como director.

¿Qué determinó su decisión?

Que tuve acceso más pronto al cine, porque unos años antes de irme trabajé con un grupo de directores en una compañía que se llamaba Dasa Films. Yo era el gerente de la compañía. Cuando regresé de Londres inmediatamente me llevaron como asistente de dirección, concretamente dos directores: Jaime Humberto Hermosillo, con quien hice mi primera asistencia de dirección, y después Sergio Olhocvich, que dirigió El infierno de todos tan temido.

El poder es un tema recurrente en su obra, ¿cómo lo definiría?

Siempre me interesó el poder y la pérdida del poder. Yo creo que es un mecanismo que hace que todo se mueva. Por ejemplo, en La víspera es de cómo un político que lo tuvo, que fue secretario de Estado, lo pierde; entonces hay añoranza del poder. En Días difíciles es el poder entre los empresarios; eso está muy moldeado con lo que pasó con el Grupo Monterrey, cómo a partir del asesinato de Garza Sada todo se desplomó. En Morir en el golfo es el poder de un cacique. Como tú sabes, Morir en el golfo está basada en la novela de Héctor Aguilar Camín; ahí es un líder sindical petrolero, que era La Quina, en mi película es un terrateniente.

Es muy interesante que para filmar esa película tuviera que acudir con "La Quina" y con Fernando Gutiérrez Barrios…

Me volví el personaje de Morir en el golfo. Ir a negociar con La Quina fue muy difícil, es una de las cosas más difíciles que me han tocado.

¿Cuál es el valor de la literatura visto desde el lado del cineasta?

Una novela o una obra de teatro tienen un trabajo hacia adentro —de trama, de personajes— muy sólido. Yo creo que apoyándote en la literatura puedes tener una muy sólida estructura dramática o estructura narrativa. Ahora, hay que evitar que tu película se vuelva muy literaria.

¿Banda sonora favorita?

La banda sonora que más admiro es la que inventa Nino Rota para las películas de Federico Fellini. Él es uno de mis cineastas favoritos y su obra está íntimamente ligada al compositor, que también hizo la música de El padrino, pero me gusta más en las películas de Fellini porque se vuelve parte integral de la cinta.

¿Qué le viene a la mente cuando escucha: "Sube, Pelayo, sube"?

Recuerdo a mi papá, recuerdo el éxito del programa y también recuerdo que inicia su declive. Tuvo tanto éxito que lo encasillaron dentro de ese personaje: el maestro de ceremonias que organiza concursos. Mi papá antes de Sube, Pelayo, sube había sido un actor muy versátil; hizo la voz de Kalimán y también doblaje en películas de Disney. Hizo teatro, tele y cine. Después ya no lo llamaban. Tuve la suerte de pedirle que trabajara conmigo en Días difíciles y lo hizo extraordinariamente, fue un papel coestelar por el que lo nominaron al Ariel.

¿Alguna meta por cumplir?

La meta esencial es que la Cineteca siga funcionando bien. Además, yo siempre hablo de Miroslava como mi penúltima película. Tal vez, cuando concluya mi encargo en la Cineteca, pueda volver a filmar, siempre y cuando tenga salud y energía. Vivo momentos cuando empieza a haber fallecimientos de gente a mi alrededor, gente de mi generación… Tengo que estar preparado para que cuando llegue el momento final esté claro, lúcido... esperándolo. Es medio trágico, pero tengo 74 años y hay que pensar también esas cosas.

  • Daniel Zainos
  • daniel.monroy@milenio.com
  • Comunicólogo egresado de la FCPyS de la UNAM. Redactor de Discover. De seguridad a espectáculos, escribo de todo un poco… si Trends lo permite. Fan de la música, los podcast y la exploración cotidiana.

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