¿Torreón tuvo una época anticlerical? Conoce cómo se vivió la Guerra Cristera en la ciudad

Persecución y expulsión de sacerdotes, cierre de escuelas católicas y quema de iglesias con todo y cura, así fue le época de intolerancia religiosa en La Laguna.

Conoce cómo se vivió la Guerra Cristera en la ciudad | Especial
Jorge Maldonado Varela
Torreón, Coahuila /

En una multifacética y multicultural ciudad de Torreón post revolucionaria de los años veintes, hubo una época en que la intolerancia religiosa pegó en La Laguna como resultado de las leyes promulgadas por el entonces presidente de México, Plutarco Elías Calles, las cuales fueron respaldadas por agrupaciones sindicales y empresariales con actitudes anti católicas, principalmente en Torreón.

A la postre, tal intolerancia religiosa daría resultado una pugna entre los llamados cristeros contra las políticas de Elías Calles (Ley Calles) que sería conocida como una Guerra Cristera, vivida en México entre los años de 1926 a 1929 aproximadamente, pero que tendría tintes antes y después de esas fechas.

De acuerdo al sociólogo e historiador lagunero, Ilhuilcamina Rico Maciel, es un momento de la historia mexicana que no se ha escrito mucho pero que tiene antecedentes desde antes de la Revolución Mexicana cuando a La Laguna llegaron familias extranjeras y diferentes ideologías.

“En Torreón primero influyó mucho la llegada a la región de nuevas ideologías tal como los anarquistas, los comunistas, socialistas, masones, lo que creó un ambiente más tenso entre los ciudadanos, además, la gente corrió el rumor que la iglesia había destinado recursos al gobierno de Victoriano Huerta, algo que no les caería nada bien a los revolucionarios, ya con antecedentes liberales. De hecho algunos revolucionarios llegaron a quemar iglesias, con todo y cura a veces”.

Papel de la Constitución de 1917 

Tal como lo compartió en entrevista para MILENIO, María Esther Gamboa Saucedo, Superiora Mayor de Congregación de las Religiosas de la Academia Villa de Matel, en tiempos revolucionarios en su paso por Gómez Palacio se vieron a la necesidad de sortear las balas de aquellos enfrentamientos.

“Los combates comenzaron en las colinas y el Monasterio era el centro de ataque y la defensa de ambos lados, por lo que se vieron obligadas a poner colchones en las ventanas para impedir la entrada de las balas a los dormitorios", compartió en su oportunidad.

Ya para 1914, el historiador Rico Maciel afirmó que entre los grupos de carrancistas y villistas había ciertas cláusulas en contra de la iglesia, en tanto, con la Constitución de 1917 se dictaron leyes que reglamentaban las propiedades de las iglesias tenían que estar registradas en el gobierno y pedir permisos para oficiar las misas.

Con la llegada al poder de Plutarco Elías Calles se buscó dar cumplimiento a los lineamientos marcados en la reciente constitución, mismos que regularían a las instituciones católicas.

Elías Calles fue de los que buscaban que se pusieran en cumplimiento las leyes que marcaba la Constitución, lo que disgustó a la iglesia católica. Ahora los curas tenían que estar registrados y ser mexicanos de nacimiento”, compartió el investigador Rico Maciel.

Huelgas, persecución y expulsión de curas, y cierre de escuelas católicas

En aquellos primeros periódicos locales apareció artículo donde se pedía el cumplimiento del artículo 130 de la Constitución, ya que se denunciaba que en la ciudad se encontraba el padre Domingo Pitchar, sacerdote de nacionalidad española que atendía la iglesia del Carmen en Torreón, y se pedía que el ayuntamiento le ordenara dejar el ejercicio del ministerio

Para 1925 no todos los templos siguieron los lineamientos que marcaba el gobierno para su regularización, a tal grado de levantarse en huelga y cerrar los templos de manera temporal, lo que formaría parte de toda una persecución y expulsión de curas extranjeros, así como el cierre de escuelas católicas, entre las que estuvieron el Colegio Elliot y el Colegio Guadalupano.

“Aquí en la región hubo algunas manifestaciones a favor de la iglesia como la del 1 de agosto de 1926 en Torreón que tuvo una asistencia de poco más de mil asistentes y hubo dos muertos. Al año siguiente, un 8 de agosto, hubo otra marcha pero a favor del gobierno, que reunió a más de 8 mil personas, incluso quedó filmado y se utilizó en una película.

A principios de 1926 el presidente municipal de Torreón, Nazario Ortiz, recibió instrucciones del gobernador Manuel Pérez Treviño para que el clero cumpliera con las leyes emanadas de la constitución, sin embargo, también empezaron a expulsar a los sacerdotes y misioneros que no comprobaran su nacionalidad mexicana.

Los sacerdotes extranjeros salieron de Torreón el 3 de marzo de 1926 unos a la ciudad de México en caso de no poder ingresar a Estados Unidos y otros a estados americanos fronterizos como Texas.

Ley Calles

El investigador señaló que la Ley Calles anunciaba la suspensión de todos los servicios religiosos que proporcionaba la iglesia donde se exigiera la presencia de sacerdotes; los templos no debían cerrarse sino estar bajo el control de juntas de vecinos pertenecientes a cada parroquia nombradas por los obispos y sacerdotes.

Sacerdotes que radicaban en la región optaron por refugiarse o volver a su tierra natal, mientras que algunos no dejaban de oficiar misa o ceremonias aunque sea a escondidas, muchos de ellos fueron encarcelados por incumplir las leyes.

Entre 1925 y 1927 las religiosas del Villa de Matel tuvieron que salir nuevamente exiliadas y las mexicanas,por ser católicas, también eran perseguidas y se fueron a esconder a casas, incluso comentó que vivieron arriba de una cantina, como compartió la madre de la Congregación de las Religiosas de la Academia. No sería hasta 1935 que regresa la madre María del Sagrado Corazón para reabrir la institución y no cerrarla hasta la actualidad.

El fin de la Guerra Cristera llegaría a mediados de junio de 1929 cuando se firmó un acuerdo entre la iglesia y el estado para poner fin al conflicto armado y reanudar los cultos en todo el país, con el acuerdo de dar amnistía general para todos los levantados en armas que quisieran rendirse, además de la devolución de las casas episcopales.

Sgg.

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