Fundado por los hermanos Celina, Edgardo y Alberto Aguilar, El Convite se ha convertido en un referente para escuchar música y degustar de una variada oferta de platillos en Ciudad de México. Enclavada en la colonia Portales Sur, la fonda, como gustan denominarla sus fundadores, ha generado un público interesado en el jazz y géneros afines, en el entendido de que es como una especie de soundtrack de la ciudad que ha evolucionado a lo largo de casi tres décadas.
El próximo 5 de febrero El Convite cumple 29 años y, aunque los hermanos Aguilar preparan desde ahora una gran celebración por sus tres décadas el próximo año, no quisieron dejar pasar esta oportunidad para agradecer a sus seguidores la permanencia de su proyecto cultural. A lo largo del mes habrá conciertos en los que participarán músicos de diversas tendencias, iniciando con el quinteto del guitarrista Nicolás Gurría el sábado 1 de febrero.
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El Convite es, de acuerdo con Alberto Aguilar, “un lugar ya muy arraigado en Ciudad de México en cuanto a la difusión de la música, principalmente jazz, así como toda la música que deriva o está ligada a este género. En esta ciudad el jazz ha adquirido diferentes tendencias porque retoma muchos elementos de la música mexicana, como el son jarocho, las canciones de los cantautores urbanos o la música de banda oaxaqueña. Todo esto lo asimila y lo digiere de una forma diferente, de tal forma que no es un jazz como el que esperamos de los músicos estadunidenses”.
A lo largo de casi tres décadas por el lugar han tocado intérpretes de diversas generaciones y tendencias, lo que ha permitido constatar los cambios en la música, dice Aguilar. “Va evolucionando el sonido, pero además sigue existiendo el trabajo colectivo, algo que no sucede en muchos otros lugares del mundo: todo mundo colabora con todos. Lo que ofrecemos es esa posibilidad de ver lo que ocurre actualmente en la música. La mayoría del público busca lo nuevo, sin tener el conflicto de que si lo que escucha es jazz o no”.
Si Alberto considera que El Convite es una fonda, se debe a que “representa lo mismo que la música: es la posibilidad de ofrecer comida sin etiquetas. Esta fonda brinda la posibilidad de que la gente del barrio, y también la que no es de aquí, comparta el espacio en una especie de fiesta cotidiana. Es un lugar de encuentro donde la gente viene a disfrutar una comida que también ha ido evolucionando, pero también hay platillos que se han convertido en clásicos. Por ejemplo, el risotto de huitlacoche, que es reconocido como el mejor de la ciudad”, concluye.
PCL