El coronavirus ha detonado otras epidemias latentes en la sociedad, dice el filósofo y sociólogo Slavoj Žižek en un artículo de opinión publicado por RT, en el que explica que se trata de “las noticias falsas, las teorías conspirativas paranoicas y las explosiones de racismo”.
El esloveno ya había pintado lo que podría ser una línea a seguir en situaciones como la que hoy vivimos en su libro Acontecimiento (Sexto Piso, 2014), donde se apropia de ideas de Lacan, Hegel, Marx, el budismo y el cine para sumarlas a las suyas y explicar algunas formas de reconfiguración de un momento crítico como el generado por el covid-19, para que tenga sentido en el futuro.
Son diversos los ejes que explora en sus páginas, mismos que merecen una lectura profunda. A manera de invitación para acercarse a la obra, aquí compartiremos algunas ideas que podrían ayudarnos, usando la historia de la peste negra, para tratar de comprender algunos puntos de la realidad actual. Primero, de acuerdo con Žižek, un acontecimiento es:
“Algo traumático, perturbador, que parece suceder de repente y que interrumpe el curso normal de las cosas; algo que surge aparentemente de la nada, sin causas discernibles”.
En el siglo XIV, Eurasia se vio afectada por la pandemia más devastadora hasta ahora en la historia de la humanidad: la peste negra. Se calcula que, cuando menos, fueron 25 millones de personas las que fallecieron tan solo en Europa. El origen del mal fue la bacteria Yersinia pestis, que se desató en Asia y después llegó a Europa a través de las rutas comerciales de los marineros.
Dejando a un lado las elucubraciones sanitarias, la globalización, con su posibilidad de ir y venir entre países, fue la que en 2020 propició la propagación del coronavirus a nivel mundial.
Žižek señala que “un acontecimiento es por consiguiente el efecto que parece exceder sus causas”, y “el espacio de un acontecimiento es el que se abre por el hueco que separa un efecto de sus causas”. Es decir, resulta preponderante no quedarse estancados en la zozobra de lo que generó la propagación del coronavirus ni en solo analizar lo que ha sucedido desde que se dio a conocer, sino ubicar ese espacio entre ambas situaciones para poder dar los siguientes pasos con miras a la posibilidad de detener el contagio y transformar lo acontecido en algo útil a pesar del dolor.
Se necesitaron entre 80 y 150 años para que la población europea se recuperara de la peste, pero desde la visión de los sobrevivientes, el impacto posterior inmediato a su detención fue positivo: el trabajo tenía mayor demanda porque había menos gente que lo hiciera; para los campesinos ingleses crecieron las oportunidades, pues había tierra abundante, muchos de ellos recibieron por herencia tanto dinero como bienes materiales, se elevaron los salarios y la servidumbre se suavizó.
¿Cómo optimizar el covid-19?
La Historia nos muestra que tenemos entre las manos la posibilidad de convertir la desgracia en algo que ayude a salir de la crisis en la que nos encontramos desde antes de la pandemia y que aumentará a niveles insospechados si no actuamos desde ahora. La esencia del acontecimiento, dice Slavoj:
“No es algo que ocurre en el mundo, sino un cambio del planteamiento a través del cual percibimos el mundo y nos relacionamos con él”.
Para lograr una transformación se recomendaría cambiar nuestra visión del consumo, de lo que genera desigualdad y separación, los sistemas sociales, económicos y religiosos, el odio por la diferencia, la forma en que nos movemos en el mundo, la tecnología; a la par, podríamos revisar cómo hemos alimentado nuestros vínculos sociales, la forma en que estamos educando y cómo ejercemos valores como la compasión, el respeto o la bondad.
Žižek explica que los enfoques sobre situaciones semejantes suelen derivar en una misma noción a seguir: el “Acontecimiento de la revelación del Ser” o cómo vamos a percibir y a relacionarnos con la realidad transformada por el suceso inesperado tanto de forma individual como colectiva.
Un siglo más tarde del brote de peste negra, cuando la población recuperó su crecimiento, los campesinos volvieron a enfrentarse a la privación y el hambre. Antes de eso, se le echó la culpa de la epidemia a los judíos, comenzando peleas relacionadas con aspectos religiosos. La humanidad volvió al hoyo en el que estaba antes de la enfermedad.
¿Seremos capaces en el siglo XXI, en plena era digital, de cambiar el futuro de la humanidad previsto por ambientalistas, sociólogos, economistas y filósofos? ¿Nos servirá esta crisis mundial para cambiar lo peor del ser humano, preservar la naturaleza, trabajar la inclusión social? Dice Žižek:
“No podemos escapar de las garras del Destino, pero tampoco podemos escapar de la carga de responsabilidad que hay en el Destino”.