La literatura de Cristina Rivera Garza siempre ha estado vinculada con su biografía, ya fuera personal o bibliográfica, y su más reciente novela funde ambas formas: Autobiografía del algodón (Literatura Random House, 2020), una historia que no sólo es familiar, sino también el recorrido por un territorio en específico”.
“En el proceso de escritura me interesaba explorar la experiencia migratoria de mis abuelos paternos, que salieron del altiplano, a inicios del siglo XX, caminaron hasta llegar a la zona carbonífera de Coahuila para establecerse en los pueblos agrarios alrededor de los campos de algodón de Tamaulipas”.
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Sus abuelos maternos hicieron el recorrido contrario: cruzaron la frontera México-Estados Unidos cuando eran muy chicos, vivieron toda la vida allá y fueron expulsados en los años 30, justo después de la crisis del 29 y regresaron a pueblos de repatriados en la frontera, donde también participaron en este proyecto algodonero del gobierno cardenista.
“Y, esta que es una historia regional, fronteriza, también es una historia muy personal e íntima, por lo cual, quería tocar ambos elementos, ambos extremos: la serie de relaciones que se tejen en un territorio para que esto suceda”.
Rivera Garza ha vivido en Estados Unidos más años de los que ha estado en México y, por mucho tiempo, "me sentí invitada en este país"; así que recorrer esta historia, acordarse de manera precisa de los años que sus abuelos maternos pasaron allá, “me ha hecho entender mi relación con este espacio de manera muy distinta”.
“Mientras escribía el libro, antes de la epidemia, me encontraba en Houston, donde una persona que manejaba Uber me contó que sus abuelos eran de la misma área que los míos, donde se dio este proyecto algodonero. Poco a poco me di cuenta que compartíamos una misma raíz, que me llevaba directamente al algodón.
“Somos fronterizos por eso: el algodón es uno de esos cultivos que, como el maíz en Mesoamérica, ha tenido la capacidad de producir comunidades muy específicas. El algodón que va desde Mexicali hasta Matamoros y que es resultado de políticas muy específicas de los gobiernos posrevolucionarios”.
Para la escritora, acercarse a la frontera de esa manera, no sólo a partir de la historia de los humanos, sino de los objetos, como el algodón, ofrece una visión más compleja de otro tipo de asuntos, como la mal llamada guerra contra el narco, porque la violencia sigue dañando a la región, pero también “otras tragedias”, como el manejo de la migración de estas caravanas de caminantes centroamericanos que, “como mis abuelos años atrás, siguen atravesando el territorio conocido como México”.
“Los libros que me han impactado son aquellos que me hacen entender mi vida de otra manera. Como autora, este libro lo ha hecho conmigo, de manera personal, familiar, regional, en términos de la frontera y me gustaría pensar que puede ser lo mismo con los lectores, con todos aquellos que están tratando de pensar críticamente lo que sucede con la migración”.
En Autobiografía del algodón, Cristina Rivera Garza recuerda a José Revueltas, a partir de un hecho que le compartieron en Estación Camarón, donde transcurre la novela, había sido el pueblo que aquel había investigado para El luto humano, y el hecho de que Revueltas estuviera allí y de que a través de la escritura inscribiera la experiencia de tantas personas que no sabían ni leer ni escribir en una historia más amplia, se convirtió en un pasaje necesario.
“Este libro es tanto del pasado, como del presente, pero también tenía esa curiosidad malsana de imaginar si Revueltas estuvo allí en el 34 y si mis abuelos estuvieron allí en esa fecha y saber si se vieron o se conocieron, si fueron personajes de El luto humano. Como soy novelista, me parece una historia muy plausible, aunque no tengo evidencia de que eso haya podido pasar, mi deseo me dice que así fue”.
Cristina Rivera Garza recibirá de manera virtual el Reconocimiento Compromiso con las Letras, otorgado por la Feria Nacional del Libro de León, en una ceremonia a desarrollarse a partir de las 12:30 horas de este miércoles, con lo que se inicia de manera formal el encuentro literario.
PCL