La Biblioteca Palafoxiana, ubicada en el Centro Histórico de Puebla, es el refugio de más de 45 mil libros antiguos que resguardan el conocimiento. Entre su acervo, el recinto bibliográfico destaca por poseer nueve incunables, es decir, los primeros libros que fueron editados tras la creación de la imprenta en 1440.
En ese sentido, el primer mapa de Alemania es una de las 1804 xilografías (grabados mediante planchas de madera) que contiene "El Libro de Crónicas" o "Crónicas de Nüremberg", de Hartmann Schedel, uno de los nueve incunables que fue impreso por Antón Koberger.
“Lleva dicho título por la ciudad en la que fue publicada en 1493 y fue impreso con la técnica de (Johann) Gutenberg, de tipos móviles, y además cuenta con muchos grabados que fueron impresos en una sola tinta, a los cuales posteriormente se les aplicó pigmento para que pudieran lucir los colores tan brillantes que todavía vemos hoy en día”, explicó Alexis Hellmer Villalobos, responsable del citado recinto en entrevista para MILENIO Puebla.
Este libro fue editado en dos versiones: una latina (impresa el 12 de junio de 1493) y otra alemana (impresa el 23 de diciembre de 1493) “ambas preparadas de manera simultánea”.
En ella se narra la historia universal basándose en el relato de la Biblia y es uno de los más preciados incunables.
En México, además de Puebla, la Biblioteca Pública Central del estado de Durango, “Licenciado José Ignacio Gallegos Caballero”, cuenta con un ejemplar.
“En el mundo en general quedan pocos (ejemplares). Se hizo un tiraje de prácticamente mil ejemplares en latín y unos 500 en alemán. Nosotros tenemos un ejemplar en latín”, dijo Hellmer Villalobos, quien apuntó que la obra se distingue por tener varios de sus grabados iluminados a mano, lo que aumenta su belleza visual: “La edición está muy cuidada y sus xilografías son de gran valor artístico. Está muy ricamente ilustrado”.
Empero, el también maestro de latín dio a conocer que de los nueve incunables que conforman el acervo de la Palafoxiana, el más antiguo es "Los nueve libros de Historia de Heródoto", el cual fue impreso en 1473 en Venecia, por Nicolás Rubea.
“Contiene una traducción al latín de la obra de Heródoto, que fue el padre de la historia en la antigua Grecia. Esta traducción al latín de la obra, que fue originalmente escrita en griego, estuvo a cargo de un humanista italiano que se llamaba Lorenzo Valla, que fue muy importante en el siglo XV”.
Señaló que le sigue en antigüedad "La ciudad de Dios", de San Agustín de 1475, un texto en latín, también impreso en Venecia por Nicolás Jennson.
Narró que en este ejemplar se utilizó un pergamino medieval para su encuadernación: “Hoy nadie haría una cosa así, hoy nadie utilizaría un pergamino medieval para encuadernar un libro, pero en el siglo XV era lo más común, era material de desecho y era lo más común, para ellos no era un material valiosísimo”.
El siguiente incunable es "Sermones de Temporada y de Santos", de Peregrino, que fue provincial de los Dominicos en Polonia. Fue impreso en Colonia por Henricus Quentell, en 1481.
Luego "Tratado de Fiebribus", que es un "Tratado de las Fiebres", de Gentile da Foligno, impreso en 1486, en Papia, por Antonio de Charchano. Contó que Da Foligno fue un médico italiano y su libro perdió algunas hojas mismas que fueron repuestas por un escribano.
“Tenemos casos como este que pierden una o muchas páginas y esas páginas se reponen en manuscrito. Alguien más tenía una copia y entonces lo que se hizo es copiarlo para no desechar un libro sino simplemente reponer los faltantes con un manuscrito”.
Comentó que en Europa esta labor la llegaron a cubrir monjes y en México correspondió a indígenas, “quienes hacían los códices”. Detalló que en ese caso, la encuadernación no fue rígida sino la más sencilla que había en el momento.
“Tenemos el título y nombre del autor escrito a mano para control del bibliotecario y luego tenemos las primeras páginas que están repuestas en caligrafía, en manuscrito, porque este libro sufrió la pérdida de algunas páginas iniciales. Entonces, todo el inicio de este libro está copiado fielmente de otro ejemplar impreso. Podemos ver decoraciones también muy elaboradas en las letras capitulares y después de varias páginas que fueron repuestas en manuscrito tenemos ya el impreso”. Expresó que se trata de un texto medieval sobre medicina con los preceptos de Avicena, un médico árabe muy leído en la Edad Media en Europa.
También está toda la Obra de Angelo Politani, impreso en Venecia por Aldo Manuzio, 1498,
“el cual se nota que está hecho en Italia, porque la tipografía es redonda, propia de los humanistas (...) Politani fue un humanista importante del siglo XV. A mí me gusta mucho a pesar de que no está muy decorado como otros, pero visualmente es muy atractivo, las páginas son muy armoniosas, incluso la relación de los textos con los márgenes y con la página en general, todo está pensado para producir una cierta armonía para evitar la fatiga de la lectura, por eso aunque tenían mucho espacio en el margen todavía no hacen columnas tan gruesas, tan anchas, para que no sea difícil de leer y la tipografía redonda también es bastante legible a diferencia de la gótica, que uno tiene que adivinar sino es muy experto en qué cosas dice. Esta se lee con mucha facilidad”.
Continúa en la lista "La Crónica de Aragón", de Gauberto Fabricio de Vagad, impreso en Zaragoza en 1499, por Paulo Hurus. En esta obra también se empleó la tipografía redonda.
“En general una característica de los impresos italianos del siglo XV, principalmente de Aldo Maruzzio, que fue un famoso impresor veneciano”.
Expresó que los humanistas habían comenzado a escribir a mano utilizando una letra distinta a la gótica, que se usaba en la Edad Media, lo que replicaron los impresores italianos.
“Comienzan a fundir letras redondas, que son mucho más fáciles de leer, y esta letra se utiliza en Italia, sobre todo en el Renacimiento, mientras que en Alemania, e incluso en España, se sigue utilizando la caligrafía y la tipografía gótica en las imprentas”.
Por último, se tienen los incunables "Summa Total", de San Antonino de Florencia; y "Sermones", de Jacobo Vorágine, ambas impresas en 1500 en Lyon, la primera por Johannem Cleyn y la segunda por Joannes Treschel, respectivamente.
Incunables en el país
La Biblioteca Nacional de México, institución que está a cargo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), conserva 173 libros incunables, es decir, “hijos de la primera imprenta”.
En el estado de Durango, la biblioteca “Licenciado José Ignacio Gallegos Caballero” tiene un ejemplar de Crónica de Nüremberg, de Hartmann Schedel.
El fondo reservado de la Biblioteca México “ José Vasconcelos”, ubicada en la Plaza de la Ciudadela, de Ciudad de México, cuenta con 70 mil volúmenes de los siglos XVI y XVII, de los cuales cinco son incunables europeos.
En el Instituto Cultural "Fray Francisco de Toral”, Conkal, en Yucatán, entre las publicaciones clasificadas se localizaron tres libros incunables fechados en 1500 e impresos en Venecia por Baptista de Tortis.
Por último, en la biblioteca “Fray Francisco de Burgoa”, de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca se resguardan alrededor de 40 mil ejemplares; un importante número de volúmenes, conformado por incunables.
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