Los integrantes de la Compañía Cometas, dedicados desde hace año y medio a formar niños de escasos recursos en el arte circense, vieron su esfuerzo recompensado al ser invitados por la Secretaría de Cultura, a presentarse dentro de Semilleros Creativos en el Auditorio Nacional ante 10 mil personas.
Clau y Fonzi, los maestros, sienten ese aleteo de Dios que los impulsa a formar un ejército de niños payasos que ahora vuelan en telas, hacen malabares, caminan en zancos de metro y medio de altura y han dejado de ver sus celulares para hacer ejercicio aeróbico.
Esto tomó impulso con una beca que obtuvieron a través del Pacmyc durante el año pasado, con lo que abrieron las clases en la plaza de la colonia Mayagoitia, que padece de un alta incidencia delictiva.
Sin embargo, son los menores los que al contar la experiencia de viajar a la Ciudad de México se emocionan al recordar que lograron lo que nunca pensaron: subirse a un avión, ser parte de un gran espectáculo, sentir una alegría inmensa que los hizo llorar tiernamente y que ha generado el sentimiento de orgullo entre sus padres.
Samantha tiene quince años y comentó que fue toda una experiencia: la Compañía Cometas se apropió del espacio público, ella pasaba por la plaza y un día vio un cartel donde anunciaban que darían clases de teatro y circo y fue al primer día, luego invitó a sus amigas, su hermana también se integró. A ella le gustó porque pensaba, era algo que no podría hacer.
“Fue divertido porque a pesar de que nos encanta hacerlo, logramos lo que no pensábamos, antes trabajando todos los días para fortalecerlo porque ya lo tenemos, pero hay que hacer que se vea más bonito, que se vea mejor, que se vea limpiecito para que sepan que no nos equivocamos y que somos buenos”.
En suma dijo que a ella, sus maestros le enseñaron a ser disciplinada y lograr lo que se propone haciendo acrobacia aérea, cambiando su rutina primero y luego tocando su vida, comprobando así que es posible tener una meta alta y alcanzarla.
“Me enfoqué más en las cosas: llegaba de la escuela, me dormía una hora, comía y me iba a ensayar, y sí cambia mucho porque te sientes con más responsabilidad, cambió toda mi vida porque ya casi no salgo, me gusta estar con ellos, es mi lugar favorito, estoy contenta y ya dejé de andar en la calle”.
Por su parte, Estéfani dijo sentirse orgullosa de ser parte del Semillero Creativo de Gómez Palacio. Con 14 años, ella también fue fundadora y explicó que la sensación de poder viajar fue fantástica porque al ser parte de un grupo pequeño, alcanzaron un proyecto nacional.
“En mi casa me apoyan y me gusta porque mi mamá me apoya cuando necesito algo y están felices. Cuando estaba el espectáculo en el Auditorio Nacional mi mamá estaba muy emocionada, me dijo que estaba muy orgullosa de mí y que quería que siguiera con esto”.
De igual forma Paola dijo que al principio no le gustaba participar en el taller, incluso la obligaban, pero llegó el tiempo en que su mamá ya no presionaba y ella continuó yendo.
“Fue así como me empezó a gustar y lo veo muy bien porque sí se pueden lograr cosas. Muchos de mis amigos me decían ‘¿Y eso para qué te sirve?’ Yo les decía que para distraerme. Después de que vieron que nos presentamos en el Auditorio Nacional en la Ciudad de México muchos me empezaron a preguntar: ‘¿Oye, a dónde vas? Yo quiero ir’, y les decía: ‘No, ya no hay lugar’... se siente bien porque todos te critican, pero cuando ven que vas bien todos quieren estar ahí”.
Estas chicas admitieron que las rutinas son pesadas pero aseguran que les gusta que sus entrenadores las dejen cansadas porque así llegan a la cama y tienen un sueño profundo, libres de preocupaciones.
Con sus trece años, Giovanni se suma a las historias y dice que como grupo tratan de llevarse lo mejor posible. En su caso llegó detrás de sus hermanos y su mamá lo alentó. Recuerda que lo que lo entusiasmó fue el teatro y luego el circo.
“Me enseñaron a hacer muchas cosas como por ejemplo lo de las rodadas, hay de todo un poco. Lo del Auditorio Nacional me pareció una experiencia grandiosa porque yo nunca había viajado en avión y me gustó mucho, otra cosa fue que nos atendieron muy bien allá. Tratamos de pasarla lo mejor posible y disfrutar. Lo del Auditorio fue algo muy grande que nunca pensé que fuera a pasar”.
La maestra Clau aseguró que a ellos como grupo les está yendo bastante bien porque ahora cuentan con un apoyo federal que funciona para compartir todos estos conocimientos con niños más pequeños y transformar un poquito de su vida.
“En un inicio no es que fuera pequeño el proyecto sino que teníamos que abarcar poquito por el presupuesto y el material que teníamos, pero Semilleros Creativos ha permitido que nos agrandemos y seamos más en la familia. Nosotros empezamos el proyecto con un Pacmyc 2017 y comenzamos con talleres de máscaras, teatro y circo y éste último mucho impacto en los niños porque descubren movimientos que su cuerpo nunca había experimentado”.
Con una franca serenidad, Clau dijo que con los niños se escala y de menos a más se dan cuenta del poder que tienen y se vuelven conscientes de lo que pueden hacer. Estar diario para ellos ha hecho una gran familia, y como integrantes de una, los niños confían en ellos.