La compañía francesa Midi regresa a México con una propuesta escénica binacional sobre la historia de John Merrick, un inglés del siglo XIX que por sus malformaciones físicas fue exhibido como fenómeno en un circo, donde era apodado El hombre elefante, hasta que lo rescató el doctor Frederick Treves.
El director de Midi, Antoine Chalard, adaptó los diarios de Merrick y Treves en un drama que, como otras piezas de la compañía, fue seleccionado para el Festival de Aviñón con gran aceptación del público. Ahora llega en gira internacional al Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (Cenart) en temporada del 17 de febrero al 5 de marzo con funciones de jueves a domingo.
En colaboración con el Instituto Francés para América Latina (IFAL), El hombre elefante cuenta con un elenco de actores franceses y mexicanos encabezados por Florent Malburet en el papel protagónico, y Chalard, que interpreta al doctor Treves y dirige la obra, asistido por la mexicana Elena Gore.
Se trata de un libreto original de Chalard ajeno a la versión trágica y perversa de la película El hombre elefante (1980), de David Lynch, protagonizada por John Hurt y Anthony Hopkins. Tampoco tiene nada que ver con la pieza teatral de Bernard Pomerance de los 70, que incluso protagonizó, en el verano de 1980 en Broadway y en escenarios en Chicago y Denver, el cantante inglés David Bowie.
“Chalard se basó en los diarios de Merrick y del doctor Treves, pues es una historia que ocurrió en la vida real. Empieza cuando John llega al hospital, lo descubre y atiende el médico. Nosotros no nos basamos en la historia de la película de David Lynch, más enfocada en lo terrorífico y malvado que pueden ser los humanos. Acá nos enfocamos en todas las personas que contribuyeron a que Merrick fuera quien fue en su educación, en su mejora física, en su protección”, dice Gore en entrevista.
“Mucha gente pregunta si la obra se parece a la película. Pero, contrario al filme súper crudo de Lynch, acá los personajes están resaltados hacia lo bello, lo amable, lo generosos que pudieron haber sido con Merrick”, abunda la actriz y directora mexicana, quien es el enlace en la producción franco-mexicana, que incluye en el elenco a Gabriela Betancourt, Leopoldo Bernal y Esperanza Penagos.
El vestuario está a cargo de Marie Vernhes, la máscara es obra de Galina Molotov y la iluminación, de Fernando Saldaña.
Compañía prestigiosa
Desde 2012 que montó en el teatro Juan Ruiz de Alarcón Las bodas de Rosita, basada en Doña Rosita la soltera (1935), de Federico García Lorca, Midi y Chalard han traído varias producciones a México y han invitado a sus puestas en escena a actores y actrices mexicanas, como el caso de Gore.
Con una trayectoria de 20 años, sus propuestas escénicas se estrenan en el prestigioso Festival de Aviñón, para después emprender giras en diversos países. El hombre elefante, además de en el Cenart, tendrá funciones en varias Alianzas Francesas durante el mes que dura la temporada.
Gore destaca que Florent Malburet, además de actor, es productor y fundador de Midi junto con Chalard. La obra, de una hora y 20 minutos de duración y hablada en español, cuenta con poca escenografía y justo está sostenida por la interpretación de los personajes, en especial el de Merrick.
“Malburet interpreta a su personaje a partir del maquillaje que hace referencia al padecimiento de Merrick y con una expresión corporal bastante fuerte. Aunque la pieza está ambientada en la época en que vivió John (1862-1890), no es una copia fiel, no es realista, está enfocada un poco en la fantasía de lo que hubiera deseado Merrick sobre cómo lo trataban sus padres o la gente. Aunque las actuaciones son realistas, hay un toque fantástico, casi mágico en la obra, que tiene que ver con la poética de la belleza. Nuestra tesis es cuál es la poética, encontrar la belleza en un ser al que todos nombran un monstruo. Está basada en las relaciones entre los personajes, que interpretan excelentes actores”.
La artista escénica dice que buscan que el público disfrute y se conmueva. “Que vea cómo los hombres pueden descubrir la belleza en seres que no consideramos afines a nosotros, a pesar de nuestras concepciones sobre la belleza y la humanidad. Todo se basa en la iluminación, que es como una cortina, hay un dispositivo que permite crear diferentes espacios. Incluso detrás de esta cortina hay juegos de sombras, como la ilusión de una pantalla, diferente a lo que sucede en el escenario; lo que sucede detrás es como la representación de estos velos que nos nublan la percepción que tenemos de las personas”, concluye.