Enrique Metinides: En el diván, la obra del “fotógrafo del desastre”

Pone en evidencia el sufrimiento individual “e invita a pensar, en lugar de ver”, considera el psicoanalista Carlos Díaz.

En sus últimas imágenes, su mirada se empieza a orientar más hacia temas como el suicidio, los terremotos y otros sucesos.  Jorge  Carballo
Ciudad de México /

Enrique Metinides, el icono de la crónica roja que empezó a captar imágenes desde los 11 años de edad, lo que lo convirtió en un fotógrafo precoz, con una vida que formó de cara a los accidentes, tiroteos, asesinatos y desastres, así como a lo que él llama “los mirones y chismosos”, fue analizado, a través de su trabajo fotográfico, por el psicoanalista Carlos Díaz.

Tras participar en la mesa de diálogo En el diván con Enrique Metinides, realizada ayer en la Universidad de Claustro de Sor Juana, el experto habló de lo que hay detrás de las imágenes del maestro nacido en 1934.

Díaz indicó que Metinides habla a través de su fotografía, expresa, pero nunca comunica; lo que logra el fotógrafo es manifestar los afectos a través de lo visual.

Ese es un primer acercamiento psicoanalítico para entender la labor de este artista de la lente, y conocer lo que su cuerpo no expresa, pero que se manifiesta a través de sus actos por medio de la fotografía.

“La fotografía de Metinides habla del fondo de la violencia en México. Desde su obturador, la sabe leer muy bien, lo que pone en evidencia es el dolor individual, en el momento que trasciende lo bidimensional del plano de la imagen e invita a pensar, en lugar de ver”.
(Enrique Mentinides)
Actualmente, se explota la noción de la crueldad, refirió Díaz, y eso es lo que hace diferente a la fotografía de Metinides: “Él no buscaba exhibir a través del dolor, sino entenderlo, y hoy en día lo que se pretende es explotar lo cruel, lo grotesco de la imagen, aparecen las personas sin respetar la historia que se está viendo”. 

Encuentro con la infancia

Desde la perspectiva psicoanalista, Díaz define a Metinides “como un niño que jugó toda su vida con la fotografía, lo que le posibilitó tener un encuentro eterno con su infancia, debido a que cambió el juego por el trabajo, considerando que empezó a tomar fotografías desde que era un niño”. 

Por esa razón Metinides parece que juega todo el tiempo con la imagen, a tal grado que llegó a no dormir para estar en el juego. Él mismo ha contado que a veces se quedaba con el traje puesto para los llamados de la Cruz Roja, lo que significa que mientras iba creciendo todo el tiempo jugaba con la cámara.

“Él evolucionó bastante, maduró, aprendió de sus colegas y aprendió del despido significativo que tuvo en La Prensa, al no valorar su obra que fue del registro de accidentes de automóviles, a una situación con la muerte”, expresó el psicoanalista.
(Enrique Mentinides)

Cambio estético

Aunque retrataba la muerte, Enrique Metinides no involucraba la sangre en sus imágenes porque era muy respetuoso del dolor de los demás, agrega Díaz.

Al ver ya sus últimas fotografías, su mirada se empieza a orientar más hacia la cuestión del suicidio, de los terremotos y de otros sucesos, registrándose con ello en su trabajo un cambio estético.

“Metinides narra cómo fue que se enfrentó a su primer fotografía de un decapitado, relata que optó por irse a su casa, pero que finalmente regresó a tomar la foto. Es decir, hubo un primer encuentro con el horror, al momento de ver la cabeza decapitada. Desde ahí no se desprendió de su mirada sobre la muerte”.
(Enrique Mentinides)

En las fotografías de Metinides hay una posibilidad de que el espectador se dé cuenta de que “el otro” no es él; en el momento en que ve un cadáver, le da la posibilidad de afirmarme que sigue vivo.

Entonces, explicó el ponente, no es un placer el ver la imagen, sino una oportunidad que le permite a la gente pensar y reflexionar qué hará, a partir de una tragedia, como testigo de la muerte.

La siguiente mesa de análisis abordará la personalidad del cineasta Carlos Enrique Taboada, creador de cintas como:Hasta el viento tiene miedo.

En esta ocasión se analizará qué ha pasado con la violencia en México, pero ahora desde el punto de vista del cine.

Padre ausente

La violencia que se vive en México y que se retrata en decenas de imágenes fotográficas y televisivas, tiene que ver con los duelos nacionales, porque es un país donde el padre ha fallado, dice Carlos Díaz. En el gobierno o la dictadura priista hubo varias fallas: la matanza de Tlatelolco de 1968, el halconazo de 1971, la postura ante Ayotzinapa. Todo eso ha sido una falla simbólica del padre.

El psicoanalista indica que desde la Revolución con Francisco I. Madero, el padre, en este caso “el Estado” ha estado ausente y no ha podido regresar: “Estamos en un nuevo gobierno con la posibilidad de tener un rencuentro con un padre nuevo que pueda aliviar estas demandas que tenemos como nación”.

RL

  • Leticia Sánchez Medel
  • letymedel@yahoo.com.mx
  • Reportera cultural, cursó la maestría en Periodismo Político, es autora de tres libros sobre la historia inédita del Cervantino.

LAS MÁS VISTAS