Enrique Singer: “'Florencia en el Amazonas' es un reto”

Cultura

Después de 24 años se repondrá la obra de Daniel Catán en el Palacio de Bellas Artes bajo la dirección escénica de Enrique Singer y con un elenco totalmente mexicano; las funciones se llevarán a cabo el 8, 10, 12 y 15 de octubre.

Enrique Singer (Especial).
Ciudad de México /

El director de escena Enrique Singer admite que el montaje de Florencia en el Amazonas no ha sido fácil, en especial por su aspecto cinematográfico, pero asumió el reto por la riqueza de imágenes, acciones, personajes en la ópera de Daniel Catán, con libreto de Marcela Fuentes-Berain, “homenaje a Gabriel García Márquez”, que al fin podrá verse escenificada en octubre en el Palacio de Bellas Artes.

Tras 24 años, esta ópera se presentará de nuevo en el recinto mexicano, y en noviembre se estrenará (en otra producción) en la MetOpera de Nueva York.

“Como dijo María Katzarava (a MILENIO), efectivamente, Florencia en el Amazonas es muy cinematográfica. Y eso ofrece dificultades escénicas, lo que hace que nuestra imaginación explote y tengamos que utilizar recursos visuales para poder apoyar todo este mundo que nos están proponiendo el compositor y la libretista”, dice en entrevista Singer, ex director de la Compañía Nacional de Teatro (CNT), quien montó Tosca, Rusalka, Lucia di Lammermoor y Rigoletto en ese y otros escenarios.

Singer, que apenas en septiembre estrenó el drama Consentimiento (de Nina Raine, 2017) en el teatro Helénico, se siente muy orgulloso de que su puesta en escena en Bellas Artes sea “ciento por ciento mexicana”, desde el compositor y la libretista, hasta el elenco, el director concertante y la producción.

Florencia en el Amazonas tendrá su estreno escenificado en Palacio de Bellas Artes en funciones 8, 10, 12 y 15 de octubre, con Dhyana Arom (Florencia), Denis Vélez (Rosalba), Gabriela Flores (Paula), Evanivaldo Correa (Arcadio), Carlos Arámbula (Álvaro), Óscar Velázquez (Riolobo) y Armando Gama (Capitán); dirección de Enrique Singer e Iván López Reynoso al frente de la Orquesta y Coro del teatro.

Como hombre de teatro, ¿qué le ofrece este libreto?

Ofrece todo un reto interesante. Es muy rico, lleno de imágenes, con acciones fuertes, en un ambiente mágico. Es un periplo, un viaje, de la vida hacia la muerte, en el que se transita con base de relaciones de amor, por eso tiene relaciones complejas entre los personajes. Y tiene muchos colores, pasa del drama a la comedia con facilidad. Es un libreto muy rico y con mucho material para trabajar.

¿Qué características tienen sus personajes?

Son siete personajes. Florencia Grimaldi, el Capitán, Rosalba, una joven artista, escritora, que sigue a Florencia; Arcadio, el sobrino del Capitán, un muchacho que ha estado en el barco toda su vida y que ya está harto; Paula y Álvaro, un matrimonio de mucho tiempo que tiene una relación muy desgastada; y Riolobo, un personaje extraño, suerte de chamán o maestro espiritual que los acompaña en el viaje y representa la relación entre lo humano y la naturaleza. Todos van viajando en El Dorado rumbo a Manaos, metafóricamente están buscando su destino, están buscando el amor, al final encontrarán algo parecido al amor. Vale la pena que el público reflexione sobre el final, que no voy a revelar.

La historia parte del mundo mágico de Gabriel García Márquez ¿Cómo abordará el libreto? ¿Se distanciará de este mundo de realismo mágico?

Me estoy basando en el libreto, como obra independiente, singular en sí misma. Las referencias a García Márquez están dentro, y lo que estoy haciendo es tratar de interpretarlo. Mi trabajo es ése: agarrar el libreto y dar mi propia interpretación. Ahí mismo estará el resultado de la interpretación, asomada a la música, porque mi trabajo no es sólo interpretar el libreto sino hacerlo en la música, para la música. El libreto está escrito para la ópera y hay un diálogo muy interesante y rico entre el libreto y la música, que trabajó el maestro Catán con Marcela, y que yo tengo el gusto y la responsabilidad de incorporarme a ese diálogo entre la música y la palabra, para llevarlo a la imagen, a la visual. Lo que hace el director es una música visual, y eso es muy divertido y rico, y me parece lo más gozoso en la dirección escénica en la ópera. El libreto de Marcela habla por sí solo, junto con Catán están haciendo un homenaje a García Márquez, y yo estoy a través de ellos montando esta rica e interesante historia.

¿Qué define esta interpretación de la obra?

Son varias cosas. Yo pienso en términos del teatro como música. El libreto nos va guiando a partir de acciones escénicas, que conforman un camino musical, una partitura a partir de acciones escénicas que en sí mismas tienen su música. Para mí lo más interesante de la ópera, y en esta en particular —que es lo más rico trabajarlas desde ahí— es darle una musicalidad a apoyar la musicalidad de la ópera visualmente. Sucede dentro de un barco, los personajes están habitando un espacio que es El Dorado. Y a nosotros nos interesa darle vida a este barco, una radiografía de su vida interna y cómo los personajes se desenvuelven y se relacionan dentro de este espacio. Para mí, lo visual, lo que el espectador ve apoya lo que el auditorio escucha. Mi intención es aportar la parte teatral para hacer un espectáculo total, lo que es la ópera: un espectáculo total donde el teatro tiene parte muy importante.

Katzarava, que encarnó ya a Florencia Grimaldi, dice que esta ópera es muy cinematográfica.

Totalmente. La música y el libreto son muy cinematográficos. Me recuerda mucho a Puccini, porque lo que hace él me gusta mucho a mí en lo personal, al componer la música, al imaginarse ese mundo musical, el se está imaginando la puesta en escena. Entonces la música ilustra el movimiento escénico, las acciones, los conflictos entre los personajes, esta ópera tiene lo mismo. Es muy rico, muy gozoso dirigirla a partir del imaginario del maestro Catán apoyada por el texto y que hace que la música ilustre los movimientos. Y eso nos permite a los directores de escena dialogar con la música de una manera más rica que con otros compositores. Efectivamente, es muy cinematográfica y eso ofrece ciertas dificultades escénicas, lo cual hace que nuestra imaginación explote y tengamos que utilizar recursos visuales para poder apoyar todo este mundo que nos están proponiendo el compositor y la libretista.

Usted ya hizo Tosca, que la ambientó en una época diferente a la original. ¿Cómo se ambienta ahora?

Estamos relativamente respetando los tiempos en los que sucede la ópera, la primera parte del siglo pasado; se podría poner en distintas épocas. Después nos damos ciertas licencias en cuanto a tiempo y espacio, sobre todo porque la ópera nos está pidiendo un ambiente mágico, no del todo realista; tenemos que romper ese realismo y jugar con las ideas que están flotando en el libreto y en la música.

¿Qué le ha dejado el trabajo con este elenco totalmente mexicano?

El trabajo ha sido realmente armónico, muy gozoso, ha caminado muy alegre, son grandes cantantes, todos están estupendos, tienen una voces cautivadoras, y todos tienen una pretensión de actuar, quieren actuar también, ya son nuevas generaciones a las que la actuación les importa, y eso es muy rico. Es un motivo de orgullo para mí, estar trabajando en una ópera ciento por ciento mexicana. Ya se ha montado, pero hasta donde sé, es una puesta en escena en la que todos los elementos que la componen son mexicanos. Desde el director musical, los cantantes, la dirección escénica, diseñadores, es un equipo ciento por ciento mexicano. Este va a ser un producto mexicano. Y me llena de orgullo, realmente es una oportunidad para ser testigos de la gran calidad que puede tener la ópera mexicana en todos sus órdenes.

“Y para ello los cantantes son un elemento primordial, muy importante. Estoy muy contento trabajando absolutamente con todos. Tiene la ventaja que no es una ópera que esté en sus repertorios, para todos es una puesta en escena nueva, una ópera nueva, lo cual implica un trabajo de creación artística desde el inicio. Los personajes los hemos conocido todos juntos al mismo tiempo, no hay una visión prefigurada de los personajes, eso es algo muy importante porque en las óperas normalmente los cantantes en algunos casos ya han hecho la ópera, ya conocen al personaje y tienen una visión predeterminada. No ha sido el caso, lo estamos trabajando todos desde el principio como una producción nueva, no solo para nosotros sino para todos. También trabajando con el maestro Iván, hemos tenido un diálogo muy, muy armónico también, y con la producción de Bellas Artes, que nos ha ofrecido todo su apoyo y tiene puesta en esta ópera un interés muy especial, y lo hemos sentido, nos están cuidando muchísimo. Por todos lados, hemos transitado con fortuna, y espero que el resultado final sea del agrado del público.

El maestro Iván López Reynoso es también cantante, se entiende muy bien con los cantantes, y ha dirigido muchas óperas. ¿Cómo se inserta usted en esa relación?

Así es. No nos conocíamos, pero obviamente yo sabía de él. Desde el principio le gustó nuestra propuesta escénica, él va a todos los ensayos, y platicamos cuestiones de tipo de artístico, en cuanto a la concepción de los personajes y la escena, pero también técnico, que es muy importante ese diálogo entre el director musical y el director de escena; es decir, darle a los cantantes, así como al coro, las mejores condiciones para que luzcan las voces. No nos olvidemos que esto es ópera, y que la ópera tiene como finalidad las voces, la sonoridad de las voces. Para los directores de escena es muy fácil olvidarnos de esto, y les ponemos dificultades en algunas ocasiones a los cantantes. El diálogo con el director concertante, con Iván, es muy importante, porque garantiza que auditivamente y visualmente la ópera esté en las mejores condiciones. Ese diálogo es vital.

¿Cuál es el personaje más complejo?

Florencia es un personaje complejo, que vive en el dolor y en el arrepentimiento; ahora es un personaje que no tiene tanta relación con los otros personajes, tal vez con el Capitán es con quien más tiene. Lo cual implica que vive en su propio mundo, lo cual le da su complejidad. Pero todos los personajes tienen tela de donde cortar, están muy bien diseñados. Rosalba y Arcadio es relación compleja, dos jóvenes que se están conociendo, y que acaban enamorándose, aunque en ella hay resistencias muy grandes, y en el caso de Álvaro y Paula, son personajes que también van desde el rencor que se tienen hasta el amor profundo, hasta mágico, y que tienen cierto toque cómico, hay cierto toque de comicidad.

“Todos tienen un grado de dificultad especial y todos merecen una tensión muy particular, sobre todo la relación que hay entre ellos, que hay que trabajar muy bien, que además tienen que estar soportadas por la música y el texto y proyectarse al público. No es fácil el trabajo de dirección de actores con los cantantes en la ópera porque se tiene que mediar con la emisión de la voz y la transmisión de las emociones y, sobre todo, las relaciones entre los personajes, para que se entienda la historia. ¿Qué es una historia sino las relaciones entre las personas: amor, odio, etcétera? Y la emisión es una prioridad”.

Florencia Grimaldi es la segunda cantante de ópera como personaje con la que usted trabaja en un montaje. Primero hizo Tosca.

Exacto. Ópera dentro de la ópera. Y son dos personajes que tienen cierto parentesco, porque, evidentemente Florencia Grimaldi ha hecho Tosca, y tiene algo del pathos que tiene Tosca. Una cantante que está buscando el amor, que es muy frágil y que al mismo tiempo es muy fuerte, que sabe lo que quiere. Sí es muy interesante trabajar la ópera dentro de la ópera. Mi trabajo es darles todas las condiciones a los cantantes para que luzcan sus voces, porque de eso se trata también.

El leit motiv de Florencia en el Amazonas, con todo respeto al maestro Catán, lo digo como un elogio, me parece que está en Vissi d’Arte.

Totalmente. Ahí está todo el tiempo, como palpitando en Florencia en el Amazonas. Eso lo puedo notar casi todo el tiempo. Me encanta. Esa relación entre Puccini y Catán me seduce mucho, es muy seductora porque uno demuestra que el arte, la música y la ópera no tiene tiempos, no se trata de ser modernos o premodernos; se trata de contar una historia bien. Lo que hizo el maestro Catán –desgraciadamente no lo conocí– de escoger el lenguaje de la ópera verista fue muy afortunado.

Su montaje en Bellas Artes será histórico. ¿Cómo se siente con esa responsabilidad? Y, además, también con la historia que hará Florencia un mes después en la MetOpera de Nueva York.

Es un tema paradójico. Se va a estrenar en la MetOpera un mes después que nosotros y todo eso implica una responsabilidad, la versión de los mexicanos de la misma ópera y la de los estadounidenses. Y lo paradójico es que no podemos pensar en eso. Es algo que no me ha preocupado, es algo que no está dentro de mis preocupaciones cotidianas, aunque reconozco el peso que significa, pero lo que a nosotros nos interesa primordialmente es contar la historia de Florencia en el Amazonas de una manera divertida, pulcra, interesante, profunda, y dar nuestro punto de vista de la historia.

“Nosotros no nada más ponemos en escena las acotaciones de los autores, construimos un mundo y decimos algo al mundo con las historias también los directores de escena, con los escenógrafos. Espero que lo que estemos diciendo con las historias, que está apoyado con el texto de Marcela y con la música de Catán, le aporte al público algo singular, independientemente que la estén poniendo en la Met o en Houston. Llevamos mucho tiempo trabajando, no ha sido nada sencillo, no es una ópera fácil de poner en escena, para nada, es muy cinematográfica, lo único que esperamos es que complazca a la gente”.

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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