El fundador de la compañía teatral La Trouppe, Mauro Mendoza, murió la noche del 6 de enero por complicaciones de salud. Esta compañía, también guiada por la estupenda titiritera Carmen Luna, cumplió 40 años el año pasado y ahora se encuentra de luto. La Trouppe ha creado a lo largo de los años uno de los más depurados y estimulantes teatros para niños en México, tocando a varias generaciones que la hemos disfrutado nutriendo el imaginario de miles de pequeños y espectadores. La Trouppe es cosa seria porque con su humor y una visión renovadora del teatro para jóvenes audiencias se constituye como un parteaguas en la historia de esta disciplina específica. Fueron pioneros, de hecho, de tal renovación al igual que otros grandes maestros como Perla Szuchmacher, Otto Minera, Lucio Espíndola, Lourdes Pérez Gay, Berta Hiriart y otros estupendos creadores que pusieron punto final al teatro que trataba a los infantes como subnormales.
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Mis hijos, hace tan solo una década, se convirtieron en público asiduo que me hacía repetir hasta siete veces la función, por ejemplo, de Cuando canta un alebrije, que homenajeaba al maestro artesano Pedro Linares con música del gran Frino (Antonio Rodríguez) que los chamacos no podían quitarse de la boca por semanas y que aún hoy, adolescentes, de vez en vez recuerdan y tararean. Son tantas las obras de La Trouppe que ayudaron a empujar este nuevo teatro para niños mexicanos que hay adultos de cuarenta y poquitos años que alguna vez fueron tocados por su magia clown o titiritera o cabaretera. Trupeteando con los clásicos, Trupus calacus, Ludotrup, Charivari y, entre muchas más, 20 mil leguas de viaje trupetero conformaron un repertorio inmenso. En las tablas que pisaba La Trouppe iban acompañadas de colas interminables de niños con padres gozosos porque con esta agrupación tenían asegurado ellos también un estupendo convivio teatral familiar. Descanse en paz el admirado Mauro Mendoza.
TRASPUNTE
UN COLECTIVO CON UN REPERTORIO ESTABLE
Mauro Mendoza en algún momento de principios de los años 80 fue tocado por los maestros colombianos Santiago García y Enrique Buenaventura que infundieron en él la utopía de formar un colectivo que creara un repertorio y un discurso estable. Lo que años antes Seki Sano anhelo y nombró “conjunto permanente”, este año llegará a los 41 años.