Cecilia Eudave, entre la transgresión y lo insólito

FIL2019

La autora de Bestiaria vida conversará con Sara Poot-Herrera, Silvia Eugenia Castillero y Rosa Beltrán sobre el tomo X de la colección Solo Cuento.

Cecilia Eudave, autora de 'La criatura del espejo'. (Foto: Mariana Hernández)
Adriana Cortés Koloffon
Guadalajara /

Cecilia Eudave no sigue las tendencias ni las modas literarias. Prefiere frecuentar lo insólito en su narrativa. Autora de El enigma de la esfera, La criatura del espejo y Bestiaria vida, entre otros libros, compiló el tomo X de la colección Sólo cuento (Dirección de Literatura, UNAM) sobre la que conversará junto con Sara Poot-Herrera, Silvia Eugenia Castillero y Rosa Beltrán, directora de Literatura UNAM, este 30 de noviembre en el Salón Alfredo Placencia, a las 18.00 horas.

—¿Por qué le gusta la colección Sólo cuento?

Tengo los diez volúmenes, los considero no solo un acierto para fomentar la lectura entre los jóvenes o los lectores en busca de autores nuevos y propositivos de distinto géneros y tendencias, sino una herramienta eficaz para conocer el estado actual de la literatura en lengua española. En diez años hemos observado, con su lectura, cómo han cambiado las tendencias narrativas, las preocupaciones sociales, cómo han surgido y se han consolidado nuevas voces, cómo se ha incrementado el número de narradoras, cómo esta colección ha devuelto la visibilidad a uno de los géneros más entrañables de la literatura.

—¿Qué opina acerca del género del cuento contemporáneo en lengua española?

El cuento es uno de los géneros más versátiles y eficaces de la literatura de todos los tiempos. Es el mejor aliado del escritor y del lector en formación o consolidado porque logran acercarnos a los universos literarios de manera directa, sin efectismos, dan en el blanco, y nos estremecen.

—Moderará una mesa sobre lenguaje, poder y literatura en la FIL, en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, el 2 de diciembre a las 10.30 h. donde participarán Margo Glantz y Carmen Villoro. ¿Qué papel juega el cuerpo en la narrativa femenina?

Es parte fundamental en la literatura escrita por mujeres, quizá porque es el primer espacio que logramos hacer nuestro, nuestra primera conquista, “este es mi cuerpo y hago con él lo que quiera”. Desde ese principio fundamental lo podemos transformar, mutar, incendiar, erotizar, someter, politizar o enloquecer; también puede devenir en lo que queramos porque siempre será un instrumento que nos ayude a denunciar y a visibilizar nuestra condición de frente a sociedades patriarcales o asustadas de que por fin reclamemos equidad en este mundo que también nos pertenece.

—¿Sus personajes femeninos son transgresores?

Sí, desde mi primer libro, Técnicamente humanos, hasta los más recientes, mis personajes femeninos están en contra de ser encasillados en roles tradicionalmente asignados. No importa si son actantes principales o secundarios en mis cuentos, ellas están como detonadores, ya no de las catástrofes sino de la toma de conciencia.

—¿Qué posibilidades le ofrece la escritura del género literario fantástico?

La literatura fantástica, lo insólito en general, permite la inserción de perspectivas renovadas para abordar la decadencia por la que está pasando nuestra condición humana absorbida por sociedades que privilegian la competencia y la individualidad.

—¿Le gusta el humor negro?

Es en efecto una de mis características más distintivas. La tradición literaria inglesa tiene mucho de ello y me ha marcado, pero también otras como la italiana con Italo Calvino, la alemana con el gran Frank Kafka, o la hispanoamericana con el uruguayo Felisberto Fernández o el gran Jorge Ibargüengoitia en México. He encontrado en el humor una forma sutil y sugerente de mostrar situaciones de violencia que logran un efecto mayor en el lector precisamente porque lo llevan reflexionar sobre ellas y no solamente a sobresaltarse. Me gusta incomodar a los lectores pero no hastiarlos con una realidad tan gráfica en su violencia que acaba por saturarlos.

—¿Por qué utiliza los bestiarios para narrar la historia de una familia, en Bestiaria vida?

Uso el bestiario como una alegoría de la vida. Por eso escogí la tradición del bestiario occidental para, a través de lo simbólico, establecer una relación de convivencia entre el ser domesticado producto de una sociedad que privilegia lo homogéneo y la rentabilidad cotidiana, y las bestias. Y no hablo de animalización de los personajes sino de bestialización, la bestia es un estado intermedio entre lo humano y lo animal, y es ahí donde nuestra sociedad se inserta. Esa necesidad de hacer de nosotros sujetos de rendimiento acabó por convertirnos en “abominables hombres del trabajo”, en caracoles deprimidos, en súcubos dispersos, en basiliscos castrantes, en licántropos irresponsables, en cancerberos cuidando de un pasado que no regresará ni dejarán volver.

—¿A qué autoras mexicanas habría que revisitar?

Creo que hay que revisitar a Refugio Barragán, la primera novelista mexicana del siglo XIX; volver a releer a Rosario Castellanos, a Nelly Campobello, a Josefina Vincens o a Inés Arredondo. No esperar que vivan muchos años para ver cómo su obra va dejando un legado, como es el caso de Amparo Dávila, considerada una de las mejores escritoras de lo fantástico en lengua española, o la inclasificable y magnifica prosa de Margo Glantz. Ni reconocerlas después de su muerte como a la gran Elena Garro.

—¿Cuál es su lectura de la obra de Juan Rulfo? Acerca de él escribió en Sobre lo fantástico mexicano, libro que obtuvo mención honorífica en el 12th Annual International Latino Book Awards (2010).

Mi fascinación por Juan Rulfo reside no solo en la calidad de su obra a nivel estético, técnico, o por lo altamente connotativa que pueda resultar su prosa sino porque lo considero uno de los narradores que mejor logró sintetizar su tiempo. Sus historias, aún en la denuncia de los estragos de una guerra sin cuarteles ideológicos, sin líderes reales, sin resultados positivos, nos entrega una representación acaso demasiado real, aún en su representación ficticia del mexicano de mediados del siglo XX con sus contradicciones y su declive colectivo ante la incipiente modernidad que arrasó sus tradiciones.


ÁSS

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