El interés de Jorge León y Rico por la música comenzó siendo un niño, cuando su papá lo llevó a un partido de americano en CU y quedó maravillado por el espectáculo musical: “De ahí me apasioné con intentar tocar la batería, después tuve varios grupos de covers hasta que logré firmar como artista en Warner Music con la banda Perros Celestes”.
Tras plasmar su nombre en un contrato profesional, el entonces estudiante de la Universidad Anáhuac decidió especializarse en derechos de autor; en la presente edición de la FIL Guadalajara presentó el libro que reúne todos sus conocimientos sobre el tema.
- Te recomendamos "La reflexión no es un ejercicio de popularidad": José Luis Martínez S. FIL
Con La industria musical y los derechos de autor (Porrúa), Jorge, quien se ve a sí mismo como un abogado disruptivo, explora y explica las nuevas dinámicas de venta y difusión musical.
“La gente ya le pone más atención al derecho de autor, pero creo que se puede avanzar más en la cuestión digital, que el contenido pueda ser gratuito para el consumidor final, algo que ya se está dando; antes lo decía y me tachaban de loco, pero creo en esa concepción de que el usuario pueda obtener el contenido de forma gratuita sin dejar que el titular reciba sus regalías o pagos, como el caso de Spotify. El avance digital muestra que nos podemos adecuar de forma gratuita al usuario”.
Un estudio de animación, Calcetín, fue el primer cliente del jurista, que también ha asesorado a proyectos como Elis Paprika, Paty Manterola, La Maldita Vecindad, Belanova, Panteón Rococó y Ximena Sariñana. Y ha trabajado en el terreno deportivo con Marc Crosas, Rafa Márquez y Giovani dos Santos.
“En los primeros semestres de la carrera me dije: ‘¿Qué chingados hago aquí?’, hasta que conocí el derecho de autor y ahí me enamoré de la materia. Decidí crear mi propio destino, mi propio personaje y dedicarme al entretenimiento. Ya llevo más de 20 años en la música, pero también en el cine y el deporte”.
Sobre su libro, Jorge menciona que desentraña el derecho de autor “sin darle un lenguaje tan técnico, es más digerible”.
“Pude obtener participaciones y asesorías de quienes fueron mis maestros, por eso lo hice en colaboración con la Anáhuac. En esta edición invité a Gil, vocalista de Kinky, para que hablara de la industria musical post pandemia, y también le pedí al periodista Miguel Solís que hiciera el prólogo”.
En La industria musical y los derechos de autor, el escritor también puso atención a los cambios que la pandemia de covid-19 trajo a la industria musical.
“La pandemia fue dura en la cuestión económica, pero creo que tuvo ciertas cosas positivas: mayor creación de canciones, la adaptación de la industria a este tipo de cambios, el tema de los conciertos en línea y los pagos de regalías. También se volvieron más fuertes las plataformas digitales y las redes sociales; el artista aprovechó el encierro para reinventarse, seguir creando y posicionarse en un nicho que ya no es tan fácil como antes. Fue una balanza de pros y contras”.
Claves
Susana León, su mentora“Desde chico empecé a trabajar con mi tía, Susana León; con ella empecé a litigar la parte civil y mercantil. Me gustaba argumentar, entonces tenía eso en mi cabeza y me llenaba mucho ser abogado”.
Consejos para las bandas
Verse como una empresa y firmar un acuerdo sobre los roles dentro del proyecto son recomendaciones que el abogado hace a las bandas. También las invita a que, si tienen las posibilidades económicas, se hagan de “un aparato contable y un aparato legal que negocie sus contratos en esta industria donde hay tantos tiburones”.
yh