Graffitis narran la historia de la Palafoxiana

"Los estudiantes de aquellas épocas utilizaban navajas para afilar sus plumas y con estas navajas tallaron algunos nombres, muchísimos nombres".

La Biblioteca Palafoxiana de Puebla celebra el 15 aniversario de ser Registro de Memoria del Mundo. (Andrés Lobato)
Los graffitis en la Biblioteca Palafoxiana también forman parte de la cultura. (Andrés Lobato)
Los graffitis en la Biblioteca Palafoxiana también forman parte de la cultura. (Andrés Lobato)
Los graffitis en la Biblioteca Palafoxiana también forman parte de la cultura. (Andrés Lobato)
Los graffitis en la Biblioteca Palafoxiana también forman parte de la cultura. (Andrés Lobato)
Los graffitis en la Biblioteca Palafoxiana también forman parte de la cultura. (Andrés Lobato)
Los graffitis en la Biblioteca Palafoxiana también forman parte de la cultura. (Andrés Lobato)
La Biblioteca Palafoxiana de Puebla celebra el 15 aniversario de ser Registro de Memoria del Mundo. (Andrés Lobato)
Rafael González
Puebla /

Este año, la Biblioteca Palafoxiana de Puebla celebra el 15 aniversario de su inclusión por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) en el Registro de Memoria del Mundo, una iniciativa impulsada para procurar la preservación y acceso del patrimonio documental en el orbe. De esta forma, la también primera biblioteca pública de América es actualmente la única en México que cuenta con este reconocimiento.

En su extenso acervo sobre el conocimiento humano, se resguardan 45 mil 90 libros que abarcan del año 1473 hasta 1821. En su colección bibliográfica se encuentran obras sobre teología, filosofía, historia y ciencias humanas, en la que se incluye desde literatura y retórica, hasta viajes y geografía, matemáticas y ciencias naturales.

Alexis Hellmer Villalobos, responsable del citado recinto, señaló que la Biblioteca Palafoxiana es valiosa por preservar intacta su sede, acervo bibliográfico, arquitectura, estanterías y un fondo de manuscritos único en el mundo, al que se suman nueve incunables, es decir, libros que se imprimieron durante el siglo XV.

Resaltó que se cuentan con libros en más de 15 idiomas entre ellos latín, español, italiano, francés, portugués e inglés, así como distintos idiomas originarios de México, sobre todo náhuatl, mixteco y otomí.

“Tenemos libros sobre todo en latín y en español, que para los estudiantes de aquella época, del siglo XVII, XVIII e inicios del XIX, eran lenguas que tenían que conocer, pero además también, y por decisión de Juan de Palafox, los seminaristas de los colegios seminarios que se encontraban a un costado de la catedral tenían que conocer alguna lengua indígena para ir a predicar donde no se hablaba español”.

Del acervo que se resguarda, destacó las Crónicas de Nüremberg, de Hartmann Schedel, uno de los nueve incunables de la biblioteca y que fue impreso por Antón Koberger en 1493 en papel de lino con caracteres góticos e ilustrado con 1804 xilografías (grabados mediante planchas de madera).

Asimismo, mencionó las obras "De humani corporis fabrica", de Andrés Vesalio, el Atlas de Gerardus Mercator, "Don Quijote de la Mancha", de Miguel de Cervantes, "La Monarquía Indiana", de Juan de Torquemada y las "Fábulas", de Jean de La Fontaine.

Otros libros importantes son un Atlas de Ortelius, impreso en Amberes en 1548; una Biblia políglota o Biblia Regia, escrita entre 1569 y 1573 en griego, latín, hebreo y caldeo; y la "Gramática egipcia", de Jean François Champollion.

De igual forma, las obras completas de Isaac Newton en más de una edición; así como de Johannes Kepler, René Descartes, del químico francés Antoine Laurent Lavoisier, padre de la química moderna; Carlos Linneo (Carl Nilsson Linnæus) padre de la botánica moderna y el creador de la nomenclatura binominal para las especies de plantas y animales.

“La ciencia más moderna del siglo XVIII estaba aquí representada con varios ejemplares que se consultaban y leían”, dijo Alexis Hellmer Villalobos, sin embargo, también refirió que en el inmueble y en su colección han encontrado interesantes testigos que cuentan parte de la historia de los libros y del paso del tiempo.

“Digamos que hoy en día en todo el mundo se tiene mucho cuidado y mucho respeto por este material, que hoy consideramos valiosísimo por diversas razones, no solo económicamente sino valioso en el sentido histórico, por lo que nos permite saber de otras épocas, pero es cierto que en épocas pasadas la gente trataba a estos textos como los libros de texto, los libros de uso común y corriente y así como los estudiantes hoy en día rayan sus propios libros de texto sin preocuparse por quién los va a tener en 100 o 200 años, la gente que estudiaba en esta biblioteca y utilizaba estos libros se sentía con la libertad de tratarlos como sus propios libros y de anotarlos”.

Aclaró que esas anotaciones son valiosas, porque nos hablan de la forma en que se estudiaba en esa época, la forma en que se aprendía y se compartía el conocimiento; incluso, la forma en que se dialogaba con los autores a través de anotaciones en el margen.

“Incluso, estas anotaciones, que son históricas, se puede ver por la caligrafía, por las tintas que utilizan para anotar, tienen un valor histórico”, dijo.

Líneas describen el tiempo

Hellmer Villalobos dio a conocer que el mobiliario también forma parte del acervo histórico de esa biblioteca

“Las mesas, que tienen una plancha de ónix de Tecali y una decoración de marquetería, forman parte de la biblioteca, incluso desde antes de que estuviera en este sitio. Las mesas fueron donadas a la biblioteca antes de que se inaugurara”.

Narró que la biblioteca ha tenido varias etapas: 1646 el obispo Juan de Palafox hace la primera donación de 5 mil libros. En 1773 se traslada esta colección a esta nave, que se diseña exprofeso para guardar la biblioteca.

Las sillas y la mesa, consideradas como históricas, no se pueden mover. 

“Aquí han estado como testigos del paso del tiempo, de lo cual también hay numerosos señales en estas placas de ónix de Tecali porque hay muchos grafitis históricos, muchas marcas hechas con navajas, los estudiantes de aquellas épocas utilizaban navajas para afilar sus plumas y con estas navajas tallaron algunos nombres, muchísimos nombres, de estudiantes sobre todo o de gente en general que se sentó en estas bancas”. Indicó que las marcas más antiguas son desde 1780 y los más modernos a inicios del siglo XX.

El responsable de la Palafoxiana resaltó que entre los grafitis se encuentra uno que indica el nombre de Porfirio Díaz, aspecto que no se puede rechazar ni asegurar, toda vez que el militar mexicano combatió en la Batalla de Puebla en 1862 y el Sitio de Puebla, acción militar que tuvo lugar del 16 de marzo al 17 de mayo de 1863.

De igual forma, el 15 de octubre de 1863 el presidente Benito Juárez lo nombró General de División y el 28 del mismo mes se le dio el mando militar de cuatro estados: Veracruz, Puebla, Oaxaca y Tlaxcala.

El responsable del recinto dijo que se llama grafiti o pintada a un modo de pintura o arte visual callejero, por lo general ilegal o paralegal, que es generalmente realizada en superficies amplias de espacios urbanos: paredes, portones, muros.

Comentó que suele oscilar entre ilustraciones más o menos abstractas, hasta mensajes escritos y otras formas de intervención. “En este caso las mesas del recinto”.

Recordó que el término graffiti viene del italiano y a su vez del nombre dado a las inscripciones satíricas en espacios públicos hechas durante el Imperio Romano, conocidas como graffito, y que son su más remoto antecedente.

Por último, indicó que esas muestras también forman parte de la cultura porque además de la caligrafía se pueden observar anagramas, emblemas y grabados.

mpl

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