El Grito de Independencia, ceremonia con una larga historia

Edición Fin de Semana

La celebración recuerda la arenga pronunciada por Miguel Hidalgo en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, para terminar con el sometimiento de la corona española

Grito de Independencia, ceremonia con una larga historia (Especial).
Ciudad de México /

El presidente Andrés Manuel López Obrador “no quiere pasar a la historia como el segundo mandatario en cancelar el Grito de Independencia”, a pesar de que la pandemia de covid-19 no cesa y ya ha cobrado la vida de casi de 70 mil personas en el país, afirma el investigador Alberto Quiroz Ávila.

La celebración del calendario cívico recuerda la arenga pronunciada por Miguel Hidalgo la madrugada del 16 de septiembre de 1810, para terminar con los casi 300 años de control y sometimiento a la corona española. 

Ignacio López Rayón protagonizó en 1812 la primera conmemoración del inicio de la gesta independentista, puntualiza Quiroz Ávila, integrante de la Asociación de Cronistas Oficiales de la Ciudad de México.

En entrevista con MILENIO, indicó que la primera y única vez que se ha suspendido esta ceremonia fue el 15 de septiembre de 1847 (siendo presidente Antonio López de Santa Anna), ya que la ciudad había sido tomada la mañana del día anterior por los invasores estadunidenses.

Tras invitar al público a su primer Grito como presidente de la República, el 13 de septiembre de 2019, López Obrador aludió a ese acontecimiento y lamentó que el ejército invasor tomara la capital del país e hiciera ondear la bandera de Estados Unidos en Palacio Nacional.

“Invadieron nuestro país y de manera artera se nos arrebató la mitad de nuestro territorio; es uno de los momentos más tristes de la historia de México”, señaló el mandatario en aquella ocasión.

Día solemne

José María Morelos y Pavón estableció el 16 de septiembre como día solemne en su proclama Sentimientos de la Nación, documento resguardado en el Archivo General de la Nación.

El documento al que dio lectura el Siervo de la Nación durante el Primer Congreso Constituyente el 14 de septiembre de 1813, en su artículo 23º dice: “Que igualmente se solemnice el día 16 de septiembre, todos los años, como el día Aniversario en que se levantó la Voz de la Independencia, y nuestra Santa Libertad comenzó, pues en ese día fue en el que se desplegaron los labios de la Nación para reclamar sus derechos con Espada en mano para ser oída: recordando siempre el mérito del grande Héroe el señor Don Miguel Hidalgo y su compañero Don Ignacio Allende”.

Palacio, abierto al pueblo

El cronista precisa que para llegar a la celebración del inicio de la gesta independentista hubo que esperar a la consumación de la Independencia, el 27 de septiembre de 1821, con la entrada del Ejército Trigarante a Ciudad de México.

El primer festejo del Grito de Dolores se celebró en 1823. “Fue una ceremonia pequeña con un discurso político ofrecido por Vicente Guerrero como presidente de la junta gubernativa dentro de Palacio Nacional. Estuvo lejos de ser una celebración popular”, explica el investigador.

La primera ceremonia pública fue encabezada por Guadalupe Victoria en 1824, pero no en el balcón, sino en los patios del Palacio Nacional.

Promotor y difusor de la vida y el patrimonio de la Ciudad de México, Quiroz Ávila afirma que “esa fue una tradición que hemos perdido, ya que en los primeros años de la vida independiente las puertas de Palacio Nacional se abrían y las personas entraban, dependiendo del cupo. Acudían a presenciar la ceremonia que consistía más bien en discursos”.

En esa época aparecieron las verbenas populares de manera independiente a la ceremonia gubernamental. “Mientras adentro de Palacio Nacional estaban los discursos del presidente en turno, afuera las personas comenzaban a festejar, surgiendo así esta celebración tan arraigada”.

La tradición de abrir las puertas de Palacio Nacional se mantuvo hasta el último periodo del presidente Antonio López de Santa Anna, 1853-1857.

“Se comenzó a restringir un poco el asunto popular y se organizó una ceremonia de gala el 16 de septiembre, con la invitación a diplomáticos extranjeros, representantes del clero y algunos políticos. Entonces se registró la separación de la fiesta en Palacio Nacional y la celebración popular que se mantiene como hasta ahora”, dice el estudioso de la historia de la capital del país.

En el siglo XIX se toma conciencia de que es preciso establecer un vínculo con la gente que permanece afuera celebrando, y es Ignacio Comonfort, quien en 1856 sale a compartir algunas palabras al pueblo.

“Comonfort es el primero en dar una arenga en Palacio Nacional como ahora la conocemos, con ese recordatorio de quiénes fueron los héroes de la Independencia”.

El investigador rememora que en el periodo de la intervención francesa, Maximiliano de Habsburgo llega a México en junio de 1864, por lo que da el Grito de Independencia con una celebración formal en Palacio Nacional y una fiesta popular en la plaza pública. Maximiliano sale a pronunciar algunas palabras a la gente. Eso queda para la historia, porque en plena intervención extranjera se celebra la Independencia.

En 1865, el archiduque de Austria fue a Dolores Hidalgo, Guanajuato, donde tocó la campana en la parroquia para evocar la gesta independentista. Además durmió una noche en la que fue la casa de Miguel Hidalgo.

Tras el fusilamiento de Maximiliano, Benito Juárez asume de nuevo el poder y, con la idea de reforzar la identidad nacional, “da el Grito de la Independencia en septiembre de 1867, pero lo hace el 15 y no el 16”.

“Juárez quiere hacerlo demasiado popular, pero se da cuenta de que la gente durante el día tiene ocupaciones y así la fiesta se organiza en la tarde dentro de Palacio Nacional. En la noche se hace la verbena popular y Benito Juárez sale a dar el discurso”, agregó Quiroz Ávila.

Nace la tradición con Porfirio

El siguiente punto de inflexión se da durante el gobierno de Porfirio Díaz, quien ordena que la ceremonia se lleve a todo lugar donde haya mexicanos, incluso al extranjero.

“En 1896, Díaz manda traer a la Ciudad de México la campana de la iglesia de Dolores Hidalgo que utilizó el Padre de la Patria con el propósito de tocarla y repetir la hazaña del inicio de la Independencia. Inició así la tradición del Grito tal y como la conocemos”, señaló Quiroz Ávila.

“Con la Revolución mexicana, y tras la partida de Díaz en 1911 a Europa, su sustituto, León de la Barra, dio el Grito. Un año después lo hizo Francisco I. Madero, pero a partir de 1913 la situación se vuelve muy irregular porque Victoriano Huerta estaba muy temeroso de lo que le pudiera pasar. Entonces realizó la ceremonia a puerta cerrada y el acceso al Zócalo resultó muy controlado. Después el gobierno sale de la capital a otros lugares, así que Venustiano Carranza dio el Grito en Coahuila”.

Sin contratiempos

Los presidentes de la República que sucedieron a Carranza encabezaron esta fiesta cívica ya sin contratiempos, aunque un año después del terremoto de 1985, comenta el especialista, el presidente Miguel de la Madrid fue objeto de rechiflas, porque la sociedad estaba muy molesta debido a que no actuó de inmediato durante la tragedia, lo que dio paso a la intervención de la sociedad civil.

Los presidentes que le sucedieron empezaron a ser objeto de manifestaciones de descontento, las cuales se hicieron más patentes en los últimos años.

El cronista alude a que la celebración del Grito cambió durante los festejos del Bicentenario de la Independencia en 2010, bajo la presidencia de Felipe Calderón. La fiesta popular, tomó otro rostro, pues dejó de ser una verbena para convertirse en un espectáculo con grupos musicales y efectos tecnológicos montados en un gran escenario instalado en la Plaza de la Constitución.

Este año, el presidente López Obrador se adaptará a las circunstancias impuestas por la pandemia de covid-19 y pasará a la historia por haber dado el Grito de Dolores sin público, pero apoyado en la tecnología para difundir dicha ceremonia.

​amt

  • Leticia Sánchez Medel
  • letymedel@yahoo.com.mx
  • Reportera cultural, cursó la maestría en Periodismo Político, es autora de tres libros sobre la historia inédita del Cervantino.

LAS MÁS VISTAS