El siglo XX se distinguió por la actitud optimista y propositiva de los artistas, quienes como todos los demás ciudadanos pasaron muy malos tiempos entre las dos guerras mundiales. La sociedad de la segunda mitad del siglo se caracterizó por su confianza en que el futuro sería mejor que el pasado. Todo el aparato cultural puso su mayor esfuerzo en el enaltecimiento de los valores humanos fundamentales. Por ello se nota con mucha claridad que los arquitectos occidentales durante este periodo intentaron llevar su disciplina lo más lejos posible.
La historia de los pabellones nacionales para las ferias mundiales nos muestra el talento y dedicación de sus creadores para cumplir con las agendas culturales de sus países, con evidente intención competitiva e innovadora. Quizá el pabellón más famoso es el que presentó Alemania para la Exposición Internacional de Barcelona en 1929. Su autor fue Ludwig Mies van der Rohe, y el diseño fue a tal grado vanguardista que a pesar de haber sido desmontado al terminar la feria, en 1986 fue construido de nuevo en el mismo lugar.
No es el único ejemplo memorable, casi todos los arquitectos importantes cuentan con algún diseño que hizo gran impacto en su momento. Oscar Niemeyer realizó el pabellón de Brasil para la Exposición Mundial de Nueva York (1939). Carlo Scarpa se encargó de construir la sede venezolana para la exposición Bienal de Venecia, que se lleva a cabo desde 1895. En ese mismo lugar existe un edificio menos conocido pero de notable diseño, obra del arquitecto noruego Sverre Fehn.
La necesidad del heroísmo en arquitectura ha disminuido notablemente, quizá porque también los gobiernos están menos interesados en representarse del modo como lo hacían en el pasado. Nuestro tiempo se caracteriza por el individualismo, las utopías y los ideales sociales se han diluido en la mezcla entre el consumismo y la proliferación de espacios homogéneos resultado de la globalización, como los aeropuertos, centros comerciales, supermercados y otros mucho de los “no-lugares” que habitamos cotidianamente y que son exactamente iguales sin importar en qué país se encuentren.
TANGENTE
OBRAS SINGULARES
El modernismo contempló para la arquitectura un papel protagónico en el cual se apreciaban notablemente las obras singulares como representaciones de los ideales de la época. Ahora parece que los edificios tienen un corte individualista.