‘Instinto’, espejo que pone al espectador ante sus carencias

La obra, escrita y dirigida por Bárbara Colio, retorna al Centro Cultural del Bosque tras su exitosa temporada de 2017.

Tizoc Arroyo, Francesca Guillén (quienes repiten en el elenco) y Paula Watson. (Especial)
José González Méndez
Ciudad de México /

La retorno de Instinto, de Bárbara Colio, sirve para ratificar la calidad actual de teatro mexicano, pero sobre todo para demostrar para qué sirve éste —si se permite la expresión—, que no es otra cosa que poner a la sociedad ante un espejo para que se mire, se critique y se corrija.

El argumento es el siguiente: cuatro solitarios coinciden a medianoche en un centro comercial, pero el instante que fractura el espacio llega cuando un rarámuri es sorprendido abriendo una bolsa de pan, no para robar, sino para adquirir solo las cinco piezas que necesita.

Entonces, en ese breve momento —que la maestría de Colio como escritora y directora teatral extiende por 60 minutos— se revelan los vacíos de estos cuatro seres quebrados por la vida, que sufren por la falta de comunicación y muestran su gran miedo al otro. Son cuatro personajes con invalidez emocional y prótesis en el alma, pero pueden ser miles… o todos nosotros.

Participan Roberto Sosa, quien interpreta a un rarámuri que llega a la ciudad para ganarse la vida; Francesca Guillén, una mesera que vive una especie de niñez no resuelta; Tizoc Arroyo, un fotógrafo que huye de sus relaciones de pareja, y Paula Watson, una corredora de bolsa exitosa, pero frágil e infeliz.

Todos tienen en común su afición a correr. Son runners deportivos, pero también metafóricos. Corren por la vida para dejar atrás sus conflictos, pero también corren por necesidad.

Para Tizoc Arroyo, “lo que Bárbara Colio plantea es una pregunta que nos incluye a muchos: ¿Por qué corremos en la vida? ¿Corremos para alcanzar algo o estamos huyendo de algo?”

Francesca Guillén considera que Instinto “es una crítica aguda a las conductas bipolares de la sociedad, que se asume incluyente, pero no soporta ver al rarámuri cerca; preferimos visitarlo en la montaña y sacarle fotos, pero nos horrorizamos de tenerlo aquí”.

Esta soledad masiva es síntoma de una enfermedad que aún no tiene nombre. ¿Qué hemos hecho mal como sociedad, en qué nos hemos equivocado?

En no priorizar lo que vale la pena; hasta ahora nos hemos concentrado en adquirir, ser, poseer, tener y aparentar. La gente puede morirse en la calle y pasamos de largo. También hace falta detenernos a pensar sobre el trabajo, la vida y la sociedad. Por otra parte, no sabemos si se trata en verdad de una equivocación, pero sin duda el gran reto actual es comunicarnos con el ser que tenemos enfrente —coinciden los actores.

Francesca recuerda que Steve Jobs creó un “gran aparatito”, el iPhone, en el que caben cantidades ingentes de música y fotos, además de nuestra vida social. “Fue un enorme paso evolutivo en la comunicación, pero nos incomunicó, porque el desarrollo y la tecnología tienen un costo. Einstein explicó el espacio-tiempo, pero abrió el camino a la bomba atómica, y para darnos cuenta de su poder destructivo fue detonada en Japón. Nosotros aún esperamos como sociedad una bomba para enterarnos de qué hemos hecho mal”.

La gran apuesta de Colio en esta obra es poner a la sociedad mexicana actual frente al espejo del consumismo, pero también mostrar su desapego ante el otro y revelar cómo se disfraza la soledad de éxito económico.

“En este momento en que la cultura está en juego, en que se cuestiona la utilidad del acto escénico, el escenario es el mejor lugar para invitar a la reflexión, a la autocrítica, a proyectarnos en el otro y entendernos a nosotros. Esta obra cumple ese perfil y demuestra para qué sirve hacer teatro y para qué servimos los artistas, según el significado profundo de la palabra”, señala Francesca.

¿Instinto” es entonces como un maratón que se corre para llegar a uno mismo?

¡Exacto! Es justamente eso.

La obra se estrena hoy y estará jueves, viernes, sábados y domingos hasta el 17 de noviembre.

Y ADEMÁS

“NADIE CORRE POR DEPORTE, NADIE...”

“Nadie corre como deporte. Nadie. Se corre como instinto, como huida, como adicción, como máscara, como pretexto, como refugio, como exorcismo, como ritual, como reto, como explosión controlada”, señaló la directora en la primera temporada de Instinto, que se presentó también en el teatro El Galeón, en 2017.


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