La curiosidad como herramienta de reconocimiento en la arquitectura

Arquitectura

Marie Combette y Daniel Moreno Flores, integrantes de La cabina de la curiosidad, hablan en entrevista sobre el enriquecimiento que otras disciplinas le han brindado a su práctica arquitectónica y el aprovechamiento de recursos dentro de ésta.

El estudio ecuatoriano presentará la exposición 'Los caminos del agua' en el marco del Festival Mextrópoli 2023. (Foto: Marie Combette)
Ciudad de México /

La arquitectura debería ser accesible para todos, dice en entrevista Marie Combette, integrante de La cabina de la curiosidad. De ahí que el estudio con sede en Ecuador apueste —como su nombre lo dice— por la curiosidad como herramienta de reconocimiento del territorio.

“Tenemos una práctica desde la arquitectura, pero también se amplía hacia distintas disciplinas como el arte o la construcción, siendo nosotros mismos los artesanos. Es decir, no limitarse a una sola disciplina, sino ampliar el espectro para poder alimentar los procesos”.

Desde este cuarto de maravillas, como lo describe Combette junto con su colega Daniel Moreno Flores, buscan nutrir la toma de conciencia desde lo doméstico, lo cotidiano y lo territorial. Esta forma de estudiar los recursos, afirman, les ha ayudado a responder a cualquier tipo de encomienda o problemática.

“Nosotros empezamos cada proyecto como una inmersión, es decir, entramos al lugar analizando, mapeando y conectando todos los datos que nos puedan servir. Entonces la curiosidad es eso, no dejar nada de lado, sino ir nutriéndonos, agotando el espacio para tener la información necesaria; es esa idea de que todo vale y a partir de eso ir clasificando la información, jerarquizando los valores del usuario y los momentos del paisaje. Hay que ser curioso porque es una forma de abrirse la mirada, es una forma de aprender a ver e interpretar para luego proyectar”.

El estudio ecuatoriano participará en el Festival Internacional de Arquitectura Mextrópoli en su décima edición, en donde presentarán el libro Los caminos del agua y montarán la exposición que lleva el mismo nombre en el Colegio de San Ildefonso, en la que abordan el trabajo que han realizado a partir de este recurso hídrico.

La muestra se inaugura el 22 de septiembre en el Colegio de San Ildefonso. (Foto: Marie Combette)

“Cómo las otras formas de hacer pueden enriquecer nuestra práctica también tiene que ver con ese entendimiento de la realidad en la cual vivimos, en la social, ambiental y política; es registrar la calle, el barrio, la ciudad. Registrar a dónde van los recursos, de dónde provienen, cómo tomamos, por ejemplo, el agua del territorio, de las montañas y después cómo la consumimos y a dónde se va”, explica Daniel Moreno Flores.

Entre los proyectos que La cabina de la curiosidad ha desarrollado están el Mirador del Quilotoa, situado en la Cordillera de los Andes, un hospital de salud mental, en el Centro Histórico de Quito, además de instalaciones como el Archivo vivo de las luchas sociales o un huerto acuapónico.

Su práctica la han llevado a cabo principalmente en la urbe, gracias a lo que han desarrollado un pensamiento que tiene que ver con el reciclaje de los recursos, cuenta Moreno: “Lo que procuramos es trabajar con materiales naturales siempre considerando los recursos que podamos tener a disposición para que sea una arquitectura inteligente, una arquitectura que se pueda desenvolver con la menor cantidad de recursos económicos posibles”.

Entre algunos de los materiales con los que trabajan —menciona Moreno Flores— están la madera, el bambú o el carrizo, además, en las ciudades buscan gestionar materiales como árboles caídos, madera reciclada de casas demolidas o pisos que han sido retirados: “Nos interesa que se obtengan estos materiales de manera que no consuman demasiada energía”.

Y agrega Combette: “Aceptamos la estética del material. Su forma, sus defectos y sus cualidades. De esta manera empezamos a trabajar y a diseñar su futuro uso. Son distintos frentes los que vamos atendiendo y ese es uno, desde la materia y desde hacernos cargo de nuestros desechos porque sabemos que construir es una actividad que tiene su grado de contaminación, entonces (pensamos) de qué forma podemos minimizar estos impactos”.

Líneas hídricas del territorio

La exposición Los caminos del agua, que se inaugura este 22 de septiembre, a las 17:00 horas en el Colegio de San Ildefonso, es una invitación a viajar por un lienzo infinito, como la definen Combette y Moreno. En ella se recogen una serie de líneas hídricas trazadas a mano.

“Son las líneas hídricas del territorio que habitamos. Al principio lo que nos muestra es un territorio virgen de las prácticas humanas. Empieza de la macro escala, que es el planeta, y nos vamos enfocando en América del Sur y poco a poco vamos bajando hasta llegar a Quito y sus numerosas quebradas, que la mayoría hoy en día ya no existen, han sido tapadas para impermeabilizar el suelo y que crezca la ciudad”.

“Poco a poco llegamos a una quebrada en donde hemos trabajado con una comunidad en un proyecto que se llama Wayku, el proyecto propone la recuperación de esa quebrada y cómo la podemos habitar desde la imaginación, pero también desde el recorrido físico”, dice Marie Combette.

La exposición recoge una serie de líneas hídricas trazadas a mano. (Foto: Marie Combette)

Los caminos del agua se expuso por primera vez en Yaku Parque Museo del Agua, en Ecuador, en agosto de 2022. Y se ha convertido en una muestra itinerante que busca llegar a más países de Latinoamérica y enriquecerse de otros mapas de la región, como ocurrió en el caso de Buenos Aires, Argentina y ahora México: “Nos interesamos en Ciudad de México por cómo está conformada y encima de qué está instalada la ciudad”, finaliza Combette.

La exposición Los caminos del agua se presenta en el marco de la décima edición del Festival Mextrópoli; se podrá visitar hasta el 7 de enero de 2024 en el Colegio de San Ildefonso, ubicado en Justo Sierra 16, Centro Histórico.

PCL

  • Patricia Curiel
  • patricia.curiel@milenio.com
  • Estudió Comunicación y Periodismo en la UNAM. Escribe sobre arquitectura social y el trabajo de las mujeres en el campo de las artes. Cofundadora de Data Crítica, organización de investigación periodística que produce historias potenciadas por análisis de datos.

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