La Catrina de José Guadalupe Posada nació en Tepito

El investigador Agustín Sánchez dará hoy una conferencia en la que detallará los pasos del artista en la capital.

"Posada nunca le puso nombre a sus obras", comentó Agustín Sánchez González / Especial
Ciudad de México /

La calavera Catrina, la famosa imagen que identifica a los mexicanos en el mundo, nació en el barrio de Tepito, fue ahí donde la dibujó por primera vez el gran ilustrador José Guadalupe Posada.

Agustín Sánchez González (México, 1956), investigador de la caricatura en México y especialista en la vida y obra de Posada, asegura que ese emblemático icono se publicó 11 meses después de la muerte del artista.

El autor de más de 30 libros participará hoy en “Encuentro mirada y testimonio sobre la Ciudad de México, personajes destacados del siglo XVI hasta nuestros días” en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.

Curador de una docena de exposiciones en los museos más importantes de México, afirma que todavía hay mucho por descubrir del grabador nacido en Aguascalientes. “Posada era un hombre que trabajaba muchísimo, no sabemos todavía cuántas obras hizo, hay quienes dicen que 20 mil, otros que fueron 11 mil piezas, es muy difícil saberlo.

Para hablar del “Posada chilango”, el investigador dictará este miércoles la conferencia Los pasos de Posada en la Ciudad de México. El nacimiento de la Catrina en Tepito.

El especialista en una reproducción del taller del grabador para la muestra José Guadalupe Posada. El gran ilustrador de lo mexicano, que él curó.

Las calles del Centro

La vida de Posada (1852-1913) en la capital se desarrolló en el Centro Histórico. Sánchez refiere que andaba por la calle del Reloj, ahora República de Argentina, por San Ildefonso y por la calle Primo Verdad, cerca de donde hoy se encuentra el Palacio de la Autonomía y donde había una vecindad; en ella vivió el grabador y años después fue derrumbada.

“Hay una foto famosa en la que aparece el taller de Posada, todavía existe el edificio, ahí se venden ahora cosas chinas. El edificio sigue firme, pero hace algunos años le robaron el número cinco.
“A lo largo de todos estos años he encontrado cosas muy curiosas, como que ganó la lotería, un premio de 100 pesos que era una fortuna para su época. También que vivía en la calle de Correo Mayor; luego localicé otro de sus domicilios en la calle de Nicaragua, donde incluso muere su hijo, del que descubrí su acta de fallecimiento. El edificio todavía sigue en pie, es una vecindad preciosa. Luego vivió en otra casa que está en El Carmen”.

Aclara que la familia del destacado impresor Antonio Vanegas Arroyo erróneamente dijo que ahí, en el número 47 de El Carmen, murió Posada, por lo que los grabadores Ángel Zamarripa y Erasto Cortés pusieron una placa en el sitio.

Sánchez realizó varios recorridos por ahí porque justamente en ese lugar estaban las imprentas, era tan reconocido como el Barrio Latino en París. “En ese sitio estaba el barrio de la universidad, estaban las librerías y las editoriales, toda esa calle de Argentina era muy famosa, pues ahí estaban los periódicos y las revistas, toda esa zona fue muy importante a finales del siglo XIX y principios del siglo XX”.

Lo que hizo el investigador fue reconstruir los caminos que recorrió Posada y hace algunos años realizó una exposición con un mapa para identificar esas casas en las que vivió el artista.

“La realidad es que terminó sus días en Tepito, ya que la ciudad lo fue echando. Era un barrio de curtidores, seguramente los conocía porque él vivió muchos años en León, Guanajuato, que era la cuna de los zapatos”.

¿En qué errores incurren las biografías de Posada que hay en internet?

"Por décadas se manejó que él era empleado solo de Vanegas Arroyo y en los últimos 20 años hemos dado a conocer muchas investigaciones en las que se demuestra que trabajó para más de 60 periódicos y con otras imprentas que ponían los anuncios de periódicos en las calles de las colonias populares y que se pegaban con engrudo. Además, hizo muchos programas de teatro y de cine, los cuales rescató hace algún tiempo el Archivo Histórico de la Ciudad de México".
Foto: especial
“Otro aspecto es que Posada nunca le puso nombre a sus obras, por tanto es una falsedad que bautizara a esa imagen como la Calavera Garbancera (1913), y tampoco realizó la tipografía. Se han encontrado diversos nombres que se le dieron a la Catrina: hay una versión en la que se llama la Calavera fifí, de 1918; en 1924 se difundió otra llamada El panteón de las pelonas. Hay otras dos versiones que no tienen fecha y que se llaman Calaveras de las cucarachas y otra más titulada Han salido por fin las calaveras”.
“Un día me encontré un silabario de San Miguel, que era la forma en que los niños aprendían a leer, y ponía, además de su firma, su dirección de Tepito, que entonces no era Jesús Carranza sino avenida de La Paz, que es la entrada a Tepito, donde antes de morir trazó la Catrina".
“Cuando aparece la Monografía de Posada en 1930, se publica por primera vez la calavera Catrina. En ese momento los editores fueron Diego Rivera y Jean Charlot, pero es el muralista quien la inmortaliza al pintarla en su obra monumental Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”.

Acogido por los Paz

Sánchez asegura que a pesar de que el grabador fue uno de los grandes personajes de la capital de la República, era un hombre desconocido. Cuando llegó a Ciudad de México, a la edad de 38 años, va con la familia de Octavio Paz, con el abuelo, don Irineo, y con el tío Arturo, quien aseguraba que sería “el primer gran caricaturista de México”.

“Busca a don Irineo Paz, ya que era dueño de periódicos y revistas como La patria ilustrada y La juventud literaria, y conocía a toda la intelectualidad de la época en México. Ahí empieza Posada a hacer sus trabajos, después deja esta labor y se encamina hacia el Centro Histórico de la ciudad.
Hay que decir que nunca dio una entrevista a ningún periódico, si acaso se le refiere en una o dos publicaciones, pero solo alcanzó dos o tres renglones”.

El también periodista con 40 años de trayectoria cuenta que en su momento hubo un concurso para ver quién era el grabador más popular y José María Villasana, contemporáneo de Posada, obtuvo 400 votos y este último apenas dos, sin embargo, el gran Posada trabajaba en más de 60 periódicos y revistas.

hc

  • Leticia Sánchez Medel
  • letymedel@yahoo.com.mx
  • Reportera cultural, cursó la maestría en Periodismo Político, es autora de tres libros sobre la historia inédita del Cervantino.

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