Atraído por la atmósfera de la casa donde fue asesinado León Trotsky, en el barrio de Coyoacán, en la Ciudad de México, el periodista John P. Davidson decidió profundizar en esa historia. Así, emprendió una investigación exhaustiva.
Al hurgar en las fuentes documentales, bibliográficas y hasta en el expediente judicial, Davidson encontró los hilos y los personajes que le permitieron escribir una novela: El asesino obediente (Plaza y Janés, 2016).
El novelista descubrió que en Estados Unidos y en Rusia poco o nada se conoce no solo del asesinato sino de la figura de León Trotsky: “Hay bastante confusión acerca de este suceso, y la gente no sabe de Sylvia Ageloff y de Ramón Mercader, el asesino obediente. Muchos no saben quién era Trotsky porque prácticamente lo borraron de la historia, como lo demuestran las fotos originales de la Revolución rusa donde están Lenin, Trotsky y Stalin, de las cuales desapareció, como si él no hubiese estado ahí en el momento en que la tomaron. Cuando estaba trabajando en la Universidad de Harvard, como no hablo ruso, había una mujer rusa que me ayudaba y ella, por ejemplo, no sabía quién era Trotsky”. [OBJECT]
Frente a ese desconocimiento, Davidson espera que con esta novela se recupere la historia de ese personaje tan importante para la Revolución de octubre.
Novela negra
El asesino obediente es una novela negra con una trama con personajes que existieron, con invención pero también con sucesos reales y mucha investigación.
“No descubrí documentos nuevos sobre el caso, aunque me fue imposibles encontrar el registro del tribunal del caso de Ramón Mercader, quien se hizo pasar por el aristócrata belga Jacques Mornard. Nadie sabe tampoco dónde está el piolet con el que asesinó a Trotsky”, dice el autor.
Lo que sí encontró es que los informes presentaban a Ramón Mercader —el que ejecutó ese atentado planeado por Eitigon, por su mamá Caridad y la GPU por orden de José Stalin— como un villano, un loco, un homosexual y como una persona muy superficial, sin corazón, mientras que los estalinistas lo ensalzaban: lo describían como muy valiente, como un hombre increíble, casi como un héroe.
“Tuve que sintetizar ambas visiones para poder llegar a una conclusión, ya que también Sylvia Ageloff, la mujer que enamoró Mercader para poder llegar a Trotsky, fue descrita por los estalinistas como una mujer fea que estaba desesperada porque ya estaba vieja para casarse. Pero la verdad yo no vi eso, y entonces yo tenía que decidir cómo iban a ser los personajes para que los lectores sientan cierta empatía”.
En su novela, Davidson expone que Ramón Mercader dudó en asesinar a Trotsky, debido a la convivencia que tuvo con el círculo cercano al ideólogo ruso porque lo que le habían dicho de él no correspondía con la realidad.
La historia inacabada
Cuando Davidson recorrió la casa de Trotsky por tercera ocasión, dice que sintió que algo en el ambiente: “Por eso escribí el libro: sentí como que ese cuento no se había acabado, había como vibraciones en la pieza donde fue asesinado, que no había una conclusión”.
Trotsky, enfatiza, fue un hombre muy importante, un intelectual que fundó el Ejército Rojo: “Mucha gente dice que si él hubiera estado en el poder, Rusia hubiera tenido una trayectoria diferente, pero no lo sé”.
En la novela el periodista se siente satisfecho al recrear el ambiente de esa época, cómo sentía, cómo se veía y a qué olía la Ciudad de México.
El libro El asesino obediente se presenta este miércoles a las 19:00, en la Casa Museo León Trotsky (Río Churubusco 410, Coyoacán).
ASS