La última ópera de Von Webern

Vibraciones

Una obra en queen donde la música resulta mucho más impresionante que el libreto

Foto: Wilfried Hösl
Ciudad de México /

Atraídos por el éxito en Berlín de El cazador furtivo (1821), los directivos del teatro Covent Garden de Londres comisionaron a Carl Maria von Webern (1786–1826) una ópera en inglés sobre Oberón, mitológico rey de los elfos, con libreto del dramaturgo James Robinson Planché (1796–1880) inspirado tanto en el poema homónimo de Christopj Martin Wieland como en la comedia Sueño de una noche de verano de Shakespeare.

Ambientada en el año 806 y estructurada en un prólogo y dos actos, la historia (en su dimensión literaria) resulta confusa e incoherente: Oberón (tenor) y Titania (soprano) solo pueden seguir juntos si encuentran una pareja de amantes que sea verdaderamente fiel; entonces el rey de los elfos utiliza sus poderes (como la manipulación de los sueños) para asegurar que Hugo de Burdeos (tenor), el asesino del hijo de Carlomagno, y Rezia (soprano), la hija del califa Harum–el–Raschid, superen naufragio, secuestro y la horca como contundentes pruebas de su fiel e indestructible amor.

Los trazos y motivaciones de atmósferas y personajes que en el libreto permanecen vagos e increados adquieren una existencia completa, plena de matices y sutilezas, a través de la orquesta. En su dimensión sonora —resumida en la obertura— esa historia suena lógica y creada. La sensación de coherencia radica en un procedimiento compositivo —antecedente del wagneriano leitmotiv— que consiste en asociar instrumentos y temas con situaciones, personajes, emociones y conceptos. La imaginativa voz de Oberón, por ejemplo, canta a través del oboe y la presencia del océano (a veces brutal y a veces velada) late insondable en un tema de lóbrego lirismo que adquiere su máxima expresión en chelos y contrabajos. 

Debido a esta inconsistencia, en donde la música resulta mucho más impresionante que el libreto, Von Webern quiso replantear Oberón tras su estreno —12 de abril de 1826—, pero murió seis semanas después, a los 39 años, a causa de una tuberculosis. 


  • Hugo Roca Joglar

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