El mito cuenta que Adonis murió atacado a traición por un enorme jabalí que no era otro que el mismo dios Ares, envuelto en celos por el amor de Adonis y Afrodita, seres de deslumbrante belleza.
En sus inicios en las letras, Ali Ahmed Said Esber, nacido en Al Qassabin, pequeño poblado al norte de Siria, tuvo a su propio jabalí en editores de periódicos y revistas, quienes rechazaron publicar sus textos. Este desdén a su obra inicial causó también un efecto fatal: la muerte literaria de Ali Ahmed Said Esber, quien nunca más vio su nombre plasmado en un texto porque desde entonces, a sus 17 años, Adonis es el poeta, el ensayista, el traductor, el creador.
Incluso desde hace mucho tiempo, Adonis dejó de ser un seudónimo o alter ego; ya forma parte del nombre legal del poeta nacido “algún día” de 1930, pues en aquella época “las fechas no eran importantes sino lo que pasaba en ellas”. En su condición de creador, Adonis pudo elegir su nombre y día de nacimiento.
En su obra, Adonis, autor de Sombra para el deseo del sol (2012) y Principio del cuerpo, final del mar (2020), ambas bajo el sello editorial Vaso Roto, refleja todos los aspectos del mito del dios con quien comparte nombre: creación, amor, muerte, belleza, traición, celos, violencia, religión… cuyos tópicos desmenuzó en una larga conversación con MILENIO durante la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, donde declamó algunos de sus más recientes poemas, siempre con la puntual traducción de su sobrino Jaafar Al Aluni, quien también aquí ofrece su apoyo.
—Evocando el mito de Adonis, ¿cuál o sería su jabalí hoy en día?
Ese jabalí se ha convertido en un símbolo cultural que mata a todos los creadores en el mundo de hoy; es la enfermedad que vivimos en la cultura.
—¿Las letras le deben algo a Adonis? ¿El Premio Nobel de Literatura?
Yo le debo a todo, y la postura del poeta, del creador en general, es la posición de la persona que explora y que aprende siempre de las cosas. En ese sentido, yo le debo a todo, desde la cosa más simple hasta lo más superior, le debo todo lo aprendido: mi experiencia. El Nobel no es problema de los poetas, es problema del Comité y del jurado. La obsesión del poeta es cómo crear un poema y no cómo ganar un premio.
—Usted ha contado que en sus charlas con Octavio Paz discutían de qué era capaz la poesía. Al cabo de los años, ¿lo ha descubierto?
Esa pregunta es muy antigua y la respuesta es variable según las circunstancias. ¿Qué se quiere decir con la palabra “capaz”? ¿Capacidad material o moral? Las palabras, el habla en general, no tienen una capacidad práctica. Si tuvieran una, la gente no les habría dado esa importancia y las habrían olvidado. Entonces, el lenguaje ha sido creado para crear la capacidad, y la poesía es capaz de crear esa capacidad en el ser humano porque, para el poeta, el poema es el único lugar en el universo donde se siente libre. Ese sentimiento es una capacidad.
Por lo general, hay dos tendencias en la poesía. Una reproduce o imita lo familiar, lo conocido, y otra crea un nuevo mundo, nuevas relaciones entre las cosas y las palabras. Una es creación y otra es reproducción. La primera es la tradicional, la ligada al poder, a la autoridad, y normalmente presenta lo común entre la gente. La segunda tendencia, la de la creación, la de la innovación y la de la invención, es la que provoca en el lector la capacidad de cambiar el mundo.
—Esto me remite a su obra poética: “si nos alejamos de la poesía nos alejamos de nosotros mismos”…
Esta pregunta me lleva un poco a seguir en la pregunta anterior, porque la poesía es esa capacidad de crear esa nueva visión que cambia al mundo y que provoca en el lector ese poder y esa nueva visión de cambiar el universo y las relaciones en este universo. La cuestión está o reside en el lector: ¿sabe, acaso, leer esa poesía? Porque la crisis que vivimos actualmente no reside en la poesía en sí misma, sino en la lectura. Se trata de una crisis de lectura, de lectores, porque la lectura, si no tiene un nivel sublime, un nivel superior, no cuenta, es estéril. De ahí podemos decir que la crisis que vivimos, la crisis cultural, la crisis de la poesía, no reside en la poesía, sino que es una crisis social porque siempre ha habido grandes poetas.
—Ha dicho que la persona nace poeta o al menos tiene ese potencial, nada más hace falta pulirlo. ¿Quién es su poeta favorito?
Siempre me he hecho esa pregunta, siempre me pregunto quién es el mejor poeta para mí y en ese sentido todos los creadores son los mejores poetas. Creo que es muy académico decir que un poeta es mejor que otro.
—Lo que sí tiene claro, de acuerdo a su obra poética, es que la poesía es amor.
La poesía es como el amor: una chispa, una tormenta y una luz que llena el espacio. Estamos hablando en México pero yo, ahora mismo, estoy a la vez en Nueva York, Shanghai, en otro sitio. La soledad dispersa al ser humano, lo esparce, lo hace extendido en todo el mundo, y el amor que te hace el centro del mundo también te reparte por todo el mundo. Es como si fuese un árbol: arraigada en la tierra pero mirando hacia arriba y hacia todas las partes; tiene el tronco en la tierra pero sus ramas están extendidas en todas las direcciones, tanto la raíz como la copa, abajo y arriba, en todas las direcciones.
—Acaba de participar con gran éxito en la FIL de Guadalajara. ¿Qué representan para usted actos literarios como éste?
En términos comunicativos, es un hecho muy importante porque une las diversas manifestaciones expresivas en un mismo lugar y también une a los creadores. Esto debe provocarnos para otra cuestión: de todos estos libros que están aquí, cuántos trasladan al lector a un nuevo mundo o cuánto influyen en él para que pueda crear un nuevo mundo o transformar este mundo en el que vivimos.
—El título de su más reciente obra, Adoniada, remite a la Ilíada. ¿Qué buscó con esta referencia?
Siempre hay grandes obras que dejan influencia y dejan huella en cada persona y la Ilíada de Homero me habita del mismo modo que me habitan las grandes obras de Gilgamesh, de Virgilio. Para celebrar ese mundo antiguo, del nombre de Adonis quería crear la palabra Adoniada para pertenecer a ese mundo de creadores porque todos los poetas, todos los creadores, viven, desde el origen del mundo, en el mismo bosque, en el mismo jardín, más allá del espacio y el tiempo. El tiempo de Homero se ha acabado, pero Homero, el poeta y su poesía, va más allá del tiempo y sigue viviendo entre nosotros. Así que el tiempo es parte de la poesía y no al revés.
—Se dice que es una “autobiografía poética e intelectual”.
No es biografía en el sentido estricto de la palabra. Soy de los poetas que habla de los problemas personales, de los problemas íntimos, a través de los problemas universales, de los problemas de la gente, del yo poeta al nosotros. En segundo lugar, la poesía, para mí, forma parte esencial del pensamiento. Cada poeta importante ha sido y es un pensador y los ejemplos son muchos en el mundo antiguo. Octavio Paz pertenecía a este grupo de poetas pensadores. Octavio era muy buen amigo mío, y su poesía es un ejemplo de esa fusión y de esa unión entre pensamiento y poesía, y eso es Adoniada.
—Ha dicho que, como todos los poetas, sigue siendo un niño porque, si dejara de serlo, moriría. A sus 92 años, ¿en qué trabaja ahora Adonis?
La poesía, en este sentido, es como el amor, es un comienzo, y entendido el comienzo como un inicio, es una infancia. En la poesía nos renovamos a nosotros mismos, al igual que con el amor. El Tiempo, con mayúscula, no puede acabar con la poesía, al contrario, es ese espacio por el que la poesía se mueve libremente. Ahora estamos preparando una antología de casi 30 poetas árabes, mujeres que son de la calidad de Saniya Saleh, Zulekha Abu Risha y Rayaá Alem, escritoras que están dando a la poesía árabe una nueva dimensión.
—¿Eso es lo que ahora lee Adonis?
Sigo a los jóvenes y sobre todo a las poetas árabes, porque me parece que están produciendo una poética importante en el mundo árabe, que puede ser la base de una nueva era poética. Antes leía de forma vertical, tomaba un poeta o escritor y leía su obra entera, pero hoy, con el paso del tiempo, depende si me gusta o no.
—Esto me lleva a preguntar, ¿qué opina de lo que está pasando con el movimiento de las mujeres en Irán?
Lo que pasa en Irán es parte de una cultura predominante en el mundo e Irán forma parte de esa cultura y esto va ligado a la visión monoteísta del hombre y el universo. Esa cultura predominante, religiosa, ve a la mujer como un ser secundario, inferior al hombre. Me refiero a las tres religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo y por supuesto el Islam, y hoy vemos ese problema en Irán porque gobiernan hombres religiosos. Todos debemos apoyar a la mujer en su lucha por la libertad, en Irán y fuera de Irán, debemos apoyarla y estar con ella y eso es lo más básico: liberar a la mujer de las cadenas del hombre y de la religión, no sólo en Irán, sino en todo el Islam y en el mundo entero. Una sociedad en la que la mujer no es libre se convierte en una sociedad en la que el propio hombre no es libre. El hombre que se adueña de la mujer, que esclaviza a la mujer, es el esclavo. Pero hay que hacer una distinción muy importante: estoy en contra del régimen iraní en este sentido, estoy a favor de los derechos de la mujer, de que sea libre y de que decida su vida, pero esto no quiere decir que no debamos estar con el pueblo iraní en su lucha contra el imperialismo.
AQ