“Se teje para vivir, se teje para morir; se deshilacha para morir, se deshilacha para vivir. ¿Por dónde empezar?”, se pregunta Arnoldo Kraus en el exordio al libro Suicidio (Debate 2021). Tomando como principio esta actividad ancestral del ser humano —la de tejer—, el médico y escritor configura la trama de esta obra donde una veintena de voces reflexionan desde diversos ámbitos en torno al final de la vida. “El suicidio —afirma— reúne muchas ideas, razones, sinrazones, pensamientos filosóficos, sociales, es un tema que le compete a todos, sin distingo de educación, nivel socioeconómico, religión, color o continente. Es un tema universal”. Sociólogos, médicos, psiquiatras, antropólogos, escritores, científicos, conforman esta urdimbre que abre espacios para ahondar en una realidad que en muchos ámbitos se ha evadido, es tabú.
La vida en general y, en este caso, el final de la vida, requiere del sustento de un marco bioético. Sin embargo, hay pocos avances, comenta Arnoldo Kraus, quien refiere que “el mundo está absolutamente enfermo, el mundo y la sociedad. Los modelos que conocemos han fracasado. Más de la mitad de la población vive en extrema pobreza. Si algo lo puede salvar es la bioética, la bioética laica. Cuando hablamos de éticas, por ejemplo, religiosas, se hacen separaciones entre judíos, católicos, musulmanes. Eso ha sembrado más problemas que beneficios. Conmino a los religiosos o fanáticos a que se mantengan en su posición y respeten, en temas tan ríspidos como el suicidio, a los que no somos religiosos”.
Zygmunt Bauman, en Modernidad líquida, asegura que el “corto plazo” ha reemplazado al “largo plazo” y ha convertido la inmediatez en ideal último. La mayoría de los hábitos aprendidos para enfrentar la vida han perdido toda utilidad y sentido. Para Kraus, “el individuo está sujeto a una gran desinformación o falta de información adecuada. Habita en ese mundo líquido que refiere Bauman, donde todo se escurre entre las manos y encuentra difícil colocarse en lugares adecuados”.
Thomas Szasz, en Fatal Freedom, habla del suicidio como un aspecto de la condición humana, del derecho de las personas a elegir las circunstancias de su propia muerte. Sostiene que la medicina ha enajenado la libertad y la voluntad de quien opta por el suicidio a través de la medicalización de la vida. Kraus explica: “Medicalizar la vida quiere decir convertir a la gente que no está enferma en un enfermo, hacer que un síntoma se convierta en enfermedad y medicar, medicar. Al hacerlo, la medicina tiene una gran ascendencia sobre la población. Cada vez hay más clínicas antienvejecimiento que ofrecen una serie de seguridades ante la vida con tratamientos no comprobados científicamente, pero con gran injerencia. La gente no acepta el caminar de la vida, el envejecimiento; no sabemos que la muerte es parte de la vida como sucede en otras culturas. Sería mejor medicalizar la muerte, ayudar a morir o entender el suicidio. Hay que darle a la persona su valor como individuo. El suicidio es la máxima expresión de autonomía”.
—Roger Bartra reflexiona sobre la moral del suicidio, sus aspectos sociales. ¿Podría afirmarse que el temperamento de un pueblo, las pasiones colectivas y las energías morales, son causa de la decadencia de las sociedades?
No —responde Krauss—, no es que la sociedad te orille a suicidarte, pero la sociedad contemporánea es poco amigable, poco presente en cuanto a abrazar a las personas. Con el covid-19, los suicidios se han disparado porque se incrementó la soledad, las deudas económicas, la incertidumbre del futuro. No diré que la sociedad te invita a suicidarte, pero una sociedad tan enferma desatiende a su gente, no le ofrece lo que necesita. Por supuesto, los culpables son los jerarcas de los estados, los dueños del poder. Si hay otra enfermedad en el mundo son los políticos.
—La Organización Mundial de la Salud reporta al suicidio como una de las cinco causas de mortalidad y la segunda entre personas jóvenes, con 800 mil muertes a nivel mundial. Esto nos habla de un problema complejo en distintos niveles. ¿Qué dilemas enfrentamos?
Cada quien es dueño de su vida y la decisión más complicada es la de quitarte la vida. Hay quien dice que es un acto de cobardía, hay quien dice que es un acto de valentía. Es un problema real y cotidiano. La parte moral y filosófica es inagotable, tendríamos que dividir a la población entre librepensadores y personas con raigambre religiosa. El mundo siempre va a estar dividido en estos dos grandes bloques.
—¿El suicidio es un derecho humano?
A mí me pertenece mi vida. Tenemos que quitarnos la idea de que solo Dios tiene derechos ante eso. Habría que modificar nuestras ideas, sobre todo en cuanto al derecho a la eutanasia, porque muchas veces los médicos prolongamos la muerte, no prolongamos la vida. Hay que permitir que la persona se exprese. Tener derecho a decidir sobre cómo morir es un acto de inmensa libertad e inmensa dignidad, como dijo Bruno Bettelheim. Libertad, dignidad y valentía. Sí, es un derecho.
—En el libro, Laura Emilia Pacheco se pregunta si tenemos derecho a no salvar a un suicida. ¿Cuál sería tu opinión?
Me ha tocado platicar con gente que intentó suicidarse y la salvaron. Creo que no tenemos derecho de interrumpir un suicidio. A quien intenta quitarse la vida por un problema agudo momentáneo, se le puede ayudar, orillarlo a pensar de otra forma. En ese caso, sí vale la pena intentar, sin embargo, hay quien lo viene fraguando durante mucho tiempo. Hay quien intenta varias veces y fracasa, pero cuando finalmente lo logra, la familia no lo condena, al contrario, se dan cuenta que tanto ellos como el suicida van a descansar.
—¿Cómo ha cambiado nuestra visión del suicidio? ¿Al igual que otros temas, comenzará a ventilarse?
Muy poco a poco. En Estados Unidos se practica el suicidio asistido, lo mismo en Austria, pero son pocos países. En México la discusión es nula. Incluso al que está muy enfermo no le es fácil morir, es terrible, lo digo como persona primero y como médico después. De que se hace eutanasia en México sotto voce, sí; de que se haya discutido amplio, como debería de ser, no.
AQ