Carlos Marín, por un periodismo sin adjetivos

Entrevista

A propósito de la edición actualizada de su Manual de periodismo, el autor de la columna El asalto a la razón habla de los principios inmutables de este oficio.

"La información es el cimiento, estructura y azotea del periodismo": Carlos Marín. (Foto: Martín Salas)
Ciudad de México /

La “edición actualizada” del Manual de periodismo de Carlos Marín (Grijalbo, 2019) aparece en un momento de cambios impresionantes en las herramientas utilizadas por quienes ejercen el oficio periodístico, ya sea en las plataformas tradicionales (prensa, radio y televisión) o en el mundo digital, donde todo sucede con inusitada rapidez.

En entrevista, Marín habla de los cambios que incluye la nueva edición de su manual, que durante más de tres décadas ha sido utilizado como libro texto en facultades y escuelas de periodismo, en México y el extranjero. Habla de los valores y principios inmutables de esta actividad, entre ellos la necesidad de reportear y comprobar los datos y hechos que se publican, porque la información debe ser oportuna pero también veraz.

—La primera edición de tu manual, firmada con Vicente Leñero, apareció en 1986; 33 años después, ¿qué le ofrece a los estudiantes de periodismo?

Que figurara Leñero fue mi decisión porque él me alentó para que lo escribiera y me regaló unos apuntes que me sirvieron para estructurar el libro. Esta tercera edición del Manual contiene lo mismo, actualizado, corregido y aumentado, que la primera: las claves elementales del periodismo, con ejemplos más cercanos en el tiempo de cada género y la interacción de los medios tradicionales con las nuevas tecnologías y plataformas cibernéticas.

—Vivimos un tiempo de veloces cambios tecnológicos. ¿Qué utilidad tiene aprender los principios del periodismo tradicional que abordas en tu libro?

Concibo el periodismo sin adjetivos, de modo que lo “tradicional” a que te refieres lo entiendo aplicable para los medios en que se expresa pero no en su ejercicio. No hay aritmética o física “tradicionales”. Dos y dos son cuatro y el agua es líquida, sólida y gaseosa. Así de sencillo.

—¿Cuáles son los valores inalterables del periodismo? ¿Qué debe o debería saber todo periodista profesional?

Son varios. En la definición de cada género (nota informativa, entrevista, etcétera) lo explico, pero el mejor periodismo requiere del ímpetu vital del periodista de reportear, para lo cual es muy importante una sólida formación cultural, gusto por la lectura y dominio de la escritura.

—¿Cuáles son las diferencias entre el periodismo que practicaste al principio de tu carrera con el que se hace actualmente? ¿Para ti, estas diferencias son positivas o negativas?

La más importante es la velocidad con que hoy debe trabajarse y la profusión de todo tipo de informaciones.

Tuve la fortuna de comenzar a reportear sin fuente fija. Eran asuntos, digamos, populares, tales como “ciudades perdidas”, empleos informales, problemas habitacionales, carencia de servicios urbanos y de transporte, etcétera, que pude alternar, en secciones y suplementos culturales, con temas históricos y arqueológicos, y debía entregar al menos dos textos periodísticos al día. También me fue de gran utilidad ser enviado a lugares con escasa posibilidad de hacer llegar mi información (había que conseguir teléfono y que una operadora de larga distancia hiciera el enlace) y servicios de télex, ahora en desuso. Aprendí a redactar dictando cada oración o frase y en ocasiones la comunicación me obligaba a deletrear. Pero el periodismo para impresos implicaba cierto reposo para concebir y redactar, desde luego en la redacción del periódico, pero también si estaba de viaje.

En la actualidad se requiere de una gran rapidez. Muchos periodistas dan la nota en un tuit unos segundos después de ocurrido el hecho.

La complejidad aumenta si como reportero debes nutrir espacios en todas las plataformas, como se da en el Grupo MILENIO.

Una diferencia muy positiva que aquilato es que puedo resolver casi lo que sea con un teléfono celular y una computadora que tenga internet, así como la oportunidad de consultar lo que quiera, desde problemas ortográficos hasta informaciones que me permitan contextualizar mis textos.


—¿Continúan siendo vigentes los géneros periodísticos?

Sí, desde luego. Este diálogo contigo, por ejemplo, es una entrevista, no una crónica ni menos un reportaje o artículo de opinión. El periodismo se expresa en géneros precisos y no de cualquier manera. Jamás, por ejemplo, en un poema.

Lo que hacemos los reporteros es contar algo que suponemos tiene interés público y esto lo resolvemos con la redacción, independientemente del medio a través del cual pretendemos que nos lean, vean o escuchen los interesados en lo relevante del acontecer nacional o mundial. En este sentido es que sostengo: el periodismo es literatura. Buena o mala, pero literatura, como lo demuestran las crónicas de la Conquista, los reportajes de Daniel Defoe sobre la peste en Londres o el relato del náufrago de García Márquez, y, por tanto, es forma, no fondo.

—¿El periodismo más difícil es el informativo, como dice uno de los autores citados en tu libro?

Informar es la razón esencial del oficio periodístico. La información es su cimiento, su estructura y su azotea. Satisfacer la necesidad y el apetito del público por las novedades que suscitan interés colectivo hace del periodismo informativo la piedra angular de nuestra actividad. Sin información oportuna y veraz no hay materia para opinar o interpretar.

El periodismo informativo es básico, pero no necesariamente “difícil” cuando se domina lo primero: la nota informativa. Para redactar una entrevista, una crónica o un reportaje informativos requerimos de aptitudes y destrezas narrativas que, con la práctica, se resuelven sin dificultad.

Fatalmente, sin embargo, la reportera o el reportero que no sabe redactar una nota informativa es incapaz de hacer un buen reportaje, una crónica o una entrevista, por ignorar o desdeñar los elementos clave del interés periodístico.

Lo difícil en todo caso es pretender entrevistas de opinión o de semblanza, crónicas interpretativas y de opinión o reportajes demostrativos de hipótesis o tesis, ya que para esto se requiere un sólido bagaje de conocimientos y antecedentes que permitan valorar lo novedoso y contextualizar.

—¿Qué piensas del periodismo multimedia?

Que tiene mucho sentido para llegar a todo tipo de público.

—¿Y de las redes sociales?

Que en manos de profesionales son imprescindibles para enviar información, recibir órdenes de trabajo, consejos sobre lo que sucede en las diferentes fuentes y ámbitos de la información. Son utilizadas en todos los niveles de la administración pública y de la iniciativa privada para enviar comunicados, precisiones, opiniones acerca de lo que se publica. Pero también, y esto pasa en todo el mundo, son responsables de la conversión del planeta en una vecindad plagada de chismes, en la que frecuentemente lo que se difunde es basura. En fin, todo depende de quién y para qué se utilicen.

—Háblame de la ética periodística, ¿en qué consiste?

Es como el periodismo: inevitablemente subjetiva. Cada periodista y cada medio se comportan con una cierta ética. Los mejores son los que dan cuenta de algo desde diferentes ángulos: los que no buscan atacar o encumbrar; los que no se prestan a linchamientos, que privilegian la réplica de personas o instituciones y que no tienen empacho en admitir una equivocación.

Desprecio el periodismo de causa ideológica o política.

—¿Cómo ves el periodismo mexicano en la actualidad? ¿Cómo lo ves en su relación con el poder en el actual sexenio?

Está en uno de sus mejores momentos: el gobierno de López Obrador es una mina periodística, dada la variedad y trascendencia de sus desaciertos.

La relación es difícil porque el Presidente parte de la idea de que todo lo anterior a él estaba mal y los periodistas chapaleábamos en la corrupción y desconocíamos la libertad. La referencia que hizo al “bozal” no deja lugar a dudas y cada mañana constato que para él tiene más valor “periodístico” la zalamería de los lambiscones reporteros patito a quienes su oficina de prensa les tiene derechos de apartado en las dos primeras filas para que le hagan preguntas a modo y saboteen los planteamientos de periodistas genuinos.

—¿Cuál es tu opinión de las descalificaciones y críticas del presidente de la República hacia el trabajo de los periodistas, tanto reporteros como columnistas?

Que Andrés Manuel López Obrador arrastra prejuicios carentes de sustento sin reparar en que, sin proponérselo, azuza a sus huestes contra reporteros y columnistas.

No desconfío de sus intenciones, pero de las buenas, dicen, están empedrados los caminos al infierno. Dice lo que piensa, pero cree que lo importante para él es lo periodístico, pero me ufano de proclamar que lo periodístico no necesariamente es importante y al revés volteado. Como de muchas otras actividades, la seguridad nacional, la seguridad interior y la seguridad pública, por citar un ejemplo, el Presidente, simplemente, no sabe de lo que habla pero lo dice como si fuese experto.

—¿Hacia dónde va el periodismo?

A lo que le es consustancial: hacia la exhibición cada vez mejor reporteada y documentada de las lacras del poder.

ÁSS

  • Juan Manuel Gómez

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