El aliento breve de Cristina Rascón

Entrevista

En la siguiente entrevista, la poeta y narradora sonorense habla de su antología personal 'Dime tu nombre,' en la que reúne cuentos, minificciones y haikus.

La escritora Cristina Rascón. (Foto: INBAL-CNL 2019)
Óscar Garduño Nájera
Ciudad de México /

Por aliento breve, pero llegas a su propuesta literaria. Porque lo suyo son los géneros de unas cuantas líneas, de unas cuantas páginas, incluso de un relámpago narrativo que consigue despuntar en el horizonte de la literatura mexicana actual. Cristina Rascón nos habla de Dime tu nombre (Fondo Editorial del Estado de México, UAEM, 2023): antología personal de breves que van de la minificción al relato breve y, por supuesto, a sus inseparables haikus, pues Cristina es considerada una de las mejores exponentes de este conciso género literario japonés. Es ese mismo aliento breve el que nos lleva a la charla, a su obra.

Tú hiciste la selección de los textos que conforman Dime tu nombre, ¿cómo surge este proyecto?, ¿cómo llevaste a cabo la selección del material?

La invitación para publicar Dime tu nombre nació del Estado de México, de su fondo editorial, con Rodrigo Sánchez como editor. Él me propuso hacer una antología muy personal donde se reunieran textos tanto inéditos como publicados, así que llegué a algunos de mis libros que ya no están en circulación, de ahí extraje algunos de los cuentos, además decidí incluir un par de textos inéditos.

La antología reúne géneros literarios que se caracterizan por su brevedad.

Junto con Rodrigo Sánchez llegamos a la conclusión de que Dime tu nombre podría ser un libro interesante si reuníamos tres formas de aliento breve: el cuento, la minificción y el haiku. Por lo demás, es una selección un tanto heterogénea de los temas, de los lugares y de los lenguajes.

Son géneros, por lo demás, que has trabajado con frecuencia.

Sí, es donde me he sentido más cómoda: en lo breve, lo contundente, en los juegos intertextuales o juegos de palabras que ayudan al género breve. Sin embargo, también hay una perspectiva muy personal al incluir haikus, que es poesía, y más de este lado del océano Pacífico, porque es un género literario que tiene mucho de narrativa mínima, se hermana con la minificción: hay un clímax, un conflicto, una elipsis, una historia que se da entre líneas.

¿Esto se da también en Japón?

De hecho, varios narradores japoneses actuales escriben haikus. Los poetas japoneses, en cambio, casi siempre mantienen distancia del haiku para poder escribir verso libre. El haiku es un género literario que se ubica en medio de la narrativa y la poesía, así que yo llegué al haiku como narradora, no como poeta.

Yo pienso en haiku y lo hago de la mano de José Juan Tablada, pero sé que además tú tienes una relación especial e íntima con Japón, ¿por qué el haiku para moverte literariamente?

Fue el haiku el que me eligió a mí. Después lo dejé. Luego poco a poco me volví a enamorar de él, porque el haiku tiene lo que Luisa Valenzuela llama “el secreto”, y lo menciona como sugerencia para quienes quieren contar o escribir un cuento. Hemingway lo expresa con su “teoría del iceberg” y Ricardo Piglia con “la doble historia”: ese secreto que hace que una novela o un cuento sean buenos, y que la minificción tenga su propia magia; es, también, la médula del haiku: un secreto rodeado por diecisiete sílabas que entregas al lector para que sea él el que termine de construir ese secreto.

¿Ocurre lo mismo en la minificción?

Sí, creo que el haiku me ha fascinado y cultivado, y entre más lo leo, lo traduzco y doy talleres, yo misma escribo mis haikus. Ahora, recientemente, mi tesis de doctorado es acerca del haiku.

¿Qué otros aspectos son los que te atraen del haiku?

Que es versátil, que es un ser animado, es lo que Octavio Paz llama, en verdad, poesía en movimiento. De hecho, en la antología Poesía en movimiento: México 1915-1966 (Siglo XXI, 1966), realizada por Paz, están unos haikus de José Juan Tablada; fueron los primeros haikus que leí en español.

¿Sigue vigente el haiku?

Me parece que sigue siendo un género literario en movimiento, sobre todo en nuestro idioma. Pero el haiku se escribe en sesenta idiomas, por lo que ya no es solamente una conexión con Japón, sino una conexión con una forma particular de escribir poesía, que incluye, como ya lo señalé, una historia entre líneas, que esconde un secreto, el cual termina de construir el lector.

Hay una parte de tu propuesta literaria donde consigues esta mezcla de recursos poéticos con una prosa que podríamos llamar “seca”. ¿Cómo es que lo llevas a cabo: terminas el texto literario y luego tú misma analizas las partes donde puedes hacer un trabajo poético con el lenguaje? ¿O todo sale de un primer momento, mientras conformas esa columna vertebral?

Definitivamente es durante la escritura, porque también el abrevar de la poesía para construir la trama y el lenguaje ayudan mucho en mi caso. Y también hay algo con la imagen. De esto me di cuenta a posteriori, cuando planteé un proyecto para el Sistema Nacional de Creadores de Arte: el uso de la imagen en el cuento, en la poesía, en la minificción es recurrente, es un ancla, cuando escribo y visualizo el final de un cuento lo hago a través de una imagen.

¿Esa imagen es la piedra angular de tu propuesta?

La imagen hace que brote la frase, y esta puede ser poética, porque, como sabemos, la poesía está llena de plasticidad y de imágenes. Esto está muy ligado a cómo construyo el artefacto verbal, el oral, que carga imágenes, por lo que mientras narro, cargo de imágenes al lenguaje.

Con sus distintos recursos narrativos…

A veces habla un personaje, en otras un narrador: cada uno tiene su propia forma de expresarse, no obstante, he notado que me anclo en las imágenes para avanzar en la narración.

He notado que te vales del “chisme” como recurso literario. El mensaje que envías al lector es que a raíz de cualquier chisme que ellos escuchen pueden construir una maquinaria narrativa, recuperas la tradición oral del lenguaje.

Qué bueno que lo notas y sí, de hecho, tengo cuentos con más lenguaje coloquial, oral, que no están en Dime tu nombre, como “Familia americana”, donde se da un diálogo, de manera constante, entre dos mujeres que se parecen mucho entre sí, pero una es legal en los Estados Unidos y la otra no. Entonces juego un poco con el doble y las posibilidades, pero todo es muy versátil. Y ese está en la antología Un norte (Era, 2015) que compiló Eduardo Antonio Parra.

Debo confesar que yo no te tenía muy ubicada en mi panorama de la literatura mexicana actual.

Quizás porque yo no he escrito novela y he estado un poco fuera de los reflectores con el aliento breve; en cambio, cuando uno publica una novela hay más luz acerca de tu trabajo, hay más editoriales y más distribución. Pero espero retomar la dramaturgia, la novela, y espero, en un futuro no muy lejano, publicar esos géneros literarios.

¿Crees que es más fácil la difusión y las ventas de una novela que de un libro de cuentos?

Sí, claro, las puertas de las editoriales están muy abiertas a la novela, a su publicación, a su difusión, pero creo que esto no es nuevo, aunque sí estamos en una época donde se apoya mucho a la novela. Sin embargo, el cuento, la poesía, la minificción, el haiku, son géneros que tienen su público, que están muy vigentes, fuertes, en evolución, en movimiento, y hay una demanda: hay lectores que buscan esos géneros literarios, solo que, desde mi perspectiva, no he visto tanto apoyo como a la novela, en editoriales grandes, sobre todo.

AQ

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