En su búsqueda de una explicación para la manera como opera la mente, Freud propuso la existencia de dos pulsiones antagónicas: una tendencia de preservación de la vida y una opuesta que nos induce a retornar al estado sin vida y a la calma de lo inexistente que es la muerte.
“Ese supuesto tropezó con resistencias aún dentro de los círculos analíticos”, decía el mismo Freud, quien entonces recurrió a la física para fundamentar el carácter natural de su propuesta.
La entropía es una magnitud física. En un sistema con muchos elementos mide el número de acomodos posibles que darían las mismas características a determinado macroestado. Así, por ejemplo, podemos tener un sistema de moléculas en una olla de presión en que cada corpúsculo tiene cierta velocidad y posición. Veremos a la olla macroscópicamente con una cierta temperatura de por ejemplo 150 Celsius. Sin embargo, el arreglo no es único, un sistema distinto donde las mismas moléculas tengan otras posiciones y otras velocidades nos dará también la misma temperatura de la olla. Al número de arreglos posibles que dan la olla a 150 Celsius lo llamamos entropía.
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La entropía es una medida de lo que no observamos. El número de maneras como podemos acomodar a las moléculas para tener una olla a 150 Celsius es gigantesco, pero solo una será ocupada en un momento dado. De manera que la entropía es una medida de las posibilidades y es increíble que algo así pueda tener un tal impacto en la naturaleza de las cosas.
El concepto fue propuesto por el físico alemán Rudolf Clausius, que nació hace doscientos años y llegó a ser uno de los fundadores de la termodinámica. Clausius observó que si bien la energía del mundo es constante, la entropía aumenta siempre.
Es curioso que Sigmund Freud acudiese a ese principio termodinámico según el cual la entropía de un sistema cerrado nunca disminuye, es decir, nunca veremos una reducción del número de arreglos moleculares que darían la misma olla a 150 Celsius. Al contrario, la entropía crecerá hasta alcanzar su valor máximo cuando el sistema llegue al equilibrio. Cada vez tendremos más maneras de obtener el mismo estado.
Cuando ya todo es homogéneo, cuando la entropía es máxima y se ha alcanzado el mayor desorden posible, ya no hay diferencias de energía entre las partes. El sistema es entonces inerte, inanimado de manera tal que entropía expresa una degradación irrevocable de la materia.
La entropía y su peculiar crecimiento podría ser la tendencia destructiva que Freud buscaba a niveles fundamentales en la naturaleza. El padre del psicoanálisis creyó haber encontrado ahí el mecanismo de la pulsión de muerte.
En los organismos vivientes, la entropía aumenta cuando envejecen y lo hace hasta que alcanzan su fin. La entropía representa la pérdida de regularidad atómica y molecular que en vida modera el funcionamiento orgánico. Esa regularidad es vida y desaparece cuando el desorden se apropia de las cosas.
Freud consideraba que la pulsión de muerte se expresa en el inconsciente a través de una “compulsión de repetición” que nos lleva a buscar situaciones que provocan dolor. Repetimos conductas que nos hacen daño como impulso repetitivo, estereotipado e irracional. Ese comportamiento es una manifestación de la inercia que tiene la vida por regresar a la muerte.
El concepto de entropía tuvo un impacto considerable a comienzos del siglo XX. Fue un tema recurrente entre los escritores que popularizaron la idea de una muerte térmica del universo. Sigmund Freud escribiría: “también en las transposiciones de los procesos psíquicos cabe considerar el concepto de entropía”, y Carl Jung haría consideraciones en la misma dirección. Más tarde, el etnólogo Claude Levi Strauss reflexionaría que las sociedades humanas “se someten a la ley de la entropía” y en su famoso ensayo Tristes trópicos escribiría: “antes que antropología habría que escribir entropología como nombre de una disciplina dedicada a estudiar este proceso de desintegración en sus manifestaciones más elevadas”.
En el arte moderno la entropía fue también tema recurrente y el psicólogo y filósofo Rudolf Arheim, interesado en la percepción de los fenómenos estéticos, editó un ensayo del arte titulado: Entropía y Arte: un ensayo del orden y el desorden.
La entropía es el concepto físico más atractivo y uno de los más influyentes en el pensamiento moderno. Cuando uno lo ve, la entropía quiere decirnos que las opciones que existen parecen tener una realidad física. Es como si las alternativas que solo existen en el pensamiento, tan inmateriales como son, ejercieran una fuerza que impulsa las cosas a cambiar en una dirección definida, como si la invisible variedad de acomodos modelara la naturaleza y llegará a ser parte de nuestra conciencia; así la entropía, que es algo abstracto e intangible, determina lo que somos y seremos.
AQ