Escher y Bach | Por Avelina Lésper

Casta diva | Opinión

El arte tiene mucho en común con las matemáticas. Usamos ambos para interpretar el universo.

'Relatividad', litografía del artista neerlandés M. C. Escher.
Ciudad de México /

No eran matemáticos y obsesionaron a los matemáticos. El arte en su estado más puro de perfección seduce a la ciencia. Escher confinó al infinito en el gabinete de su estudio, en ese pequeño mueble guardó secuencias interminables, demostrando que la realidad es una ilusión de nuestros sentidos. La abstracción de las matemáticas en una abstracción estética, organizada y sensorial, el cálculo se transmutó en intuición, la observación en obsesión.

La metamorfosis. La geometría es insecto, es reptil, es planta, es pájaro. El todo está contenido en las líneas. La geometría no existe en la naturaleza, es una invención del ser humano, es el orden que silencia al caos. Escher inventó un orden consecutivo, la metamorfosis es su teoría de la evolución. La línea es un cuadrado, el cuadrado es un pájaro, el pájaro es un pez y el pez tiene alas. Lo que no vemos es porque no cabe en nuestra mente. El todo cabe en una plancha de grabado, en una xilografía de Escher, de su maestría técnica nacen sus historias. Escher fue un narrador, y contó la historia del origen del mundo: todo comenzó con una línea. La línea es verbo, es espacio, es luz.

Escher dice que se inspiró en Debussy, y György Ligeti se inspiró en Escher, compuso Arc-en-ciel, estudios para piano. Escher suena a Bach, no a Ligeti, no a Debussy. La transformación progresiva, simultánea, las fugas de Bach es Escher corriendo hacia adelante, nunca hacia atrás. La secuencia de Metamorfosis 2, impresa con 20 placas de madera, inicia en el tablero de ajedrez que es casa, lagartija, abeja, pájaro, hasta ser otra vez línea, y el mundo vuelve a nacer. El todo es creado y es inventado. La Naturaleza es el artificio del arte.

Escher, Piranesi y Bach. Las Cárceles de Piranesi, las escaleras interminables de Escher, la prisión de nuestro cráneo, la rompemos con los martillazos de las Partitas para Chelo de Bach. La línea es el origen del mundo y de la locura. ¿Para qué quiero la libertad si puedo vivir en una cárcel de Piranesi o en una Partita de Bach? Escher escarbó cada bloque de madera, cada placa de cobre construyendo su propia celda. La técnica es el alma, la obra, los bloques de madera son las piedras de la muralla de esa realidad. Piranesi también era grabador, el proceso es meditado, no es gesto como el dibujo, el grabado es penitencia.


M. C. Escher

Liberación

1955


Preludio y Fuga número 2 del Libro 1 del Clave Bien Temperado de Bach. La línea, la geometría, las matemáticas y la psicodelia. Escher habita las alucinaciones del ácido lisérgico. Escher no es medicina, es enfermedad. La existencia y el psicoanálisis con drogas psicodélicas nos llevan al punto de partida: nos engendra una línea y nos desconfiguramos, somos pájaro o caballo. En su época había músicos que decían que Bach al componer no pensaba en Dios, pensaba en las matemáticas. Entre Bach, Escher y la psicodelia hay siglos de diferencia, y no los hay, la relatividad del tiempo y el espacio están en la progresión de la secuencia. Somos la serpiente que se muerde la cola, el ácido lisérgico provoca que el cerebro, esa amorfa masa grasosa, vea los cubos del tablero de ajedrez que cae al abismo. Dios es una línea, y reza con las Fugas.

​AQ

  • Avelina Lésper

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