En este país, las anomalías que no acontecen en sociedades genuinamente democráticas comenzaron el proceso de normalización desde hace más de veinte años.
La corrupción, el crimen organizado, la violencia, la narcopolítica, el acoso a la libertad de prensa y el fallido el estado de derecho, sumados a la desigualdad, el rezago económico y la bancarrota de los sistemas de salud y educación, cocinaron un caldo perfecto para el camelo demagógico. De esas lacras se sirvieron, y se sirven, las fuerzas políticas que ganaron en las urnas prometiendo cambiar el rumbo nacional. Un cambio siempre postergado o cuya verdadera faz es la degradación político–social cada vez más profunda y quizá insalvable, maquillada desde el poder con propaganda, dádivas, mentiras que disimulan la nefasta realidad.
Octavio Paz señaló que “uno de los rasgos en verdad desoladores de nuestra sociedad es la uniformidad de las conciencias, los gustos y las ideas, unido al culto a un individualismo egoísta y desenfrenado” (Itinerario), y quizá ese individualismo sea el ingrediente que ha nutrido al conformismo o a la indiferencia ante las calamidades del presente.
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Estado de silencio, documental dirigido por Santiago Maza y disponible en Netflix, expone las condiciones de emergencia de la prensa en México, modelo perfecto de impunidad y control informativo en manos del crimen organizado y los gobiernos a nivel local y federal, fenómeno sistémico que lo ha situado como una de las regiones más peligrosas para ejercer el periodismo a nivel mundial, por encima incluso de países en guerra. Tomando como eje los testimonios de Juan de Dios García Tavish, María de Jesús Peters, Marcos Vizcarra y Jesús Medina, comunicadores enfocados en asuntos de migración y derechos humanos, violencia, narcotráfico y narcopolítica, Maza elabora una breve radiografía de la dantesca situación en que se halla el ejercicio periodístico y el derecho a la información.
Estado de silencio recupera un puñado de historias trágicas que han asumido carta de naturalidad en el caos cotidiano de todo el territorio nacional. Metástasis de la Nación que ya no se conmueve con el asedio, el secuestro y los homicidios de los comunicadores, y en la que casos como el de Rubén Espinosa, Javier Valdez y Miroslava Breach, los sucesos de mayor impacto mediático, son solo una pálida memoria del riesgo al que se enfrentan los profesionales de la información, sean de medios impresos, electrónicos o digitales. La violencia alcanza a todos, la fórmula del silenciamiento por la vía de aniquilar al mensajero, no tiene solución probable. Las fiscalías no esclarecen esos crímenes. Los mecanismos de protección son disfuncionales. El periodista queda expuesto, a la suerte de la ley de las pistolas o del desplazamiento y el exilio.
Artículo 19 señala que de 2000 a 2024, 167 comunicadores murieron en atentados posiblemente relacionados con su actividad profesional. Las cifras por mandato: Ernesto Zedillo, 3. Vicente Fox, 22. Felipe Calderón, 48. Enrique Peña Nieto, 47. Andrés Manuel López Obrador, 47 (https://articulo19.org/periodistasasesinados/).
Esos informadores caídos en el ejercicio de su labor, para el gobierno, y tristemente para la sociedad también, son números sin nombre y apellido, sin biografía ni historia, cuyo único error fue salir a reportear el desastre de un país abandonado por la autoridad.
Y es que, lo que no se sabe nunca aconteció. Lo que se calla jamás va a denunciarse. De esa aritmética se benefician dos poderes: el político y el delincuencial.
En la transición hacia un supuesto sistema de alternancia, la resaca de décadas de hegemonía priista nos aletargó a tal punto que no fuimos capaces de reaccionar con energía ante la reincidencia, y fortalecimiento, de los vicios que se aspiraba a demoler.
A partir del año 2000, la renovación de los poderes no funcionó del todo. Fueron pocos los avances democráticos, dejaron incompleta la ruta hacia un progreso verdadero. Paradójicamente, esos avances hoy dan marcha atrás. El panorama es cada vez más negro.
Estado de silencio exhibe tan solo una arista de las mutaciones que han transfigurado a México.
AQ