El narrador, poeta, crítico y ensayista José Pedro Díaz es conocido por la novela Los fuegos de San Telmo, sus obras sobre Felisberto Hernández y su matrimonio con la poeta Amanda Berenguer, pero el cineasta Aldo Garay y la productora Micaela Solé han revelado una faceta inédita de Díaz: su afición a filmar.
El documental El filmador (2021, Uruguay-Argentina) se proyecta en el 41 Foro Internacional de la Cineteca Nacional y muestra el hallazgo: filmaciones realizadas por Díaz durante el viaje que emprendió en la década de los cincuenta junto a Berenguer, gracias a una beca de estudios, que Garay acompaña con los diarios íntimos del miembro de la Generación del 45, a la que también pertenecieron su esposa, Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, Emir Rodríguez Monegal, Idea Villarino e Ida Vitale.
“Antes que director, soy cinéfilo y, desde hace unos años, un apasionado en conocer a fondo la cultura y legado de la cinematografía uruguaya, una historia con muchas interrupciones, imposibilidad de realizar cine, la dictadura, falta de políticas de apoyo al cine, etcétera. Entonces, cuando me enteré, a través del investigador de la Biblioteca Nacional de Uruguay, Ignacio Bajter, de la existencia de unas latas con filmes de la familia Díaz-Berenguer, sentí una enorme curiosidad, y ni te cuento cuando vi el contenido. Mi pasión por el cine hizo que me involucrara en trabajar con este acervo fílmico”, explica Garay (Montevideo, 1969), documentalista desde 1995 y autor del largometraje de ficción La espera.
Solé, que antes produjo a Garay El hombre nuevo (2015), sostiene que El filmador es en realidad un documental sobre la creación, que muestra a José Pedro Díaz (1921-2006) en una faceta también existencial, de dudas sobre su obra, como se presenta en su diario (editado por Alfredo Alzugarat en 2011 para Ediciones de la Banda Oriental de la Biblioteca Nacional) que se incorpora a las imágenes.
“Fue un descubrimiento de José Pedro como creador, porque él fue realmente en su vida un crítico literario y profesor universitario muy reconocido, pero publicó poco. Amanda fue mucho más reconocida como escritora, es una de las poetas más reputadas de Uruguay, y Díaz fue más académico y no se sabía esta parte de filmador”, explica la productora en entrevista telefónica desde Montevideo.
Refiere que todo el proceso desde que Garay se encontró con las latas de grabaciones duró tres años, alargados por la pandemia, pero al final El filmador quedó listo en el centenario de José Pedro Díaz, no sin antes haber debatido en la producción cómo se iba a incorporar el tema de la pareja de escritores.
“Uno de los retos era cómo rescatar las figuras de José Pedro y de Amanda, y encontrar el punto de cuando entra ella y darle su lugar, porque finalmente fue una creadora muy reconocida. Ellos eran muy jóvenes, hay algo en la película que es casi una fotografía de su vida. Otro reto era si incorporar a más gente, de la Generación del 45 solo queda viva Ida Vitale, evaluamos si hacer el documental más literario, pero al final decidimos el diálogo entre los diarios fílmico y escrito de Díaz”, añade Solé.
Garay y Solé se sorprendieron del refinamiento que alcanzó Díaz en su mirada, cómo a lo largo de dos años que duró su viaje por Europa logró formar un ojo, con una clara depuración técnica y formal.
“Con relación a la investigación más global del proyecto, sin duda que leer su diario —que también fue encontrado por otro investigador de la Biblioteca Nacional, Alfredo Alzugarat— fue muy sorprendente. Yo tomé el período del diario que narra su viaje por Europa. Sus reflexiones sobre el quehacer artístico y su ser escritor son brillantes. Hay algunos capítulos que son guiones literarios, es decir, lo que describe en sus crónicas y luego lo que filmó son iguales”, añade Garay, consultado desde Uruguay.
El cineasta se enfrentó a la complejidad de recuperar filmes que hacía 70 años que estaban guardados en un galpón, que provocó que algunas latas se avinagraran, por lo que se perdió el contenido.
“Por suerte, Uruguay cuenta con el Laboratorio de Preservación Audiovisual del Archivo General de la Universidad de la República, que es un espacio de trabajo e investigación concerniente al archivo y recuperación de cine y del audiovisual en general. Haber podido digitalizar pequeños filmes 8 mm fue toda una proeza técnica. Independientemente del documental, el rescate de este acervo significa un gran valor patrimonial para el país. Esto tiene que ver con el rescate.
“Luego, fue encontrar lo que se entiende como punto de vista, ¿qué historia contar? En este sentido me sedujo mucho narrar la faceta casi desconocida de un escritor y académico reconocido, su faceta artística oculta. Para contarlo apelé a todos los elementos de archivos disponibles, filmes, textos, fotos y grabaciones de audio, digamos que es un collage de época. En el presente trabajamos con el mayor estudioso de la obra de José Pedro Díaz, Alfredo Alzugarat y con su hijo Álvaro Díaz Berenguer, en este sentido es un documental de cámara”, agrega el realizador sobre los retos de El filmador.
—¿De qué manera considera que su documental contribuye a que haya un acercamiento a la obra de Díaz, en especial en México, en donde no es tan difundida, como lo son ampliamente las de Onetti y Vitale, de su misma generación, o la Felisberto Hernández, de quien él se ocupó?
En El filmador, además de contar la pasión oculta de Díaz por el cine, también narra la tensión que vive cualquier creador, creo que esto hace empatizar con ese joven que en los comienzos del 50 deseaba ser un gran escritor. Este documental no es una biografía de José Pedro Díaz, por lo tanto hay muchas zonas por descubrir de su obra y personalidad. Deseo que se genere ese interés.
—En su película aparece al principio relegada Amanda Berenguer, salvo como esposa de Díaz, pero después se le reivindica como la poeta que fue, incluso con mayor trascendencia literaria que él. ¿Por qué decidió construir el documental con ella en segundo plano casi siempre?
El filmador se basa en el interés de Díaz como cineasta amateur, esa es la primicia. Mi intención fue hacer un documental sobre sus apuntes fílmicos. Luego surgen otros pliegues ineludibles como la literatura y la generación a la cual pertenecen, la del 45. Amanda va creciendo gradualmente en el relato, como esposa, acompañante y musa de José Pedro, él percibe su crecimiento y seguridad y, ya en ese entonces, sentencia la gran poeta que llegó a ser.
—¿Qué disfrutó más de este documental?
Disfruté todo el proceso, pero lo mejor fue el trabajo de montaje, reconstruir e intentar armar la película que quizás pensó Díaz me motivó mucho. También encontrar su voz, su escritura, fue un trabajo minucioso y gratificante.
—En las grabaciones no aparece mucho la figura de Felisberto Hernández ¿Díaz no lo grabó, no lo consideró en sus grabaciones pero sí en su propia obra literaria?
Díaz filmó sobre todo en su estadía en Europa, y no se encontró con Felisberto allí. Tengo entendido que éste estuvo antes en París, en 1943. Ya en Montevideo, José Pedro solo filmó situaciones de corte doméstico. Pienso que le hubiese encantado retratar a Felisberto, como hizo con otros artistas.
—¿Quién es para usted José Pedro Díaz después de su documental y por qué debemos conocerlo?
Conocer a José Pedro es acercarse a un creador importante, a una obra valiosa, tanto de ficción como ensayística, quizás no muy difundida, pero que sin duda representa el notable linaje literario de Uruguay.
AQ