Ingrid Solana: “Nuestro trauma individual es también colectivo”

Entrevista

La escritora oaxaqueña publica 'Memorias tullidas del paraíso', un artefacto literario que se nutre del ensayo, la narrativa, el tono confesional y la teoría del arte.

La escritora oaxaqueña Ingrid Solana (Cortesía)
Ángel Soto
Ciudad de México /

Memorias tullidas del paraíso, de Ingrid Solana, desafía los convencionalismos de la novela. El suyo es un libro que bascula entre géneros: se nutre del registro ensayístico, del narrativo y de una constelación de autores cuyas reflexiones sobre la imagen, la memoria y la fotografía contrapuntean el relato. “Es el cajón del sastre”, cuenta Solana en entrevista. “La narrativa contemporánea tiende hacia ese lugar, a ser un cajón de sastre en el que caben múltiples formas expresivas”.

En las páginas de Memorias tullidas del paraíso (Dharma Books, 2021) habla la voz de Artemisa, historiadora del arte que escribe una tesis doctoral sobre fotografía. Nació en 1980, de modo que su juventud sucede paralelamente a la formación del movimiento zapatista. Por eso tiene una suerte de “obsesión con el acervo iconográfico del EZLN”. Desde esa realidad, Artemisa recuerda —reconstruye— múltiples trechos de su biografía. “Es una voz que está cuestionándose constantemente qué es la fotografía, qué es la verdad, qué es la historia”. Para apuntalar esos desafíos a la memoria de su personaje, la autora convoca las voces de Georges Didi-Huberman, Italo Calvino, Walter Benjamin, Anne Carson, Susan Sontag, Herta Müller, entre varios más.

El carácter híbrido del que habla Solana es, en realidad, el legado de siglos de experimentación literaria. “Es algo que heredamos del siglo XX, de las vanguardias, sobre todo. La ficción contemporánea tiende a transgredir esas barreras. Pero no me parece que sea algo nuevo, podemos rastrearlo desde mucho tiempo atrás, incluso desde el siglo XIX, cuando había tantas novelas híbridas y libros fragmentarios. Por ejemplo, pensemos en el Werther de Goethe, que es una novela epistolar con partes ensayísticas y filosóficas. Todas estas formas tienen una raíz muy vieja y están presentes desde el origen mismo de la literatura, pero quizá en el siglo XX se hicieron de manera intencionada”, explica Ingrid, autora también del libro de ensayos Notas inauditas.

Hay otra voz que emerge cada tanto en el libro para hacer apuntes técnicos sobre el acto fotográfico. Esos textos —escritos ex profeso para la novela por Josué Brocca, de modo que aquí, también, se alimenta la idea del objeto-libro como creación colectiva— conforman un corpus técnico que bordea el territorio de lo didáctico. Están ahí, dice Solana, para subrayar que la fotografía “no sólo es representación, por lo tanto no sólo es filosofía y pensamiento, sino que tiene una parte técnica en la cual alguien se enfrenta a una máquina que también ocupa un papel fundamental”.

Lidiar con el trauma

Profesora de Literatura Española en la UNAM, Ingrid Solana suscribe aquel pretexto con el que tantos escritores ignotos justifican su ausencia en las estanterías: los libros comienzan a cocinarse en la cabeza mucho tiempo antes de conocer el papel. Memorias tullidas del paraíso pertenece a ese linaje. “Lo más curioso es que uno no sabe que algo está bullendo ahí”, comenta Ingrid. “Este texto ha tenido muchas formas. Primero estaba hecho de poemas. Hay, incluso, una versión preliminar con otro personaje femenino. Luego descubrí que ese personaje no era, que era éste. Ha sido un proceso muy complejo”.

Como Ingrid, Artemisa se bate en su propio ring ante la página en blanco. Son precisamente los episodios de su escritura los que se revelan ante el lector. “Es un personaje muy complejo, porque está escribiendo las memorias de una mujer joven, entera todavía. Por eso se llama ‘Memorias tullidas’, porque son memorias que se quedan cojas. Hace una especie de diario en el que cuestiona su vida pasada, su presente y, por lo tanto, subrepticiamente también escribe su futuro”.

“Su vida”, agrega, “ha estado marcada por ciertas violencias, como le ocurre a todas las mujeres mexicanas. Esos acontecimientos del trauma brotan en su inconsciente, en su vivencia presente. El trauma es muy importante en el libro, porque tiene que ver con la dimensión individual, pero también con la colectiva. Lo que plantea Artemisa es que el acontecimiento individual es el acontecimiento colectivo; esas historias insignificantes, personales, son también parte de un trauma compartido”.

Para lidiar con esas heridas, Artemisa recurre a la escritura de sus pensamientos en un registro próximo al psicoanálisis. ¿Qué hacer con el trauma? La contienda para hallar esa respuesta es uno de los empeños que Ingrid Solana aspira a depositar en el lector: “No hay ser humano que no tenga trauma. El punto es cómo trabajamos y cómo creamos a partir de él. Es una fuerza negativa que se puede convertir en un fuerza de afirmación, de lucha, de cambio. El pasado nos moviliza, nos hace cambiar. Está ahí y ya no lo podemos transformar, pero sí podemos transformar lo que estamos haciendo en el presente”. 

Escribir el ahora, parecen confirmar a dúo Ingrid y Artemisa, es también maquinar la promesa del futuro.

​ÁSS

LAS MÁS VISTAS