José Recek Saade, poeta inédito

Literatura

La antología ‘Bajo el ala del ángel’ recupera la poesía, el teatro, el ensayo y la narrativa del autor poblano (1923-1970) que vivió bajo una discreta pero fecunda oscuridad.

José Recek Saade, 1923-1970. (Especial)
José Filadelfo García Gutiérrez
Ciudad de México /

El exhaustivo y fundamental historiador José Luis Martínez, en Problemas literarios, caracterizó a cierto tipo de escritores como oscuros, es decir, aquellos que llevan a cabo su actividad literaria y cultural de manera independiente y prácticamente inadvertida. La oscuridad de estos escritores, dice Martínez, se debe a que “no les toca, si no es entre medios secundarios también, ninguno de los dominios que usufructúan los grupos que poseen un criterio activo” y que “preferirán la disciplina de su voluntad a la exhibición de sus sentimientos incomprendidos y realizarán obras a las que es preciso atender con admiración”.

Bajo esta discreta oscuridad, pero fecunda, es que se desenvolvió la obra del poeta, dramaturgo y narrador poblano José Recek Saade (1923-1970). Hijo de padres que pertenecieron a la primera generación de libaneses que se asentó en Puebla, Recek desertó de la carrera de medicina en los años cuarenta para dedicarse íntegramente a la escritura y la difusión cultural, actividades que desempeñó hasta su súbita muerte (un infarto fulminante) en 1970. La obra poética de Recek se caracterizó por recuperar temas, hasta entonces, poco (si no es que nulamente, algunos) tratados en la poesía mexicana, de un modo particularmente intimista (a veces místico) y contrastante en su diversidad: la tauromaquia, el flamenco, el gitanismo, el indigenismo y la Guerra Fría.

Hacia 1964, la obra de Recek Saade fue incluida por el poeta y narrador Alfonso Simón Pelegrí en la revista española Azor, dentro de su artículo “Una perspectiva de la actual poesía mejicana actual”, junto a Octavio Paz, Jaime Sabines, Rubén Bonifaz Nuño, Rosario Castellanos, José Emilio Pacheco, entre otros. Lo distintivo de este artículo y, ciertamente, insólito para la historia de la poesía mexicana del siglo XX, es que, a diferencia de los demás colegas de Recek contemplados por Pelegrí, la obra del poblano, apreciada dentro de una mirada general de la poesía mexicana, respondiera, como bien indicó Pelegrí, a un trabajo totalmente inédito:

Pepe Recek Saade, poeta interesantísimo, lleno de hondura metafísica. Lo mejor de su obra está inédito (“Códices náhuatl”, “Sonetos a la soledad”, etc.), pese a haber obtenido un sinnúmero de trofeos nacionales, y haber sido galardonado recientemente en España. Destacan en él una gran perfección formal y un muy personal quehacer poético”.

La recepción crítica hacia la obra y difusión cultural de Recek, durante la vida del autor, es decir, hasta 1970, es escasa. Probablemente, la única fuente que se acercó, a manera de semblanza y crítica, a la figura y la obra del autor, fue el reportaje que El Sol de Puebla publicó en 1964, y que Recek transcribió en cinco páginas mecanoescritas, a las cuales agregó, hacia 1966, dos más con el propósito, más personal, de actualizar los datos provistos por el reportaje. El reportaje recupera la intensa actividad poética de Recek Saade, precisamente los varios premios obtenidos en concursos de poesía, su iniciativa por difundir los clásicos, particularmente españoles, entre el pueblo a través del Teatro Popular, así como el Teatro Experimental o de Vanguardia.

El Teatro Popular funcionó de 1958 a 1963, y quedó suspendido por la falta de recursos del autor (un dato que podría abonar a la naturaleza oscura, tanto del escritor descrito por Martínez, como a la de tantos artistas), y porque el espacio empleado hasta entonces fue destinado preferiblemente a la lucha libre. Tal vez, a manera de gratitud póstuma, pero también de redención por haber preferido, en su momento, la lucha libre al teatro, es que aquel recinto lleva actualmente el nombre del poeta. Además de estos datos, el reportaje recuerda algunas anécdotas, como la del compadrazgo de Recek con la bailaora Carmen Amaya, madrina de una de las hijas del poeta, así como el comentario que hizo Fernando Benítez sobre la difusión teatral realizada por el poeta: “Ese loco maravilloso que es José Recek, le da un gran teatro al pueblo”.

Con respecto al Teatro Experimental y de Vanguardia, que funcionó desde 1963 hasta la muerte de Recek, según la poeta Ana María Alonso Amieva en su ensayo (inédito aún) “José, el crístico de los cuatro evangelios”, el dramaturgo presentó en 1963 La cantante calva de Eugéne Ionesco ante el Movimiento Familiar Cristiano, una anécdota, acaso, producto de la actitud crítica y la voluntad de diálogo del poeta, pero también del tesón tolerante y la curiosidad de ciertas personas de fe de la época. Además, desde una línea más histórica alrededor del Teatro de Vanguardia promovido por Recek, existe un dato interesante sobre su relación con el trabajo de Alejandro Jodorowsky, el, en su momento, polémico artista experimental chileno.

Según la semblanza del poemario póstumo Meditaciones angustiosas por el hombre de casi 2000 años (1983), en 1965 Recek Saade recibe el premio por la mejor realización teatral en Puebla de manos de Jodorowsky, aunque no se menciona el título de la obra referida. No obstante, el reportaje de El Sol de Puebla indicó que, hacia 1964, Recek ya montaba, en su propia casa, las obras de Jodorowsky. Además, en los mecanoescritos que Recek redactó dos años después, para complementar la información del periódico, se asienta que, también en 1965, montó tres obras del artista chileno: El indeciso, La ópera del orden y Los optimistas y pesimistas. Con base en estas dos fuentes, no es posible hasta ahora identificar a cuál o cuáles obras de Jodorowsky aludió El Sol de Puebla en 1964.

Aun con esta interrogante, las tres obras de Jodorowsky citadas por Recek ofrecen el material suficiente para sugerir que la labor teatral de Recek fue muy relevante en lo que respecta a la difusión del trabajo de Jodorowsky en México, por lo menos hasta 1965. Aunque, según Ricardo Pérez Quitt en Historia del teatro en Puebla. Siglos XVI a XX (quien, por lo demás, extrañamente no menciona en su trabajo la actividad teatral de José Recek), la presencia formal en Puebla del Movimiento Pánico (fundado en 1963) de Jodorowsky se dio en 1970, los datos ofrecidos por El Sol de Puebla, que indican que para 1964 Recek ya difundía la obra de Jodorowsky, permiten considerarlo como el primer difusor del Teatro Pánico en el estado. A lo anterior se suma que, probablemente, el poeta haya resultado, también, el único difusor pánico en México, tras la censura que recibió el dramaturgo chileno en 1962.

En el documental de Angélica García, El Teatro Pánico. Alejandro Jodorowsky en México, 1960-1970, la investigadora señaló que el montaje de La ópera del orden (antecedente del Movimiento Pánico) fue censurado en 1962 por el gobierno de la Ciudad de México. Una censura que irrumpió, no tras el estreno, sino durante los ensayos previos. Bajo esa tesitura restrictiva hacia el autor chileno, según el mecanoescrito que complementa el reportaje de El Sol de Puebla, en 1965 Recek Saade estrena en Puebla, no solo El indeciso y Los optimistas y pesimistas, sino la censurada La ópera del orden. Cabría admitir, entonces, la posibilidad de que José Recek haya sido el único difusor de La ópera del orden en México y, acaso, de los pocos divulgadores del Movimiento Pánico durante la censura padecida por Alejandro Jodorowsky. Debido a la censura de una obra como la de Jodorowsky en la Ciudad de México, y al libre montaje de la misma en la ciudad de Puebla, es que podría ponerse sanamente en entredicho la más o menos útil consigna de dentro de la capital, todo; fuera de la capital, nada.

Por lo demás, dentro ese perfil del escritor descrito por Martínez, es posible valorar la obra poética de José Recek Saade de mayor experimentación y hondura de pensamiento, así como aquella que mostró una importante filiación identitaria en el autor a través del indigenismo y de la tradición hispanoárabe (tauromaquia, flamenco, gitanismo), como la expresión más discreta y, en efecto, oscura, de su trabajo. No obstante, la poesía públicamente más reconocida, aunque fuera de manera efímera (como en las lecturas públicas o privadas), fue aquella que Recek destinó a los más de 100 certámenes literarios que ganó Recek, según la semblanza de Meditaciones angustiosas… Un ejemplo de ello es que su “Corrido de Puebla” se encuentra a la entrada del Teatro Principal de la ciudad.

El hecho de que la obra poética y argumentalmente más apreciable de Recek fuera aquella que quedó prácticamente en las sombras (con excepción de los dos únicos poemarios publicados, en vida, por el poeta), revela una plena conciencia en el autor poblano de la oscuridad, más o menos marginal, pero intensa, de su función como escritor, precisamente frente a su contexto literario y cultural inmediato: la generación de la Bohemia Poblana (1942-1965), la cual, como dato anecdótico, tuvo un periodo de actividades más prolongado que su contemporánea, la Generación de Medio Siglo (1953-1967) que, aunque integró a algunos poetas nacidos en la misma década de Recek (Tomás Segovia, Jaime García Terrés, por ejemplo), fue una generación fundamentalmente narrativa. Una oscuridad, la de Recek Saade, plenamente deseada, a pesar de las implicaciones que semejante actitud reservada tendrían para su propia posteridad (lectora, crítica) como autor, hasta que la esposa del poeta, Mariana Matta, decidiera empezar a publicarla de manera póstuma.

El primer poemario publicado por Recek fue Manolete, el último Califa (1948), una serie de romances que evocan con tristeza y admiración la muerte del célebre torero cordobés Manuel Rodríguez Sánchez, ocurrida un año antes, en 1947. Dedicado, en su mayoría, a la enumeración (tan propia del romance) de lugares y figuras, entre ellos la virgen de Guadalupe, que lamentan la muerte del torero, Manolete… es menos apreciable por el ingenio de sus imágenes, que por el nivel de importancia que, para entonces, tenía en el poeta la obra de Federico García Lorca y su Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, y porque el poemario de Recek Saade representa la primera obra poética mexicana dedicada íntegramente a la tauromaquia.

El segundo y último poemario publicado en vida por José Recek fue Romances del tabladillo. Se trata de una edición sin pie de imprenta, prácticamente privada o familiar, y de la cual solo es posible conocer su fecha de publicación (1955) por la dedicatoria que el poeta hizo a su esposa y a sus hijas. Es, de nuevo, un romancero, pero muy breve, que recupera, esta vez con un ingenio poético más complejo y fino, el toque, el cante y baile flamencos. La marca de Lorca es innegable, y resulta destacable que los dos únicos poemarios publicados por Recek hayan sido aquellos en donde la influencia del granadino se resuelve como una definitiva celebración, no solo de las tradiciones taurina, gitana y flamenca, sino de la misma tradición fundada por Lorca en torno a estos temas, pero desde México. Es admisible pensar que este romancero, por momentos, iguala en belleza algunas imágenes del Poema del cante jondo, como aquella de “Adivinanza de la guitarra”, en que Lorca describe el instrumento: “En la redonda encrucijada, / seis doncellas / bailan. / Tres de carne / y tres de plata. / Los sueños de ayer las buscan, / pero las tiene abrazadas / un Polifemo de oro. / ¡La guitarra!”. Por su parte, Recek, para describir el mismo instrumento, asociado al toque y al cante, señala: “ahonda más los anzuelos / de tus dedos cuando pescas, / que las falsetas son peces / y son los ríos las cuerdas”.

Tras la muerte del poeta, se empezaron a editar poemarios cuyo orden de publicación no responde al periodo en que estos fueron escritos. De esta manera, el libro Mictlancuicatl, publicado en 1998, recupera, en verso libre, la visión del mundo náhuatl en torno al viaje de los muertos, de un modo que excede el tono de protesta o reivindicación histórica de la poesía indigenista, para acceder a la concepción de la muerte de un modo profundamente intimista. Esta evocación, densa, en primera persona, invita a pensar que la experiencia de la muerte en el mundo náhuatl, a través de este poemario, se exhibe como una figura de pensamiento vigente, aún a mediados del siglo XX en que fue producido. Es probable que Recek escribiera Mictlancuicatl a principios de la década de los cincuenta, o bien el mismo año que señala la firma de los grabados (1952) que el muralista mexicano, Desiderio Hernández Xochitiotzin, dedicó al poemario de Recek.

En el año 2000 se publicó Bajo el ala del ángel, poemas escritos probablemente entre 1955 y 1960, prologado por el periodista Pedro Ángel Palou Pérez, y que se pueden considerar como parte de la etapa de transición poética de Recek ya que, si bien mantienen una forma estrófica clásica, el soneto (como el romance de los libros anteriores), anticipan también el alcance intimista, místico, amoroso y hasta léxico, de su obra de madurez, Meditaciones angustiosas por el hombre de casi 2000 años, producido durante la última década de vida de José Recek, y publicado en 1983. En este poemario, presentado por el dramaturgo Héctor Azar, la influencia de Lorca parece desprenderse, pero no definitivamente, del poeta, y con él Recek ingresa de lleno al diálogo interior, la mística, pero también a la protesta social, precisamente asociada con la Guerra Fría.

La protesta social en Meditaciones… se distingue, por ejemplo, de la célebre antología La espiga amotinada, de la misma década, por no recurrir a la camaradería doliente con las víctimas sociales, propias de aquellos poetas, y por aludir a asuntos propios de los años sesenta, como Vietnam y Biafra y la bomba nuclear (el viaje al espacio, la cibernética y los ovnis, son asumidos por Recek de un modo propiamente intimista). Frente a la camaradería que parece, siempre, una relación entre iguales, Recek, en cambio, se ofrece ante las víctimas de la guerra y del hambre como un redentor, exclusivamente poético, del dolor. El propio título del poemario, las meditaciones del “hombre de casi 2000 años”, anticipa el nivel, evidentemente crístico, de salvación con que el poeta se identificó frente al sufrimiento humano. Al respecto, en “El mundo y el postre”, Recek sacrifica su sabroso postre en memoria de los niños con hambre, pues al final, tras la muerte, el poeta tendrá “¡una nube de postres, sostenida / por ángeles hambrientos y sonrientes!”

Además de los cinco poemarios publicados hasta ahora, y otro, Al filo vertical (sin fecha de publicación precisa, pero de los años ochenta), que recupera prácticamente los mismos poemas incluidos en Meditaciones…, la última edición de la obra de Recek Saade, aunque publicada en 2020, fue la que se realizó para conmemorar los 100 años del nacimiento del poeta, en 2023, y fue auspiciada por la Secretaría de Cultura de Puebla. Su título es el mismo de los sonetos publicados en el año 2000, Bajo el ala del ángel, y la razón para repetirlo, según asienta el editor Martín Pérez Zenteno (cuya valiosa labor estuvo presente en Mictlancuicatl y los sonetos Bajo el ala del ángel), se debe a que era “el que José pensaba para toda su obra”. Se trata de una imprescindible antología que no solo recupera la poesía del autor, sino el teatro, el ensayo y la narrativa, esta última, junto con algunos otros textos de poesía y teatro, inédita hasta entonces.

Amigo de Pedro Garfias, de quien curiosamente la familia del autor conserva una servilleta en la cual escribió unos pocos y pasajeros versos, durante alguna de las visitas que el poeta español le hizo al tocaor y poeta, José Recek Saade y su discreta, pero copiosa (existen numerosos documentos suyos aún inéditos), condición de escritor oscuro, entró al presente siglo, en efecto, oscuramente y a la espera de lectores e intérpretes, así como de aquellos historiadores de la literatura que decidan darle al también ensayista y músico, bajo justas proporciones, un sitio apreciable, una detenida reflexión, acaso una nota al pie en la historia de la poesía mexicana del siglo XX.

AQ

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